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Con la mano de Holan: el DT que cambió el destino de Independiente

Debutó en Salta en enero y, tras perder el clásico, los hinchas se impacientaron. Con trabajo y cambios de mentalidad, el hombre que llegó del hockey transformó al rojo.
Jueves, 14 de diciembre de 2017 22:45

“Te vinimos a ver, te vinimos a alentar, de la mano de Holan la vuelta vamos a dar...”, fue el grito que de a poco aumentó de volumen en los hinchas de Independiente, a medida que el equipo de Avellaneda avanzaba en la Copa Sudamericana.
Esa letra, que en el Maracaná retumbó con el canto genuino de sus hinchas, era impensada hace once meses, solo un partido después del debut de Ariel Holan en el rojo. El técnico tuvo una presentación tibia, el 19 de enero en nuestra ciudad ante Atlético Tucumán, y cuatro días más tarde explotó la bomba después de un 0-3 ante Racing, también en el Martearena. La gente, en su mayoría de Buenos Aires, esperó al plantel en el hotel y le cantó: “Poné a los pibes, la p... que te parió”. Obviamente el grito también fue contra los jugadores: “Ya la paciencia se terminó, váyanse todos..”.
En ese clima arribó Ariel Holan, cuestionado por todo el ambiente del fútbol, porque no era del “palo”, ya que no tenía un pasado como futbolista y había sido técnico de hockey.
Quienes se burlaban de sus métodos, como los drones que llevó al predio de Villa Domínico, desconocían sobre su pasado. Entre 1982 y 2002 fue egresado como preparador físico de GEBA, subió a las chicas de Banfield desde la última a la segunda división, para luego desembarcar en el seleccionado femenino de Buenos Aires en hockey y más tarde en el seleccionado uruguayo de la misma disciplina.
Un día su rumbo cambió. Comenzó a trabajar como integrante del cuerpo técnico de Jorge Burruchaga en Arsenal y más tarde, en Estudiantes de La Plata, entre 2002 y 2005.
En 2006 pidió hacerse cargo de la escuela de fútbol en Independiente, el club del cual es hincha. En 2011/12 acompañó a Matías Almeyda en River, durante la B Nacional, hasta que en 2015 le llegó el turno de ponerse el traje de DT, en Defensa y Justicia. En 2016 culminó octavo y clasificó a la Copa Sudamericana con el halcón.
Ese fin de año, mientras Holan festejaba con el equipo de Florencio Varela, en su amado Independiente, el ídolo Gabriel Milito se iba por la puerta de atrás, castigado por los malos resultados. A los pocos días, la dirigencia lo llamó y él envió un mensaje de Whatsapp privado, sobre un plan de trabajo que fue duramente criticado cuando alguien lo develó.
“Independiente hace 30 años entró en una confusión, sin identidad. Yo, desde lo emocional tengo un compromiso intachable con mi club. Puedo ofrecer capacidad y gestión”. 
Y siguió: “Limpiando un par, con un proceso estricto de entrenamientos, puedo transformar el murmullo en aliento”. Holan cumplió. Primero borró a Germán Denis, Jorge Ortiz y otros referentes y muy de a poco le devolvió la mística al rojo. Nicolás Tagliafico, el nuevo capitán, imitó -por pedido del técnico- el saludo que Ricardo Pavoni hacía hace 40 años, en las noches de Copa Libertadores. Un paso adelante de sus compañeros, con mirada al frente y hacia los cuatro extremos ante la emoción de un público nostálgico. Más tarde pidió que pasen en los parlantes una vieja marcha, hasta que una noche, la de este miércoles, el Rey de Copas volvió a resurgir, “de la mano de Holan..”, o con su mano, en todo caso. 
 

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“Te vinimos a ver, te vinimos a alentar, de la mano de Holan la vuelta vamos a dar...”, fue el grito que de a poco aumentó de volumen en los hinchas de Independiente, a medida que el equipo de Avellaneda avanzaba en la Copa Sudamericana.
Esa letra, que en el Maracaná retumbó con el canto genuino de sus hinchas, era impensada hace once meses, solo un partido después del debut de Ariel Holan en el rojo. El técnico tuvo una presentación tibia, el 19 de enero en nuestra ciudad ante Atlético Tucumán, y cuatro días más tarde explotó la bomba después de un 0-3 ante Racing, también en el Martearena. La gente, en su mayoría de Buenos Aires, esperó al plantel en el hotel y le cantó: “Poné a los pibes, la p... que te parió”. Obviamente el grito también fue contra los jugadores: “Ya la paciencia se terminó, váyanse todos..”.
En ese clima arribó Ariel Holan, cuestionado por todo el ambiente del fútbol, porque no era del “palo”, ya que no tenía un pasado como futbolista y había sido técnico de hockey.
Quienes se burlaban de sus métodos, como los drones que llevó al predio de Villa Domínico, desconocían sobre su pasado. Entre 1982 y 2002 fue egresado como preparador físico de GEBA, subió a las chicas de Banfield desde la última a la segunda división, para luego desembarcar en el seleccionado femenino de Buenos Aires en hockey y más tarde en el seleccionado uruguayo de la misma disciplina.
Un día su rumbo cambió. Comenzó a trabajar como integrante del cuerpo técnico de Jorge Burruchaga en Arsenal y más tarde, en Estudiantes de La Plata, entre 2002 y 2005.
En 2006 pidió hacerse cargo de la escuela de fútbol en Independiente, el club del cual es hincha. En 2011/12 acompañó a Matías Almeyda en River, durante la B Nacional, hasta que en 2015 le llegó el turno de ponerse el traje de DT, en Defensa y Justicia. En 2016 culminó octavo y clasificó a la Copa Sudamericana con el halcón.
Ese fin de año, mientras Holan festejaba con el equipo de Florencio Varela, en su amado Independiente, el ídolo Gabriel Milito se iba por la puerta de atrás, castigado por los malos resultados. A los pocos días, la dirigencia lo llamó y él envió un mensaje de Whatsapp privado, sobre un plan de trabajo que fue duramente criticado cuando alguien lo develó.
“Independiente hace 30 años entró en una confusión, sin identidad. Yo, desde lo emocional tengo un compromiso intachable con mi club. Puedo ofrecer capacidad y gestión”. 
Y siguió: “Limpiando un par, con un proceso estricto de entrenamientos, puedo transformar el murmullo en aliento”. Holan cumplió. Primero borró a Germán Denis, Jorge Ortiz y otros referentes y muy de a poco le devolvió la mística al rojo. Nicolás Tagliafico, el nuevo capitán, imitó -por pedido del técnico- el saludo que Ricardo Pavoni hacía hace 40 años, en las noches de Copa Libertadores. Un paso adelante de sus compañeros, con mirada al frente y hacia los cuatro extremos ante la emoción de un público nostálgico. Más tarde pidió que pasen en los parlantes una vieja marcha, hasta que una noche, la de este miércoles, el Rey de Copas volvió a resurgir, “de la mano de Holan..”, o con su mano, en todo caso. 
 

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