David Guanco tiene 16 años y padece distrofia muscular, un conjunto de enfermedades que van debilitando los músculos. Sentado en una silla de ruedas en la habitación de su casa en barrio Los Molles, en la zona sur de la ciudad, seguía con atención las explicaciones del profesor de Física Alfredo Humana, quien preparaba todos los elementos para la experiencia del ascenso de una burbuja en un tubo con agua. El tema del día era movimiento rectilíneo uniforme.
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David Guanco tiene 16 años y padece distrofia muscular, un conjunto de enfermedades que van debilitando los músculos. Sentado en una silla de ruedas en la habitación de su casa en barrio Los Molles, en la zona sur de la ciudad, seguía con atención las explicaciones del profesor de Física Alfredo Humana, quien preparaba todos los elementos para la experiencia del ascenso de una burbuja en un tubo con agua. El tema del día era movimiento rectilíneo uniforme.
En la clase de 90 minutos, David pudo experimentar que los movimientos de las burbujas son a velocidad constante. Con la ayuda de la profe de Matemática, Claudia Pogonsa, calcularon el punto de encuentro. El estudiante cursa el cuarto año de la secundaria a través de la educación domiciliaria.
En otra habitación de la vivienda estaban Rut Guanco, la hermanita de David, y la docente Débora Acuña, ambas con guantes de látex en sus manos, un material esencial en cualquier laboratorio. Rut observaba atentamente a través de un microscopio las células epiteliales de una cebolla, como lo hacen miles de alumnos en las escuelas comunes.
La adolescente de 13 años también lucha contra la distrofia muscular y nunca pudo caminar. Está en primero de la secundaria y casi la mitad de su primaria la hizo también estudiando en casa.
Al igual que ellos, en el primer semestre aproximadamente 500 alumnos en situación de enfermedad pudieron acceder a realizar experimentos educativos a través del flamante laboratorio móvil del colegio secundario 7215 de Atención Domiciliaria y Hospitalaria. El proyecto salteño es uno de los 10 finalistas de los premios Maestros Argentinos, entre un total de 530, que el 4 de septiembre será distinguido por el presidente Mauricio Macri.
Para el director Fabio Antúnez, la premiación es un aliciente importantísimo por el esfuerzo y compromiso de los 18 docentes que, de lunes a viernes, recorren los más de 250 barrios de la ciudad y hasta 50 kilómetros a la redonda. Los profesores llegan hasta Gemes, Rosario de Lerma, Chicoana, El Carril para atender a chicos que están afrontando alguna enfermedad y no pueden ir a la escuela con normalidad. Además enseñan en los hospitales San Bernardo, Papa Francisco, Arturo Oñativia y Materno Infantil.
Antúnez recordó que el proyecto se ideó en 2014, con elementos simples que se tienen en las casas. Cuando el desafío fue dando respuestas, la demanda creció y los elementos caseros empezaron a ser insuficientes por lo que los chicos necesitaban construir aprendizajes más complejos.
Entonces, a pulmón y con aportes de los mismos docentes se compraron de Buenos Aires los instrumentos necesarios para hacer realidad ese gran anhelo: un laboratorio. El desafío era que los alumnos pudieran hacer prácticas lo más completas posibles.
La postulación
La decisión de participar en el certamen nacional surgió en junio, luego de una jornada de capacitación en el Centro de Convenciones de Limache organizada por el Ministerio de Educación de la Nación. Allí nació el entusiasmo.
Las profesoras Andrea Umaño, Daniela Durán y Patricia Chauque, que también compartieron la tarde con El Tribuno, y la familia Guanco desbordan de felicidad por la noticia y apuestan a seguir creciendo.