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Una pulseada titánica

Jueves, 21 de diciembre de 2017 00:00

Las recientes negociaciones multilaterales en Buenos Aires dejaron al descubierto una serie de déficits e inconsistencias locales, tanto públicas como privadas. Aunque el marco general de los encuentros fue el de la (Organización Mundial de Comercio), donde convergen la mayoría de los países buscando supuestamente "la liberalización del comercio mundial", Argentina pareció circunscribirse "solo" a lo que era su interés inmediato: reflotar el acuerdo Unión Europea - Mercosur que se inició hacia fines de los 90, pero que luego quedó estancado como el propio Mercosur. La propia región está debilitada por una serie de acciones que incluyeron hasta el anexamiento irregular (y político) de Venezuela, la falta de internalización de las normas que se fueron aprobando y, sobre todo, la total ausencia de un programa para afianzar el proceso de integración regional, que en los últimos años se convirtió en apenas una cáscara política, casi sin contenido (que es lo que ahora hace falta).

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Las recientes negociaciones multilaterales en Buenos Aires dejaron al descubierto una serie de déficits e inconsistencias locales, tanto públicas como privadas. Aunque el marco general de los encuentros fue el de la (Organización Mundial de Comercio), donde convergen la mayoría de los países buscando supuestamente "la liberalización del comercio mundial", Argentina pareció circunscribirse "solo" a lo que era su interés inmediato: reflotar el acuerdo Unión Europea - Mercosur que se inició hacia fines de los 90, pero que luego quedó estancado como el propio Mercosur. La propia región está debilitada por una serie de acciones que incluyeron hasta el anexamiento irregular (y político) de Venezuela, la falta de internalización de las normas que se fueron aprobando y, sobre todo, la total ausencia de un programa para afianzar el proceso de integración regional, que en los últimos años se convirtió en apenas una cáscara política, casi sin contenido (que es lo que ahora hace falta).

Siempre el problema con Europa vino de la mano del sector agropecuario que en el Viejo Continente, liderado por una defensa férrea de Francia, cuenta con una fuerte protección, dado que en varias de sus regiones constituye ahora una forma de vida que tratan de preservar y que, sin ningún pudor, dieron en llamar el "mantenimiento del paisajismo", eufemismo para intentar que la gente del campo no siga yendo hacia las atiborradas ciudades, lo que parece justificar los suculentos subsidios.

Obvio que para el Mercosur en general, y para Argentina en particular, este asunto es un escollo muy difícil de sortear, excepto que hubiera una verdadera flexibilización por parte de Europa, respecto tanto a los biocombustibles, las semillas, los aceites, como a otra cantidad de alimentos. Es decir, a "liberar" realmente el comercio y que el Mercosur pueda vender lo suyo.

Pero, ¿y cuál es la contrapartida?, ¿que pide Europa a cambio?, y más importante aún, ¿qué es lo que el Mercado Común del Sur (una de las regiones económicamente más cerradas del mundo), y la Argentina en particular, están dispuestas a conceder?

Por supuesto que de esto no se escuchó nada. La escasa participación del sector privado en las deliberaciones ya es un indicador claro pues, escudados detrás de la "liberación comercial para el campo", en realidad, lo que está es el "proteccionismo" habitual de los sectores más tradicionales (y menos competitivos) de la industria local, para nada habituados a la verdadera competencia.

Mientras "el campo" no acepte los acuerdos de flexibilización propuestos por Europa porque le parecen escasos o limitados, no hace falta que los industriales se desgasten por un pacto que va a tardar mucho en llegar, piensan varios.

La liviandad de apreciación de muchos empresarios (y no pocos funcionarios), enmascara temas de fondo que plantearán los europeos, como la propiedad intelectual (semillas), denominaciones de origen, propiedad privada, mantenimiento de las reglas de juego, etc., además lógicamente, de la "reciprocidad en el comercio, con una apertura al resto de la industria similar a la reclamada por el Mercosur para los productos alimenticios.

La decisión de la Administración Macri, que parece buscar un acuerdo (casi) a cualquier precio, sumado a la nueva urgencia europea por "ampliar" su zona de influencia ante las negociaciones con China, dado los espacios que está dejando Estados Unidos, determinan que el país deberá tener muy en claro qué es lo que realmente quiere, y qué es lo que va a ceder para lograrlo.

 

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