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Los árboles en las veredas son mucho más que un elemento decorativo en la “jungla de asfalto”

Una familia del macrocentro plantó un guarán en la vereda. En 48 horas le arrancaron y le quebraron las ramas. Cuidar la flora es mejorar la calidad de vida.
Domingo, 26 de marzo de 2017 00:00

Por Daniel Díaz

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Por Daniel Díaz

Es el segundo árbol del pasaje Escuadrón de los Gauchos al 1300. Lo plantó hace menos de una semana con mucho cariño una familia del lugar. Tenían la expectativa de contribuir con la forestación de un sector del macrocentro de la ciudad "desértico" en este sentido, según contaron los propios vecinos. Se trata de un ejemplar de guarán de unos dos años y 1,60 m de altura, que lucía sano y vigoroso hasta que cayó en manos de los vándalos e inadaptados, que en solo dos días lo despojaron de hojas y quebraron sus ramas. Está seriamente herido. Tal vez, con mucha dedicación y cuidado se recupere.

Si bien el lector puede pensar que solo se trata de un pequeño arbolito de una vereda cualquiera y que no merecería mayor atención, es en rigor mucho más que eso, porque representa una situación que se multiplica a lo largo y ancho de la ciudad. Es la expresión de la filosofía de un amplio sector de la comunidad, que no ha tomado conciencia de la imperiosa necesidad de contribuir con la forestación en los grandes centros urbanos, para evitar los efectos nocivos de la vida moderna. Y ese pensamiento aflora el accionar desaprensivo de algunas personas que no entienden que el bienestar al que tanto se aspira y que se reclama depende en gran medida de todos y cada uno de los vecinos.

Los beneficios de los árboles en las ciudades son innumerables. Por nombrar solo algunas de sus ventajas: ayudan a purificar el aire, reducir el ruido, aminorar la intensidad del calor, facilitan la absorción de agua, mejoran el paisaje, dan sombra y contribuyen en la calidad de vida de las personas. Es decir, los árboles son mucho más que un elemento decorativo en la jungla de asfalto.

Frente a este escenario, la forestación urbana contribuye positivamente a contrarrestar los innumerables problemas ambientales generados por la urbanización acelerada y, muchas veces, carente de planificación.

"Y, lamentablemente, lastimaron el árbol. Cada joven que pasa le arranca una hoja o le quiebra una rama. Hasta lo patean. No se entiende esta actitud. Lo plantamos con mucho cariño. Nos reunimos en familia para colocarlo en la vereda. Fue un día festivo para nosotros. Ahora trataremos de recuperarlo", contó Carlos, vecino del pasaje Escuadrón de los Gauchos.

Calidad ambiental

La calidad ambiental está estrechamente relacionada con la calidad de vida de las personas. En Salta, la medida estándar de los frentistas oscila entre 8, 10 y 12 metros con veredas de 2,5 metros, por lo que existe la posibilidad de plantar un árbol y hasta dos ejemplares por cada lote, dependiendo de los requerimientos de la especie que se elija. Lapacho amarillo, rosado y jacarandá son algunas de las múltiples opciones.

Hay que analizar los factores externos y averiguar qué, cómo y cuándo se puede plantar, ya que la decisión muchas veces no depende del vecino. En el caso de las veredas, al tratarse de espacios públicos existen criterios municipales.

Si no hay complicaciones, como en casi todas las localidades del interior, es conveniente privilegiar implantar una misma especie en toda la cuadra. En este sentido, la elección de la variedad es muy importante: se debe considerar el tamaño adulto de las especies para evitar la interferencia de las raíces y las ramas con cañerías, cableado aéreo y otros servicios. Avenidas amplias, por ejemplo, posibilitan implantar especies de buen tamaño, como las anteriormente mencionadas, mientras que en calles o pasajes estrechos es preferible seleccionar árboles de menor porte, como los crespones en todas sus variedades.

Ejemplares grandes

Resulta positivo implantar ejemplares de buen tamaño en áreas urbanas, ya que normalmente plantas chicas son deterioradas por los vándalos.

Especies nativas

En Salta capital y el Valle de Lerma, donde las alturas van de los 800 a 1.500 metros sobre el nivel del mar, las posibilidades incluyen a todas las especies apuntadas en los párrafos anteriores, más una gran cantidad de alternativas como por ejemplo las nativas Tipa blanca, Lapacho (rosado y amarillo), Tarco, Palo Borracho, Molle, Algarrobo, Pacará, Ceibo Salteño, entre otras.

Un ejemplar exótico de muy buen desempeño en el Valle de Lerma es el crespón, en sus numerosas variedades. Es preciso recordar experiencias poco exitosas de otras épocas, que avanzaron en la forestación urbana con especies exóticas que causaron serios problemas, como el desplome de árboles por vientos huracanados o norte propios de la zona, levantamiento de veredas por raíces de gran porte, caída de ramas sobre viviendas y automóviles, inhibición del crecimiento de otras plantas, etc.

Priorizar entonces las especies nativas para estos casos proporciona grandes beneficios para la ecología y economía local. Su rusticidad ofrece bajos costos de mantenimiento, refugio y alimento para la avifauna local, colaborando con la conservación de las especies.

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