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“El 'Cuchi' Leguizamón torció el rumbo en el folclore”

El pianista entrerriano Carlos Aguirre dialogó con El Tribuno
Domingo, 26 de noviembre de 2017 14:46

El pianista entrerriano se presentó recientemente en la sala sinfónica del CCK. Allí recorrió “Calma”, su disco más reciente junto a Fenando Silva y Luciano Cuviello, en una propuesta que mixtura el jazz con ecos folklóricos. Antes de encontrarse con el público, el artista dialogó con El Tribuno y habló de la importancia del Cuchi Leguizamón, Dino Saluzzi y Manuel Castilla, dentro de su propia obra que, para muchos, renueva a la música popular argentina de este siglo. 

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El pianista entrerriano se presentó recientemente en la sala sinfónica del CCK. Allí recorrió “Calma”, su disco más reciente junto a Fenando Silva y Luciano Cuviello, en una propuesta que mixtura el jazz con ecos folklóricos. Antes de encontrarse con el público, el artista dialogó con El Tribuno y habló de la importancia del Cuchi Leguizamón, Dino Saluzzi y Manuel Castilla, dentro de su propia obra que, para muchos, renueva a la música popular argentina de este siglo. 

La calma, que se traduce en austeridad sonora, es el hilo conductor de tu último trabajo ¿por qué partiste desde ese concepto?

Siento que la inmediatez que proponen las nuevas formas de la comunicación, como las redes sociales, generar el hecho de que uno todo el tiempo tenga que ser noticia de algo. Entonces hay como una necesidad permanente de mostrarse y que muchas veces va contra los naturales procesos de la creatividad, que tienen otros tiempos, porque te tienen que caer algunas fichas para encontrar un qué decir. En ese apuro por estar mostrando, a veces no se dice mucho. Uno escucha cosas sin mucha sustancia. De todas maneras, creo que hay mucha gente que está haciendo cosas muy lindas y con mucha personalidad, pero no es tan frecuente. Siempre ha sido un poco así. Pero hay algunos que vienen a torcer el rumbo de las cosas.

¿Quiénes han torcido ese rumbo?

Pienso en cuando aparece la figura del Cuchi en algún momento en nuestro folclore, en esos referentes que justamente son referentes porque provocaron un cimbronazo y aparece un nuevo concepto de algo que antes no se había pensado así. Pasa poco, pero pasa. Tuve la suerte de ser parte de un jurado del Fondo Nacional de las Artes y escuché cosas muy hermosas de músicos de distintas provincias.

Tu obra es tomada como referencia por muchos músicos actuales ¿quiénes son tus influencias?

Podría no terminar nunca con mi lista de referentes, porque son muchos, pero uno de los más grandes sin dudas es Dino Saluzzi. Para mí fue muy importante escucharlo por primera vez. Me transformé inmediatamente en un fan del tipo, un fan también analítico, para ver qué cosas podía aprender de él. También el Mono Fontana es ineludible. Diego Schissi está haciendo un trabajo tremendo, también el Juan Quintero. Un maestro en Paraná que es Gary Di Pietro que formó a varias generaciones de músicos. Hay referentes por distintas causas, como melodista, Ramón Ayala. También Aníbal Sampayo, a quien tuve la suerte de conocer: su música se corresponde con su vida, algo que muchos denominarían coherencia. Es un tipo con la capacidad de leer la necesidad popular y a la vez transformarla en poesía. La gente se reconoce en la obra de él. Coqui Ortiz también, Matías Ariazzu que es más joven, Hernán Jacinto. Yo aprendo de los jóvenes.

En este disco, a diferencia de otros, prescindís de la palabra ¿por qué aparece esa necesidad?

En mi vida se dio primero la aparición de la música como una práctica cotidiana. Arranqué desde muy chico a estudiar. Entonces durante mucho tiempo fue solo la música en mí. Ni siquiera componía, pero interpretaba muchas obras clásicas y tenía mucha debilidad por escuchar jazz o piezas instrumentales. Cuando fuí creciendo, tuve la necesidad de la palabra y de escuchar la canción, de empezar a componer también con letra. Paralelamente, tuve el estímulo de ciertas lecturas: Juan Ortiz, inevitablemente.

Además de Ortiz ¿qué poetas o autores te conmueven?

Tuve la inmensa suerte de que se geste un cruce con Arnaldo Calveyra. Me enamoré de su manera muy sonora de construir poesía. Disfruté mucho de los encuentros con él, entre otras cosas porque hablaba mucho de su vínculo con la música, de hecho era pianista. Soy muy fan de Daniel Moyano, Edgar Morisoli, Haroldo Conti, la poesía de Atahualpa, de Fandermole. Leer a Manuel Castilla, incluso por fuera de las canciones, es una experiencia muy interesante. El canto del gozante es un libro muy recomendable, una poesía de una potencia enorme.

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