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¿Austeridad republicana o escasez de fondos?

Jueves, 23 de noviembre de 2017 00:00

Republicanos y austeros eran los de antes...

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Republicanos y austeros eran los de antes...

El Gobierno de la Provincia ha emitido el decreto 1603 por el que propone una serie de medidas tendientes a restringir los gastos de funcionamiento de la administración pública. La medida podría resultar simpática, en tanto se asocie a una verdadera vocación de austeridad republicana y signifique gastar lo mínimo allí donde no resulte necesario y lo necesario donde corresponda hacerlo. Sin embargo, no puede dejar de llamar la atención que, en tanto el Gobierno disfrutó de "vacas gordas" durante la mayor parte de sus largos diez años de gestión -esto es, la generosa provisión de fondos nacionales porque a su vez, el Gobierno nacional exprimía la ubre del campo hasta la resolución 125- la administración del gobernador Urtubey no se acordó ni por un momento de este "ordenamiento" eficientista que ahora proclama y que, naturalmente, desnuda su propia ineficiencia a lo largo de diez años.

Tampoco pareció tomar nota del desmadre de las cuentas públicas durante el reducido período en que pudo, a expensas del endeudamiento, continuar el dispendio más o menos en los mismos términos. Claramente, esta asociación virtuosa de sobriedad y gasto eficiente nunca existió, y ­oh sorpresa!, la valoración de la ética de la austeridad apareció justo cuando se agotaron los recursos. Para decirlo a través de un refrán popular, el Gobierno se vio obligado a "hacer de la necesidad, virtud"...

Economía y economía política

Hasta que el economista inglés Alfred Marshall, profesor de Keynes, cambiara el tradicional título de los tratados, de "Economía Política" a "Economía" a secas, la disciplina se llamaba justamente "Economía Política", porque la palabra Economía viene del griego "oikos nomos", que literalmente significa "administración de la casa" -y cuando se proyectaba a toda la nación o sea, a la "polis", la ciudad estado en la antigua Grecia- la Economía pasaba a ser "política", no en el sentido que se le da ahora a la palabra, sino aplicada precisamente a la "polis".

La "economía" es la que se practica a diario en los hogares: no gastar más de lo que se ingresa, porque de otro modo el mes próximo habrá que pagar los mismos gastos más los que no se hicieron efectivos el mes anterior. De allí que sea necesario mantener "equilibrio presupuestario", y, puesto que es difícil, o bien lleva tiempo, lograr más ingresos, lo más efectivo y rápido es gastar menos.

"Per contra" cuando la economía es "política", o sea, se aplica al conjunto, esto es, cuando las cuentas son las cuentas públicas, además de mantener por supuesto el equilibrio presupuestario, los gobiernos deberían diseñar un manejo estratégico de los ingresos y gastos, y como en las provincias no existe mucho margen para operar sobre los impuestos porque estos en su mayoría tienen proyección nacional, los gobiernos deben abocarse, en términos estratégicos, a diseñar un esquema de gastos lo más funcional a las necesidades de desarrollo de la Provincia, habida cuenta de que el correcto desempeño de la gestión pública es decisivo en una economía subdesarrollada.

Qué se hizo y qué no se debió hacer

Sin embargo, lejos de haber propuesto el Gobierno provincial, desde su etapa inicial hace diez años, un esquema racional de desarrollo y haber adecuado el gasto público a esos objetivos, se partió de una carencia absoluta de objetivos y se dilapidaron los importantes recursos recibidos a lo largo de casi diez años, en gasto superfluo, que incluyó agrandar innecesaria e irresponsablemente la plantilla de personal, "estrategia" que también se observó fuera del Ejecutivo provincial y en muchos municipios.

Claramente, en lugar de engrosar el rubro personal a ritmos que en el caso de algunos años más que triplicaron la tasa de crecimiento de la población, se debió aplicar esa generosa masa de recursos adicionales a la obra pública, debidamente controlada por la Legislatura y no diseñada desde "fondos de reparación histórica" que asignaban discrecionalmente los fondos a algunos departamentos y, peor aún, no se concretaban en obras. Si así se hubiera hecho, ejecutando obras de saneamiento, un rediseño de la educación, especialmente, la primaria, apoyo a las actividades productivas de mayor dinamismo, además de otras iniciativas, la Provincia luciría sin duda mejor y probablemente los fenómenos de desnutrición, desempleo y pobreza extrema, si no eliminados, claramente serían hoy menos lascerantes.

Los manotazos de ahogado que ahora y tarde -practica el Gobierno, solamente desnudan la precariedad cuando no inexistencia- de acciones de los diez años desperdiciados y, en ausencia de un plan estratégico que el decreto tampoco evidencia, no aseguran mejor gestión, porque tampoco se ha partido previamente de un diseño funcional de armado de gobierno, para compararlo con el existente y proceder a las rectificaciones.

En definitiva, enhorabuena que el Gobierno tome nota de que gasta mucho y mal.

Probablemente el decreto 1603 podrá lograr, y ojalá así sea, gastar menos. Sin embargo, nada hace pensar que esto implique, a su vez, gastar bien.

 

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