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El represor bueno del kirchnerismo

Sabado, 18 de febrero de 2017 00:00

La detención de César Milani produce un baño de realidad, porque no solo muestra las heridas no cerradas que produjeron la lucha armada y la represión ilegal, sino que viene a convalidar que las investigaciones reabiertas por los Kirchner tienen hijos y entenados.

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La detención de César Milani produce un baño de realidad, porque no solo muestra las heridas no cerradas que produjeron la lucha armada y la represión ilegal, sino que viene a convalidar que las investigaciones reabiertas por los Kirchner tienen hijos y entenados.

Lo ocurrido no es incongruente: en 1983, mientras Raúl Alfonsín ganaba denunciando el pacto “militar sindical”, Néstor Kirchner, de 33 años, apoyaba a Italo Lúder y a la amnistía que prometía. El misionero Ramón Puerta explicó la metamorfosis atribuyéndole una frase al expresidente: “La izquierda da fueros”. Esos fueros le sirvieron hasta ayer a Milani, detenido en La Rioja por los secuestros de Pedro y Ramón Olivera, y de Verónica Matta, en La Rioja. Hace pocos días, el juez federal de Tucumán Fernando Poviña no había aplicado el mismo criterio en el marco de la denuncia que más lo compromete: la desaparición del soldado Alberto Ledo, el único de los cuatro que permanece desaparecido.

Por considerarlo clave para la construcción de poder desde el Estado, Cristina Kirchner lo promovió a jefe del Ejército, sus antecedentes vinculados a la represión no fueron obstáculo. En 1976, Milani era un subteniente y no ocupaba ningún lugar de decisión en la represión ilegal. Pero son muchos los detenidos en situación similar, con pruebas no menos discutibles que las que involucran al exjefe militar cristinista, aunque no gozaron de “los fueros de la izquierda”.

El general detenido contó con la bendición de Hebe de Bonafini, de Estela de Carlotto, del exministro de Defensa y exjefe del bloque kirchnerista Agustín Rossi, de La Cámpora y de todo el Frente para la Victoria. La “obediencia debida”, en este caso, siguió vigente hasta el final.

Bonafini dijo muchas veces que “quienes atacan a Milani, atacan a Cristina”.

Esa verticalidad inconmovible se vio también en la grotesca entronización de los hermanos Schoklender como defensores de los derechos humanos y virtuales hijos adoptivos de Hebe de Bonafini. El poder, claramente, tiene razones más poderosas que los derechos humanos. Lo mismo podría decirse de Héctor Timerman, director en 1976 del diario La Tarde, que durante un año fue el gran legitimador del genocidio. Nadie se lo reprochó, ni siquiera los jóvenes camporistas que incorporaron a su retórica un index arbitrario e imaginario de supuestos “cómplices de la dictadura”.

Milani fue intocable porque cumplía un rol importante en la estructura de control de la política desde el Estado.

Actualmente es aliado político y socio comercial de Guillermo Moreno, aunque el dato resulta menor si se toma en cuenta el rol que se le atribuye en la no esclarecida muerte del fiscal Alberto Nisman.

El exjefe detenido es un experto en inteligencia, una actividad que fascinó mucho y complicó más aún al kirchnerismo.

El 26 de diciembre pasado el juez Julián Ercolini ordenó entrecruzar los llamados telefónicos de Milani, del exsecretario Sergio Berni (otro militar), de la exfiscal Viviana Fein y del juez Manuel De Campos, para conocer qué rol desempeñaron en la muerte violenta del fiscal de la AMIA. La mañana del domingo 18 de enero de 2015, Milani habló con los exdirectores de la SIDE Fernando Pocino y Antonio Stiuso y con uno de los referentes de Justicia Legítima, Alejandro Slokar. Berni, a pesar de ser funcionario del Poder Ejecutivo, estuvo en el departamento de Nisman sin razón que lo justificara y el juez cree que todos ellos pudieron contribuir a obstruir la investigación.

Otra denuncia que involucra a Milani se refiere a la creación de un servicio de inteligencia paralelo para espionaje interno. Allí también aparecen mencionados Stiuso, quien denunció ese mecanismo ilegal, y los exministros de Defensa Nilda Garré, Arturo Puricelli y Agustín Rossi.

Más allá de las ambivalencias kirchneristas con respecto a los derechos humanos, Milani responde al perfil militar propio del estilo de esa fuerza política. Fue convocado cuando Cristina Kirchner perdió confianza en la ex SIDE; construyó un sólido vínculo con La Cámpora a través de Andrés Larroque y, desde el cargo militar, desempeñó un rol político notorio: al asumir, en julio de 2013, lo anticipó al prometer un ejército con “renovadas ansias para acompañar el proyecto nacional que se encuentra vivo e instalado en el corazón y la mente de los argentinos”.

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