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Cómo atentamos contra la República

Lunes, 11 de diciembre de 2017 00:03

Dos sucesos que se vinculan en el contenido de su procedimiento han acontecido en los últimos días y son la jura de Carlos Saúl Menem, la jura de Cristina Fernández de Kirchner y la elección de las autoridades legislativas en Salta.
El denominador común, de estos hechos que ocurrieron en ámbitos institucionales y geográficos distantes fue la violación a los códigos que están más firmes aquí que las leyes y rigen la convivencia política en el ámbito de las instituciones de la democracia de carácter representativo.
Da la impresión que la desaprensión con la que algunos representantes se manejan dentro de esas instituciones se origina en conductas netamente transgresoras sin apego a referencias éticas o normas necesarias para el armónico devenir de esos cuerpos.
Los móviles son otra historia, más repugnante aun. En la nación desvirtúan impiadosamente el sentido de los fueros para protegerse de la cárcel. En Salta se anquilosan dirigencias viejas, gastadas que ya han dado todo lo que podían y no quieren asumir su agotamiento dejando además, dudas en la ciudadanía si no están protegiendo conductas non santas.
Einstein, de quien dudo a veces si era humano o un enviado dijo alguna vez “La vida es muy peligrosa. No por las personas que hacen el mal sino por las que se sientan a ver lo que pasa”. Lo más grave de la situación apuntada han dejado de ser algunos de nuestros legisladores, impresentables por cierto, sino la sociedad que se sienta a ver lo que pasa. Y deja en manos de Elisa Carrió la tarea de denunciar esta dolorosa degradación de las instituciones.
Todos debemos hacernos cargo de estas anomalías políticas que horadan los poderes de la república. Algunas columnas, excelentes por cierto, he leído en El Tribuno. Una de ellas, del doctor Juan Agustín Pérez Alsina, pero en los ámbitos que frecuento, solo encontré un mutismo cómodo y cómplice. Las sociedades son como son pero la resignación es el mejor adoquinado al infierno, los argentinos debemos reaccionar y defender nuestra democracia, porque así será difícil creer en ella y eso nos está pasando. Volver sobre verdaderos patriotas cívicos para encontrar el mejor camino nos remite a Moisés Lebenshon “Doctrina, para que nos entiendan y Conducta, para que nos crean” ya daba a la conducta su justo valor en la convivencia política. Eso es en parte lo que algunos políticos desgraciadamente, han olvidado en nombre de intereses, ideologías o relatos.

 

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Dos sucesos que se vinculan en el contenido de su procedimiento han acontecido en los últimos días y son la jura de Carlos Saúl Menem, la jura de Cristina Fernández de Kirchner y la elección de las autoridades legislativas en Salta.
El denominador común, de estos hechos que ocurrieron en ámbitos institucionales y geográficos distantes fue la violación a los códigos que están más firmes aquí que las leyes y rigen la convivencia política en el ámbito de las instituciones de la democracia de carácter representativo.
Da la impresión que la desaprensión con la que algunos representantes se manejan dentro de esas instituciones se origina en conductas netamente transgresoras sin apego a referencias éticas o normas necesarias para el armónico devenir de esos cuerpos.
Los móviles son otra historia, más repugnante aun. En la nación desvirtúan impiadosamente el sentido de los fueros para protegerse de la cárcel. En Salta se anquilosan dirigencias viejas, gastadas que ya han dado todo lo que podían y no quieren asumir su agotamiento dejando además, dudas en la ciudadanía si no están protegiendo conductas non santas.
Einstein, de quien dudo a veces si era humano o un enviado dijo alguna vez “La vida es muy peligrosa. No por las personas que hacen el mal sino por las que se sientan a ver lo que pasa”. Lo más grave de la situación apuntada han dejado de ser algunos de nuestros legisladores, impresentables por cierto, sino la sociedad que se sienta a ver lo que pasa. Y deja en manos de Elisa Carrió la tarea de denunciar esta dolorosa degradación de las instituciones.
Todos debemos hacernos cargo de estas anomalías políticas que horadan los poderes de la república. Algunas columnas, excelentes por cierto, he leído en El Tribuno. Una de ellas, del doctor Juan Agustín Pérez Alsina, pero en los ámbitos que frecuento, solo encontré un mutismo cómodo y cómplice. Las sociedades son como son pero la resignación es el mejor adoquinado al infierno, los argentinos debemos reaccionar y defender nuestra democracia, porque así será difícil creer en ella y eso nos está pasando. Volver sobre verdaderos patriotas cívicos para encontrar el mejor camino nos remite a Moisés Lebenshon “Doctrina, para que nos entiendan y Conducta, para que nos crean” ya daba a la conducta su justo valor en la convivencia política. Eso es en parte lo que algunos políticos desgraciadamente, han olvidado en nombre de intereses, ideologías o relatos.

 

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