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Comando”, centinela frente al mar

Lunes, 11 de diciembre de 2017 00:04

Ellos vinieron con toda la tecnología realizando un despliegue impresionante, bajo el mando de avezados marinos. Buscaron en las profundidades la mínima alteración del irregular fondo marino argentino. Fue en vano. El trabajo fue incesante, a veces desalentador, atrapante, aunque hasta el momento la tecnología no pudo con la naturaleza.
Atrás de ellos, un país con la mínima esperanza de que se repita la historia de los 33 mineros, rescatados desde los 750 metros de profundidad, en Atacama. Pero el “estamos sanos en el refugio”, de aquel lejano 2010, esta vez no llegó.
El tiempo pasó y cada angustiante minuto dio paso a la monotonía del silencio. 
El destino, siempre cruel, adelantó la cita, no le importó promesas, afectos ni el ansia del regreso y vidas jóvenes con sueños simples se quedaron sin poder elaborar sus propias historias
Eran 44 “inquilinos” de un mundo oscuro, pero conocido, misterioso, pero para ellos apasionante; más que nada eran argentinos en un mar lleno de imponderables. 
El resto sin el consuelo de poder ayudar a buscar un “cigarrillo en una cancha de fútbol”, de acuerdo a la metáfora empleada por el vocero de la Armada, Enrique Baldi.
Los que habían llegado con sus imponentes naves que atronaron tierra, mar y aire por esos días en Comodoro Rivadavia se fueron yendo, ante el fracaso de la búsqueda.
También partieron los soldadores que en una titánica tarea ensamblaron y “sellaron” la gigantesca nave noruega que transportó el minisubmarino de los Estados Unidos.
Tristes volvieron los periodistas de distintos medios, que durante días mantuvieron informados, casi al instante, al país.
A partir de allí la ciudad, lentamente, recuperó su apacible escenografía: vientos fuertes, frío y la inmensidad del mar.
Sin embargo, hubo alguien que no abandonó, se trata de un perro negro de nombre “Comando” que no se cansa de esperar el regreso de su dueña: Eliana Krawczyk.
La primera mujer submarinista de la Argentina, que integraba la tripulación del submarino ARA San Juan, al que todavía siguen buscando en las profundidades del mar, tenía un especial cariño por los animales, según cuentan sus amigos en Mar del Plata.
“Aparte de ser una mujer con una gran entereza y fortaleza, que la que tenés que tener para ser submarinista, a la vez era un persona de una gran sensibilidad y ella amaba a los animales”, afirmó un conocido.
Eliana dedicaba gran parte de su tiempo en la base naval al cuidado de los perros que vivían allí.
“Comando”, intrépido como su dueña, no dudaba de zambullirse al mar, nadando a la par de la estela del agua que dejaba el submarino al salir del puerto.
Según cuentan, “Comando” repitió la hazaña en más de una oportunidad, cuando el submarino partía rumbo a sus misiones desde la ciudad de Mar del Plata. Los marineros de un remolcador conocían esta emocionante historia y no dudaron en compartirla en las redes sociales luego de la desaparición del ARA San Juan con 44 tripulantes a bordo.
“Quiere subir al submarino”, dice otro marino en el emotivo video. “Ahora se queda llorando hasta que vuelva”, agregó otra persona. 
Historia     simple, pero emotiva.
 

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Ellos vinieron con toda la tecnología realizando un despliegue impresionante, bajo el mando de avezados marinos. Buscaron en las profundidades la mínima alteración del irregular fondo marino argentino. Fue en vano. El trabajo fue incesante, a veces desalentador, atrapante, aunque hasta el momento la tecnología no pudo con la naturaleza.
Atrás de ellos, un país con la mínima esperanza de que se repita la historia de los 33 mineros, rescatados desde los 750 metros de profundidad, en Atacama. Pero el “estamos sanos en el refugio”, de aquel lejano 2010, esta vez no llegó.
El tiempo pasó y cada angustiante minuto dio paso a la monotonía del silencio. 
El destino, siempre cruel, adelantó la cita, no le importó promesas, afectos ni el ansia del regreso y vidas jóvenes con sueños simples se quedaron sin poder elaborar sus propias historias
Eran 44 “inquilinos” de un mundo oscuro, pero conocido, misterioso, pero para ellos apasionante; más que nada eran argentinos en un mar lleno de imponderables. 
El resto sin el consuelo de poder ayudar a buscar un “cigarrillo en una cancha de fútbol”, de acuerdo a la metáfora empleada por el vocero de la Armada, Enrique Baldi.
Los que habían llegado con sus imponentes naves que atronaron tierra, mar y aire por esos días en Comodoro Rivadavia se fueron yendo, ante el fracaso de la búsqueda.
También partieron los soldadores que en una titánica tarea ensamblaron y “sellaron” la gigantesca nave noruega que transportó el minisubmarino de los Estados Unidos.
Tristes volvieron los periodistas de distintos medios, que durante días mantuvieron informados, casi al instante, al país.
A partir de allí la ciudad, lentamente, recuperó su apacible escenografía: vientos fuertes, frío y la inmensidad del mar.
Sin embargo, hubo alguien que no abandonó, se trata de un perro negro de nombre “Comando” que no se cansa de esperar el regreso de su dueña: Eliana Krawczyk.
La primera mujer submarinista de la Argentina, que integraba la tripulación del submarino ARA San Juan, al que todavía siguen buscando en las profundidades del mar, tenía un especial cariño por los animales, según cuentan sus amigos en Mar del Plata.
“Aparte de ser una mujer con una gran entereza y fortaleza, que la que tenés que tener para ser submarinista, a la vez era un persona de una gran sensibilidad y ella amaba a los animales”, afirmó un conocido.
Eliana dedicaba gran parte de su tiempo en la base naval al cuidado de los perros que vivían allí.
“Comando”, intrépido como su dueña, no dudaba de zambullirse al mar, nadando a la par de la estela del agua que dejaba el submarino al salir del puerto.
Según cuentan, “Comando” repitió la hazaña en más de una oportunidad, cuando el submarino partía rumbo a sus misiones desde la ciudad de Mar del Plata. Los marineros de un remolcador conocían esta emocionante historia y no dudaron en compartirla en las redes sociales luego de la desaparición del ARA San Juan con 44 tripulantes a bordo.
“Quiere subir al submarino”, dice otro marino en el emotivo video. “Ahora se queda llorando hasta que vuelva”, agregó otra persona. 
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