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Una bebé prematura trajo un mensaje de esperanza

Alfonsina Abán nació en la semana 26 de gestación. Vive con normalidad gracias al apoyo de su familia y del hospital. En Salta, el 8% de los bebés llega antes de tiempo.
Domingo, 26 de noviembre de 2017 01:05
Foto: Jan Touzeau

Casi 8 de cada 100 bebés nacen en Salta por un parto prematuro. Esta cifra es similar al promedio nacional, que llega al 8%. Se espera que este número aumente en los próximos años, como ha sucedido en los países desarrollados. En Estados Unidos, por ejemplo, llegó a superar el 12%. Son datos preocupantes ya que la prematurez es la primera causa de mortalidad infantil. Aunque, si existen todas las condiciones, es más probable que los bebés prematuros vivan. Días atrás se celebró la Semana del Prematuro para concientizar sobre los derechos de ellos y de sus familias.
Andrea Céspedes tuvo amenazas de aborto a partir de la octava semana del embarazo. En la semana 25 tuvo un prolapso de bolsa -esta se cayó- y debió permanecer en el Hospital Materno Infantil internada con las piernas hacia arriba. Una semana después, tras contracciones fuertes, debieron practicarle una cesárea. El viernes 15 de enero de 2016 nació Alfonsina, que pesaba 890 gramos y medía 35 centímetros, para completar la familia que integran Andrea, su marido, Hebert Abán, y la niña Julieta. 
Tras el parto, a Andrea le dijeron que la bebé no iba a vivir y no se la acercaron al pecho porque inmediatamente la pusieron en una incubadora para calentarla.
La médica Soria, que vio a su hija, le dijo que sus órganos estaban completos pero que había tenido un problema y la estaban resucitando. Como los pulmones no habían madurado lo suficiente, Alfonsina no podía respirar sola. La médica le dijo que rezara, que ellos iban a hacer lo mejor y que el resto quedaba en manos de Dios.
Cuando Andrea fue a ver a su hija, calculó que entraba en la palma de su mano. Al verla, una enfermera le dijo que, si se sacaba leche, su hija iba a vivir. Ella hasta entonces no lo había hecho porque le habían dicho que las perspectivas no eran buenas. Sin dudar, fue al lactario a sacarse leche y comenzó con su rutina de ir al hospital por la mañana y quedarse allí hasta tarde por la noche.
“Alfonsina empezó a pelear. No me dejaban tocarla porque me decían que así la estimulaba y bajaba de peso. Entonces yo me sentaba y le hablaba por donde pasaban los cables. Como su papá y su hermana le cantaban canciones cuando estaba en la panza, las grabábamos en el celular y yo se las pasaba para que los escuchara”, contó Andrea. 
Alfonsina empezó a crecer y su mamá, a su lado, le hacía sentir que no estaba sola, sino que tenía una familia, así ella viviera dos horas, dos años o veinte. “Es mucho dolor. Se rompe el alma porque uno se imagina que va a nacer a los nueve meses y que va a salir en los brazos. Yo llegaba al hospital, veía a las mamás con sus bebés en brazos y me largaba a llorar”. 

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Casi 8 de cada 100 bebés nacen en Salta por un parto prematuro. Esta cifra es similar al promedio nacional, que llega al 8%. Se espera que este número aumente en los próximos años, como ha sucedido en los países desarrollados. En Estados Unidos, por ejemplo, llegó a superar el 12%. Son datos preocupantes ya que la prematurez es la primera causa de mortalidad infantil. Aunque, si existen todas las condiciones, es más probable que los bebés prematuros vivan. Días atrás se celebró la Semana del Prematuro para concientizar sobre los derechos de ellos y de sus familias.
Andrea Céspedes tuvo amenazas de aborto a partir de la octava semana del embarazo. En la semana 25 tuvo un prolapso de bolsa -esta se cayó- y debió permanecer en el Hospital Materno Infantil internada con las piernas hacia arriba. Una semana después, tras contracciones fuertes, debieron practicarle una cesárea. El viernes 15 de enero de 2016 nació Alfonsina, que pesaba 890 gramos y medía 35 centímetros, para completar la familia que integran Andrea, su marido, Hebert Abán, y la niña Julieta. 
Tras el parto, a Andrea le dijeron que la bebé no iba a vivir y no se la acercaron al pecho porque inmediatamente la pusieron en una incubadora para calentarla.
La médica Soria, que vio a su hija, le dijo que sus órganos estaban completos pero que había tenido un problema y la estaban resucitando. Como los pulmones no habían madurado lo suficiente, Alfonsina no podía respirar sola. La médica le dijo que rezara, que ellos iban a hacer lo mejor y que el resto quedaba en manos de Dios.
Cuando Andrea fue a ver a su hija, calculó que entraba en la palma de su mano. Al verla, una enfermera le dijo que, si se sacaba leche, su hija iba a vivir. Ella hasta entonces no lo había hecho porque le habían dicho que las perspectivas no eran buenas. Sin dudar, fue al lactario a sacarse leche y comenzó con su rutina de ir al hospital por la mañana y quedarse allí hasta tarde por la noche.
“Alfonsina empezó a pelear. No me dejaban tocarla porque me decían que así la estimulaba y bajaba de peso. Entonces yo me sentaba y le hablaba por donde pasaban los cables. Como su papá y su hermana le cantaban canciones cuando estaba en la panza, las grabábamos en el celular y yo se las pasaba para que los escuchara”, contó Andrea. 
Alfonsina empezó a crecer y su mamá, a su lado, le hacía sentir que no estaba sola, sino que tenía una familia, así ella viviera dos horas, dos años o veinte. “Es mucho dolor. Se rompe el alma porque uno se imagina que va a nacer a los nueve meses y que va a salir en los brazos. Yo llegaba al hospital, veía a las mamás con sus bebés en brazos y me largaba a llorar”. 

Otro gran desafío

Dos semanas después de nacer, a Alfonsina le agarró una bacteria llamada seudomona que es fatal para cualquier bebé y, peor aún, para un prematuro. “El jueves 28 de enero estaba helada. Tenía 34 °C de temperatura”, relató Andrea. Tras el tratamiento de los médicos contra la bacteria, Alfonsina empezó a sangrar. Era tanta la sangre que perdía que por la noche le hicieron una transfusión. La bebé no mejoraba y parecía estar de nuevo al borde de la muerte. Entonces la médica la sacó de la incubadora y se la dio a Andrea para que se despidiera de su bebé. En eso estaban cuando apareció la doctora Soria, que le dio esperanzas. “La pusieron en mi pecho y estaba despierta. Luego vino mi marido con el obispo de la iglesia mormona y le dieron una bendición. El le dijo: ‘Para que vivas’. Yo no pensé que Alfonsina iba a vivir. Yo la había visto y la había tocado cuando tenía 34 °C y estaba morada”, dijo.
Como el sangrado también había sido interno, una médica temía que el derrame en su cabeza causara una parálisis cerebral. “Al día siguiente fui con el certificado de nacimiento para hacer el trámite de defunción y la china estaba viva tratando de sacarse el respirador”, contó. El médico que hacía diagnóstico por imágenes le aseguró que tenía un derrame de grado uno, común en los prematuros y que sería absorbido por el cerebro. A pesar de la perspectivas, Alfonsina empezó a mejorar. 
“Nunca vi tanta dedicación como en ese hospital. No es solo su trabajo sino que también aman a los chiquitos que cuidan. El Materno Infantil es excelente”, aseguró Andrea. 
Las únicas secuelas que tiene Alfonsina son una displasia broncopulmonar, provocada por muchas extubaciones fallidas y una inflamación sobre la glotis. La única solución para que dejara el oxígeno y no aumentara la displasia fue una traqueotomía. “Nos dieron el alta a los 4 o 5 meses y aprendimos lo que era aspirar y cambiar una traqueo”, contaron su mamá y su papá. Luego estuvieron con internación domiciliaria y los médicos iban a controlarla todos los días.
En los próximos días a Alfonsina la van a operar y respirará sola. “Ella va a tener una vida normal, a nosotros nos quedó el susto”, confesaron. “Estos dos años fueron de sacrificios arduos porque no dormíamos para ver que ella respirara bien y estuviera viva. Nos turnábamos para dormir cada dos horas. Tuvimos que adaptar la casa y nuestras vidas”.
Andrea dejó su trabajo cuando nació Alfonsina y ahora da clases en el Polo de Reingreso al Nivel Secundario, cuatro horas los viernes. Hebert trabaja en el Instituto Superior del Profesorado de Arte (ISPA) y en la Escuela de Bellas Artes Tomás Cabrera. Ambos son profesores de Ciencias Políticas.
Además de los problemas que debieron sortear por la salud de su hija, también debieron luchar por su cobertura sanitaria. “En el hospital no querían atenderla porque ella tenía obra social y la obra social, como yo era monotributista, no podía cubrirla a ella”, manifestó Hebert. 
“En las obras sociales se hacen los tontos con los derechos... Existe una laguna para cubrir a los prematuros porque hay que esperar seis meses de carencia. Eso es su vida”, sentenció Andrea. “El (hospital) público se portó muy bien con nosotros. Cuando más lo necesitamos, estuvieron desde la parte científica y también desde la parte humana”, valoró.
“El nacimiento de niños prematuros está en aumento por una cuestión sociológica y biológica. Toda la sociedad presiona a las mujeres para que lleven una vida agitada. Cuando uno ha visto la muerte tan de cerca, se da cuenta de que son otras cosas las que importan”, cerró Andrea.

Caminata en el Parque del Bicentenario

Hoy, a las 8.30, habrá una caminata para inaugurar el Bosquecito de los Prematuros en el Parque del Bicentenario. Organizan la Sociedad Argentina de Pediatría y la Red de Familias Prematuras.
La semana pasada se celebró la Semana del Prematuro y se buscó difundir el octavo derecho del prematuro que es el derecho a la información y a la toma de decisiones. 
Para contactarse con la Red de Familias Prematuras: www.fa miliasprematuras. com.ar, red @familias prematuras.com.ar y, en Facebook, Red De Familias Prematuras.

Derechos a saber

1- Controlar el embarazo. Podés prevenir en muchos casos la prematurez y otras complicaciones.

2- Nacer y ser atendidos en lugares adecuados, si sabés que tenés riesgo de tener un parto prematuro asesorate sobre cuál es el hospital o maternidad más apropiada.

3. Recibir atención adecuada a las necesidades del bebé, considerando sus semanas de gestación, su peso al nacer y sus características individuales.

4- Recibir cuidados de enfermería de alta calidad. Tenés derecho a solicitar información sobre los beneficios del contacto piel a piel.

5- Ser alimentados con leche materna. La leche materna es el mejor alimento par el niño nacido de parto prematuro ya que aumenta las defensas.

6- Prevenir la ceguera por retinopatía (ROP). Su control debe ser en la neonatología y después del alta hospitalaria. 

7- Acceder a un programa de seguimiento, que tiene por finalidad prevenir y atender dificultades que se presentan con frecuencia en el crecimiento, desarrollo, aprendizaje, movimiento, visión y audición. Es indispensable contar con un equipo de especialistas.

8- Recibir información y participar en la toma de decisiones. La familia debe formar parte del equipo de salud. 

9- El bebé debe ser acompañado por su familia todo el tiempo. La familia posee un papel protagónico en el cuidado del bebé. Los padres en la neonatología no son visita. 

10- Aquellos niños que evolucionan con discapacidades tienen derechos por ley a una vida social plena. Podés informarte sobre todos los recursos existentes para proteger sus derechos.
 

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