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“El cáncer de vesícula es mucho más frecuente en regiones como la de Salta y cerca de la cordillera”

Gerardo Arroyo, médico oncólogo e investigador independiente.
Domingo, 10 de diciembre de 2017 00:06

Gerardo Arroyo, médico con especialidad en clínica y oncología, forma parte de un grupo de investigadores que trabajan de manera independiente en Salta, Jujuy, Córdoba, La Rioja, Río Negro, CABA y Tucumán. Unos meses atrás fueron premiados por sus estudios sobre cáncer de vesícula, que constituye la tercera causa de muerte por cáncer en mujeres en Salta, luego del cáncer de mama y el de cuello uterino. En una entrevista con El Tribuno, el médico manifestó la necesidad de que haya más apoyo, tanto público como privado, para la investigación científica. 

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Gerardo Arroyo, médico con especialidad en clínica y oncología, forma parte de un grupo de investigadores que trabajan de manera independiente en Salta, Jujuy, Córdoba, La Rioja, Río Negro, CABA y Tucumán. Unos meses atrás fueron premiados por sus estudios sobre cáncer de vesícula, que constituye la tercera causa de muerte por cáncer en mujeres en Salta, luego del cáncer de mama y el de cuello uterino. En una entrevista con El Tribuno, el médico manifestó la necesidad de que haya más apoyo, tanto público como privado, para la investigación científica. 

Arroyo fue jefe del Programa de Oncología de la Provincia desde 2003 a 2006 y es presidente del Intergrupo Latinoamericano de Oncología Gastrointestinal (Ilogi), conformado por médicos oncólogos de la Argentina y de Chile, que hacen estudios colaborativos de manera independiente.

¿Qué tipo de investigaciones realizan?

Hacemos investigación, sobre todo en cáncer de vías biliares, porque es muy frecuente en el noroeste argentino (NOA). En realidad, en todo el oeste argentino. El cáncer de vesícula es la tercera causa de muerte por cáncer en mujeres en Salta -después del cáncer de mama y de cuello uterino-, lo cual es mucho más frecuente que en otros lugares del mundo, sobre todo en Europa y Estados Unidos, donde debe de ubicarse detrás de la décima... Son muy poquitas las regiones del mundo, entre ellas, Salta, donde el cáncer de vesícula es muy frecuente.

¿Eso a qué puede deberse?

Es muy interesante la epidemiología del cáncer de vesícula. Si uno toma la incidencia, o sea, el número de casos nuevos, en todo el continente americano, encuentra que cerca de la Cordillera de los Andes la frecuencia, la incidencia y, por ende, la mortalidad, es muy alta. En Chile es la segunda causa de muerte por cáncer en mujeres y era la primera hasta hace poco. En Perú, Bolivia y Ecuador también es alta... Si uno va a Brasil, Uruguay o, dentro de la Argentina, a Buenos Aires, la tasa de incidencia de mortalidad se igual a la de Europa y EEUU, que es mucho más baja. O sea que hay un factor ambiental, no sabemos cuál, como causa. Lo tenemos que averiguar.

¿Qué más puede ocasionarlo?

Un factor dietario puede ser que contribuya. Hay trabajos que gozan de un nivel de evidencia científica, que casi casi, confirman que, por ejemplo, el ají rojo picante es una de las causas en Chile. Hay una evidencia de estudios genéticos muy serios, que fueron publicados hace muy poquito por un matemático español, que vive e investiga en Heidelberg, Alemania. Tras estar en contacto con gente de Chile, donde el cáncer de vesícula es un problema, hizo un estudio y demostró que la ancestría mapuche es un factor que lo predispone. Antes no se sabía esto y los estudios no mostraban un componente genético como factor de riesgo. Este matemático distinguió que las etnias no son todas iguales. El demostró que los aymara del norte están “protegidos” por sus genes por factores que no conocemos. En cambio, los mapuches tienen un riesgo muy elevado.

Y aún es más interesante. Unos meses antes de esa publicación científica, publiqué un trabajo junto con Alberto Gentile, que es un médico epidemiólogo excelente, y el genetista Luis Parada, un investigador estupendo de cáncer de las vías biliares e hígado. Entre los tres escribimos un trabajo a pedido de un médico de Estados Unidos en The Chinese Clinical Oncology, una revista de renombre internacional. Gentile, al ver la epidemiología del cáncer de vesícula, que es muy frecuente en el NOA y en la región de Mendoza, San Juan y Neuquén, analizó que las dos zonas “calientes” de la Argentina habían recibido mucha inmigración de Bolivia -la primera- y de mapuches -la segunda-. 

Él postuló, sin conocer el trabajo que mencioné antes, que es probable que el riesgo alto en ambas regiones haya sido transferido por factores genéticos. Es decir, que el estudio epidemiológico fue avalado luego por el estudio genético del otro investigador, sin conocer ninguno lo que el otro investigaba. O sea que la predisposición genética se la puede considerar como un factor de riesgo. Nos falta investigar mucho más, por supuesto.

¿Cuál es el premio que recibieron?

Hicimos un trabajo clínico, que se llama traslacional, o sea, con pacientes con cáncer de vesícula de Salta, Jujuy, Córdoba y Tucumán, en conjunto con oncólogos de estas provincias. Tomamos fragmentos de los tumores y estudiamos un gen que se llama c-met, que funciona como un oncogen. Es decir, cuando muta o se altera, se puede activar y eso hace que el tejido nuevo que se está formando termine convirtiéndose en cáncer. Como este gen no estaba estudiado en cáncer de vesícula, lo analizamos y encontramos que está alterado en la mitad de los pacientes y confiere un peor pronóstico, lo cual es coherente biológicamente. Eso nos mereció ganar el primer premio en la XXVII Reunión de Trabajos y Actualización Post Chicago, que se realizó en agosto último en Tucumán, donde se presentaron resúmenes de los mejores trabajos del congreso mundial para actualizar los temas y también los mejores trabajos de la Argentina en oncología.

¿Por qué el interés por investigar cáncer de vesícula?

Yo me recibí y me formé en clínica médica en la UBA. Después hice la residencia en el Hospital de Clínicas José de San Martín. Luego fui al Instituto Nacional del Cáncer, en EEUU, donde me especialicé en oncología. En estos lugares veía un paciente con cáncer de vesícula cada muerte de obispo, como se dice. Cuando llegué a Salta me di cuenta de que era mucho más frecuente. Eso nos llevó a hacer todo esto...

¿Durante cuánto tiempo hicieron la investigación?

Es una buena pregunta porque refleja lo lentos que somos porque no tenemos recursos. Duró cuatro años, cuando en EEUU se hace en meses. Peor es nada y no hay que ponerse muy ansioso porque, si no, uno se deprime pero nos gustaría ser un poquito más rápidos y hacer más cosas. Lo hemos hecho lentamente porque estamos recontralimitados y ninguno vive de esto. Sin embargo, tenemos publicaciones, trabajos presentados en congresos, este premio y hemos logrado un contacto con la Mayo Clinic, que es una de las más importantes de EEUU. El sector que hace investigación en cáncer de vías biliares va a estudiar 160 genes en las muestras que les enviemos de pacientes con cáncer de vesícula. Va a ser el estudio de Latinoamérica más grande hecho en cáncer de vesícula. A través de esa puerta que se abrió esperamos abrir más y que, teniendo un poquito más de peso, tengamos más apoyo tanto del Gobierno como de la parte privada.

¿Se cura hoy el cáncer de vesícula?

Alrededor de un 15%. El problema es que el avance de la medicina surge en Europa y EEUU, donde se investiga con muchísimo dinero y recursos humanos. En estos lugares el cáncer de vesícula está muy por detrás de otros cánceres. Entonces hay otras prioridades. Investigan cáncer de mama, de próstata, de pulmón, de colon, entre otros, que son mucho más frecuentes. Es lógico. No tienen el problema como nosotros. 

Ahí debería estar el Estado...

Ahí tendría que haber un poquito más de apoyo. Está dando algo desde el gobierno anterior, que creó en 2010 el Instituto Nacional del Cáncer. Hay becas, es interesante y es algo bueno. Yo tengo la esperanza de que con el mejoramiento del funcionamiento del Estado a mediano plazo, quizás tengamos un poquito más de apoyo.

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