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La riqueza de la narración oral se despliega “Donde nace la cuentería”

El grupo de relatores narra historias que pasan de generación en generación.
Miércoles, 20 de diciembre de 2017 10:26

 

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Marina Cavalletti
El Tribuno

La práctica antigua de contar cuentos se abrirá a la magia de la escucha, hoy a las 20, en La Ventolera Espacio de Arte, ubicado en O’Higgins 585. Allí, los integrantes del espacio de narración oral El Ovillo desplegarán su espectáculo “Donde nace la cuentería”, con entrada a la gorra.
Para conocer en profundidad los secretos de este oficio ancestral, El Tribuno dialogó con Georgina Parpagnoli, coordinadora del taller.
“El Ovillo presentará una selección de los trabajos abordados durante un año de búsqueda, investigación y entrenamiento, en el camino de convertirse en nuevos actores de la palabra narrada. De los cinco integrantes solo Gabriela Castillo cuenta con más de seis años de trabajo y experiencia en la narración oral. Julieta Beltramino, Emiliano del Alba, Gabriela Peyrote y Camilo Zanzeri, que se incorporaron este año a la tarea, vienen de distintas formaciones artísticas y profesionales en lo social, que los situaron inmediatamente en la dinámica, las exigencias y la profunda raíz humanista que esta actividad conlleva”, explica la narradora.
Y sobre aquellos que se acerquen esta noche a “Donde nace la cuentería”, señala que “en esta presentación verán una propuesta que involucra tanto lo individual como lo colectivo, ya que cada uno narrará sus cuentos elegidos y también participará de dos momentos grupales, compartiendo al modo del teatro leído la adaptación de un cuento de Gustavo Roldán y un texto teatral de Adela Basch”.

El proceso creativo
Respecto de la idea de este espectáculo y cómo fue el proceso de creación, dado que El Ovillo tiene cinco integrantes, Parpagnoli dijo que “todos los años el taller, con distintos integrantes, se prepara para mostrar su trabajo a fin de año. Así viene sucediendo desde hace cuatro años en La Ventolera. En este tal vez se produjo un fenómeno de cohesión grupal, de coincidencia humana e ideológica, que permitió como nunca encarar un proyecto en común, donde circula un benéfico y reconfortante espíritu de grupo, donde cada uno puede ejercer libremente su espíritu creativo, su estilo y además funcionar en conjunto. Se critican sana y constructivamente entre ellos, sostienen respetuosamente la elección de cada uno y aportan entusiastamente a los momentos colectivos”. Y se pregunta: “¿Qué más se puede pedir? Esta sinergia, es decir esta acción conjunta y aumento de la acción porque actúan conjuntamente, culminó en este proyecto ‘Donde nace la cuentería’”.

Aporte individual al grupo
Parpagnoli indica, además, que cada uno eligió el o los cuentos en los que se sintió más firme y representado y luego resolvieron, en conjunto, las lecturas colectivas. “La estructura y el ritmo de la presentación también se fue estableciendo, con mi guía, teniendo en cuenta siempre el aspecto escénico de la narración”.
Conscientes de que se están iniciando, quisieron reflejar eso en el título de la muestra y además algunos volvieron de un Festival de Narración Oral en Jujuy, enamorados de la palabra “cuentería” y de allí el título de la presentación.
La pregunta obligada es si, en un mundo con sobreestimulación visual y de información, narrar a la manera de nuestros abuelos implica desafíos. Y Parpagnoli no duda en afirmar que es muy consciente de eso “y así lo transmito a los que vienen al taller. Hablamos de los códigos de la cultura, por lo menos de la cultura que nos es común como ciudadanos de comunidades urbanas, consumidores de medios audiovisuales y embarcados en una aceleración de los tiempos de la comunicación. Yo empecé a narrar ante el público (antes lo hacía de manera espontánea) hace casi veinte años y hay cuentos que ya no puedo contar de la misma manera. Los códigos de la comunicación cambian muy rápido y si deseamos ser escuchados debemos tener en cuenta algunas de sus características. Un narrador moderno trabaja sobre las imágenes de su palabra, sobre los aspectos sensoriales, pone el cuerpo como escenario de su cuento, trabaja sobre el espacio y el ritmo, perfila los personajes con el gesto y la voz, agrega ingredientes: la música, la onomatopeya, algún elemento y tiene muy en cuenta el tiempo de la narración”. 
Y dice además que “si se embarca en un cuento extenso, sabe que debe construirlo minuciosamente. Si trae su cuento desde la literatura escrita, tiene que sí o sí cuidar su estricto pasaje a las reglas de la oralidad. Ese es un aspecto, pero, sin duda la batalla por difundir la palabra dicha, narrada, de manera consciente, creativa, construida ideológica y estéticamente, es una decisión, una forma de arte y de resistencia que privilegia la expresión del pensamiento, que se estructura como lenguaje. Para hablar creativamente, tengo que pensar creativamente y atenerme a mi propio discurso. Tengo que saber qué pienso verdaderamente sobre la realidad de este mundo y qué quiero decir sobre él. 
Hay países latinoamericanos, como Colombia por ejemplo, donde los cuentos se escuchan en estadios, en ámbitos universitarios multitudinarios, donde son verdaderas expresiones del pensamiento popular.
 

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