Por Daniel Díaz
inicia sesión o regístrate.
Por Daniel Díaz
La trágica muerte de varios ejemplares de cóndor ocurridas en los últimos tiempos en Salta, generaron una profunda toma de conciencia de grandes sectores de la población sobre la necesidad de preservar esta magnífica especie, símbolo de la región andina. El cóndor carga la injusta fama de atacar al ganado menor, por lo que es ultimado por la gente que habita en la región montañosa. Acusación infundada, ya que se trata de un ave carroñera, es decir, que solo se alimenta de animales muertos. Es así, que instituciones, artistas y proteccionistas, se pusieron en movimiento. El objetivo, informar.
La aparición de un cóndor ahorcado a orillas del dique Cabra Corral en noviembre último, puso en marcha una campaña educativa sobre fauna silvestre que alcanzó a las escuelas rurales de los Valles a fines de 2016 y que estuvo a cargo de especialistas. Le siguió a mediados de diciembre último, la apertura de una muestra de arte y fotografías en el Museo de Arqueología de Alta Montaña (MAAM) y que cerró esta semana. Los números hablan por sí solos: fueron 30.000 las personas que visitaron ese espacio destinado a educar y sensibilizar sobre esta majestuosa ave.
Las actividades se enmarcaron en el Proyecto de Conservación del Cóndor Andino, de la Fundación Bioandina Argentina. Mientras que la organización de la muestra estuvo a cargo de la Secretaría de Ambiente, que trajo la por primera vez a Salta.
Silvia Peralta, miembro de la ONG, expresó: “La muestra se extendió durante todo el verano en el MAAM, para colaborar con la preservación de esta magnífica ave a través de la generación de consciencia en las personas. Para eso es importante conocerla. Los seres humanos somos los guardianes de los animales. No podemos permitir que ellos se mueran. Debemos seguir trabajando en este sentido, porque como decimos en la Fundación, todos somos plumas de un mismo cóndor”.
Fotografías
La muestra incluyó la presentación de fotografías sobre las distintas etapas del programa de conservación y obras de arte que ilustran la relación del hombre con el cóndor. Además, se proyectaron de videos documentales sobre el alcance y los resultados de la labor realizada para conservación de esta ave. Hubo títeres, plumas, huevos, música, ponencias y también la representación de ceremonias ancestrales.
Las instantáneas, de diversos autores, plasmaron la vida del cóndor en su entorno natural y en cautiverio, desde el ciclo reproductivo, los trabajos de laboratorio, el desarrollo del embrión, los pichones, la rehabilitación de ejemplares heridos, las liberaciones, entre otros momentos. Sin lugar a dudas, un paseo impactante por la vida de esta magnífica especie que por desconocimiento y desinformación, muchas veces es ultimado por los cazadores furtivos y pequeños ganaderos de los valles. En este sentido, el Programa de Conservación Cóndor Andino (PCCA) integra los últimos adelantos tecnológicos con la sabiduría ancestral de los pueblos originarios, para evitar la extinción de una especie emblemática.
Pinturas y dibujos
Desde la Secretaría de Ambiente destacaron, la presentación de cuatro obras originales del artista Anaka, que expresan el lugar del cóndor en la cosmovisión del hombre andino. Su rol en la cultura, la relación sagrada con la hoja de coca, su lugar en la chakana, relación con la serpiente y los felinos; elementos clave de la milenaria cultura andina. Se expusieron, además, obras de Gustavo Ariel Rosenffet, más conocido como Gusti, un reconocido artista que ilustró series televisivas y numerosos libros infantiles que le han valido prestigiosos premios internacionales. En su obra se destaca el desarrollo de una técnica propia, donde utiliza materiales desechados, para crear una serie de obras de arte que reúne bajo el concepto de Basurarte, una mirada al consumo y uso sustentable de los recursos naturales. Gusti realizó una serie de obras sobre el Cóndor Andino para niños.
Recuperación de la especie
Desde tiempos inmemoriales el Cóndor Andino, el ave voladora más grande del mundo, fue honrado por las comunidades originarias de Sudamérica, quienes lo consideran un nexo sagrado entre los hombres y Dios. Sin embargo, en los últimos años, la caza furtiva, el uso de cebos tóxicos y la alteración del ambiente pusieron en peligro su supervivencia.
En contrapartida, en agosto de 1991 nació el Programa de Conservación Cóndor Andino que se centró en la incubación artificial, la cría en aislamiento humano y la creación de un centro de rescate para ejemplares silvestres. Con estas acciones se logró reintroducir 158 ejemplares en todo Sudamérica, incluso en la costa atlántica de Patagonia, donde la especie estuvo extinta por más de 100 años. En Salta hubo casos emblemáticos, como la liberación de Animaná en 2008, Luracatao en 2016, entre otras.