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“Los hombres violentos se consideran comandantes de la relación con las mujeres”

Entrevista con Paulo Víctor Leite Lopes, antropólogo.
Domingo, 10 de diciembre de 2017 01:08

Paulo Víctor Leite Lopes es licenciado en Ciencias Sociales, maestro y doctor en Antropología Social graduado en la Universidad de Río de Janeiro y, actualmente, trabaja como profesor del Departamento de Antropología de la Universidad Federal de Río Grande do Norte. 
Estuvo como disertante en las jornadas de Estado, Derecho y Diversidad, organizadas por la Escuela de Antropología, Instituto de Investigaciones en Cultura y Arte (IICA) y el Instituto de Investigaciones en Ciencias Sociales y Humanidades (Icsoh) de la Universidad Nacional de Salta con apoyo del Observatorio de Violencia contra las Mujeres. 
Durante el encuentro analizó la “administración de la violencia de género”, y reflexionó sobre los “desafíos en torno a varones que ejercen violencia”.
En diálogo con El Tribuno, Leite Lopes, con la traducción de Hernán Ulm, director del IICA, habló sobre la problemática de la violencia de género y la implementación de grupos reflexivos de hombres agresores como una vía de prevención.
Según el especialista, el problema de fondo es una estructura jerárquica machista que naturaliza que el varón es el que domina y que tiene una posición de superioridad sobre la mujer. “El machismo es una práctica política pública generalizada”, afirmó

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Paulo Víctor Leite Lopes es licenciado en Ciencias Sociales, maestro y doctor en Antropología Social graduado en la Universidad de Río de Janeiro y, actualmente, trabaja como profesor del Departamento de Antropología de la Universidad Federal de Río Grande do Norte. 
Estuvo como disertante en las jornadas de Estado, Derecho y Diversidad, organizadas por la Escuela de Antropología, Instituto de Investigaciones en Cultura y Arte (IICA) y el Instituto de Investigaciones en Ciencias Sociales y Humanidades (Icsoh) de la Universidad Nacional de Salta con apoyo del Observatorio de Violencia contra las Mujeres. 
Durante el encuentro analizó la “administración de la violencia de género”, y reflexionó sobre los “desafíos en torno a varones que ejercen violencia”.
En diálogo con El Tribuno, Leite Lopes, con la traducción de Hernán Ulm, director del IICA, habló sobre la problemática de la violencia de género y la implementación de grupos reflexivos de hombres agresores como una vía de prevención.
Según el especialista, el problema de fondo es una estructura jerárquica machista que naturaliza que el varón es el que domina y que tiene una posición de superioridad sobre la mujer. “El machismo es una práctica política pública generalizada”, afirmó

¿Cómo es posible enfrentar la violencia de género?

Hay diferentes formas de enfrentarla. Uno de los caminos interesantes es enfocarse en los hombres. Existen muchas razones para que una relación culmine en violencia doméstica, más allá de las cuestiones que normalmente se piensan en torno a las mujeres, o las cuestiones de femineidad. Hay también una serie de cuestiones respecto de la masculinidad o de la situación de los varones al interior de la violencia doméstica. Tanto las razones del lado de la femineidad, como de la masculinidad son razones que concurren hacia un mismo lugar. No son razones que compiten entre sí o vayan paralelas sino que se complementan, que componen un conjunto. Es necesario que los hombres agresores que participan de esa situación de violencia puedan reflexionar en torno a las cuestiones de género.

Entonces la reflexión es una vía de solución a la problemática... 

Es importante el momento de reflexión de los propios varones agresores al interior de esta situación de violencia. Realicé un trabajo de tesis doctoral en Río de Janeiro, que consistió en acompañar a los grupos reflexivos conformados por varones agresores, determinados a partir del Tribunal de Justicia. Estos grupos están previstos por la ley María da Penha, promulgada por el Gobierno brasileño en 2006, como respuesta al incremento de actos de violencia de género y tras intensas movilizaciones de movimientos feministas.
En su articulado, la ley contempla la creación de estos grupos por parte del Estado para contener y trabajar con los varones agresores. Los grupos están conformados, además, por psicólogas, asistentes sociales y otros especialistas en temas de violencia de género. A partir del trabajo con los propios varones se busca repensar la situación de violencia de género, los valores y prácticas de esos hombres tanto en el espacio doméstico como fuera de el. 

¿Qué contenidos se tratan en los grupos?
Se busca que reflexionen sobre la división de género en el trabajo doméstico, en el ámbito laboral, en la familia, en la paternidad, en la distribución de los roles sociales, políticos en nuestra sociedad y la administración de conflictos en forma no violenta, es decir, que puedan reflexionar en torno a valores que permitan una solución de conflictos en modo no agresivo. No se trata de anular el conflicto sino de resolverlo. En los grupos ellos pueden discutir, problematizar y autoreflexionar. 

¿Cómo actuaba la Justicia con relación a los casos de violencia de género?

La resolución del conflicto por la vía judicial, policial, criminal no resuelve el problema de fondo porque, una vez que se cumple el plazo de la denuncia, condena, o límite de las resoluciones judiciales, este varón agresor permanece con los mismo valores, no cambió su conducta ni su forma de resolver el conflicto, entonces la Justicia, el sistema policial se desentiende de ese varón, lo castiga pero se desentiende. 

¿Las mujeres también podrían conformar grupos reflexivos?

Un primer aspecto en el trabajo con las mujeres es que puedan empoderarse, tomar noción de su propio lugar en ese estado de violencia doméstica. Hay que partir de ese punto para empezar a implementar políticas de acción con las mujeres. No es una sola política la que va a permitir modificar la situación, sino que tienen que haber varias, coordinadas entre si, que permitan modificar la cuestión.

¿Qué lleva a un varón a ejercer la violencia de género?

El problema de fondo es el machismo, una concepción jerárquica de la relación de género. Los hombres se consideran propietarios o comandantes de la relación con las mujeres. La cuestión principal tiene que ver con los valores marcados por ese machismo que permean y atraviesa todas la relaciones sociales en estos varones. El telón de fondo de toda la problemática de la violencia de género sigue siendo esta estructura jerárquica machista que piensa que el varón es el que domina y que tiene una posición de superioridad sobre la mujer.

¿Esto puede atribuirse a la cultura, la crianza, los valores familiares inculcados desde la infancia?

Sí, pero no solo tiene que ver con eso sino también con la escuela, el mundo público y el laboral. Estas lógicas machistas, si bien tienen en el ámbito doméstico un lugar de formación, no es el único lugar en el que se forman. El machismo es una práctica política pública generalizada. Porque, si solo fuera del ámbito doméstico, bastaría con reeducar a la familia y no habría problema. El machismo está en la familia y fuera de ella: en la escuela, en la calle, en la cancha, en las iglesias. La estructura machista no es solo una estructura doméstica sino que es pública, política. Hay que tratar el problema como una cuestión de Estado.

¿Los grupos podrían recibir tam bién a varones no agresores?

Sí. Lo importante es marcar que estos grupos donde se trabaja con varones agresores están abiertos o pueden estar abiertos a cualquiera de nosotros. No hace falta ser un varón agresor para participar porque hacer eso sería circunscribir el problema a una cuestión individual. Están abiertos a que podamos interactuar y reflexionar.

¿Qué organismo lleva adelante los grupos?
Depende de cada provincia, municipalidad. La ley María da Penha es el marco y se pueden crear a partir de diferentes instancias estatales: municipal, provincial o nacional. También pueden ser implementados a través del sistema judicial u ONG. 

¿Se estudió si los grupos contribuyeron a disminuir los casos de violencia de género en Río de Janeiro?

Ese es uno de los desafíos de esa política. Si bien se hacen relevamientos, esos datos no son absolutamente confiables como para saber si los grupos tienen un efecto concreto, porque si bien la reincidencia de los varones puede disminuir, no se previó cómo medir si esa baja es porque fue tal o porque no se esta denunciando el caso. No siempre que hay violencia doméstica hay denuncia.

Entonces, tienen un desafío...

El verdadero desafío político a partir de ahora es realmente poder hacer un estudio metodológico en mediano plazo que tome en consideración esto. El problema es que, para hacer ese trabajo, uno choca contra las dificultades propias de la administración del Estado como la falta de recursos, los programas de corto plazo que no se pueden continuar y es difícil volver a hacer ese estudio sin presupuesto ni acompañamiento estatal.

Hay muchas barreras...

Hay que pensar hasta qué punto esas dificultades de la administración estatal, de recursos, no forman parte del machismo que estructura toda nuestra sociedad. Es un gesto machista el desinterés por el resultado de esa política. 

En Salta, una fundación trabaja con este tipo de grupos desde 2014. ¿Sería importante que haya más iniciativas de este tipo? 

Sería positivo que se implementen más aquí en Salta, en Argentina y que también se trabaje con grupos de mujeres porque no son trabajos opuestos separados, tienen que conjugarse entre sí. También se debe trabajar mucho en la protección física y subjetiva de las mujeres que son sujetos efectivos de esa violencia. En Brasil inicialmente estos grupos se hicieron por ONG y a los varones se les otorgaba una pequeña recompensa económica por participar. A partir de 2006, con la ley, esa participación se hizo compulsiva. Un varón culpable tiene la posibilidad penal, en lugar de ir preso, de cumplir con el trabajo en los grupos de reflexión, lo cual genera un debate también porque el hombre va luego de que la violencia sucedió. En este sentido sería importante poder estructurar estos grupos antes de que la violencia suceda. Podrían estar funcionando en centros de salud, escuelas, la universidad.

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