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Deben ser los robots, deben ser

Viernes, 14 de abril de 2017 00:13

Los medios vienen anunciando -como Juan, el Apocalipsis- que llegan los robots, y con ellos la extinción del trabajo humano y su consiguiente reemplazo por estas ¿diabólicas? máquinas. ¿Quién podrá ayudarnos entonces?...

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Los medios vienen anunciando -como Juan, el Apocalipsis- que llegan los robots, y con ellos la extinción del trabajo humano y su consiguiente reemplazo por estas ¿diabólicas? máquinas. ¿Quién podrá ayudarnos entonces?...

A partir de la aplicación del vapor a los telares, la navegación y los ferrocarriles, se produjo una natural sustitución de una parte del trabajo humano por el de la maquinaria, lo que, además de crearles una complicación a los economistas que defendían la Teoría del Valor Trabajo, se las generó a los trabajadores que eran desplazados por estas nuevas técnicas, y que originó la protesta de los ludistas en Gran Bretaña hace cerca de dos siglos.

No solamente la Gran Bretaña se consolidó como una potencia industrial y militar gracias al vapor precisamente, además de elevar sustancialmente las condiciones de vida de su población -sin perjuicio de la existencia de enormes contrastes sociales que no eran inexistentes antes de la Revolución Industrial ni privativos de Gran Bretaña por supuesto- sino que naciones antes retrasadas, imitando a la potencia dominante, se erigieron en otras nuevas, desafiando incluso a la prístina que era modelo de las demás.

La situación social actual, por otra parte, no está desprovista de conflictos. A la etapa de bonanza generalizada posterior a la Segunda Guerra Mundial, basada en un claro diagnóstico de las condiciones que habían generado las últimas guerras en Europa y las consiguientes recomendaciones para evitar futuros conflictos de mercado ente las naciones, le siguió la presente etapa inspirada en el retorno al “laissez-faire” mal llamado “neoliberalismo”, palabreja que es tan inspiradora y reveladora como “neodecencia” o “neosolidaridad”, por ejemplo- lo que potenció el incremento en la productividad y las nuevas invenciones que se le asociaron, pero que al no estar acompañada por una red social de contención generó nuevamente las condiciones para el crecimiento de la brecha de desigualdad.

Volviendo a los robots, aparentemente entonces el Apocalipsis no llegará por la multiplicación de los zombis, hombres-lobo, vampiros algo desacreditados últimamente- clones no se sabe de quiénes- o bien alienígenas hambrientos de sexo y abducciones, sino por los aparentemente inofensivos robots, los que, sin embargo, aparecerían o proliferarían, ya que hace tiempo que están entre nosotros- rodeados de, más que traviesas, aviesas intenciones. Nuevamente entonces, ¿quién podrá ayudarnos?... 

Claramente, la idea de que los robots se harán cargo de todas las actividades que hoy realizan los humanos no resiste ningún análisis, ya que es claro que, aún si tal cosa fuera posible, la actividad económica entonces no duraría más que unos pocos días: los suficientes para que los robots-dueños-de-empresas adviertan que nadie consume lo que los robots-trabajadores producen, ya que a los nuevos elaboradores de bienes y servicios les basta con módicas cantidades de energía eléctrica para funcionar y no requieren por lo tanto de avanzados diseños de automóviles, hábitats especiales, turismo, etc. ¿Entonces?...

Evidentemente, queda claro que las nuevas condiciones de producción, como aquéllas que funcionaron eficazmente después de la Segunda Guerra Mundial, necesitan estar acompañadas de un diseño de funcionamiento que sea comprehensivo de toda la población y no se base, en cambio, exclusivamente en la búsqueda de nuevos mercados -¿de compradores-robots que tienen idéntica falta de necesidad de los bienes sobrantes?- aclarando eso sí, que no se está proponiendo un nuevo proteccionismo.

Debe ser evidente que proyectar nueva producción excluyentemente en potenciales nuevos mercados lleva -como lo advirtió Keynes, mentor del nuevo orden posterior a la última conflagración mundial- a nuevas guerras, que, por más que ahora tendrán lugar entre robots de uno y otro bando, no serán menos deletéreas para la Humanidad. Por supuesto, este nuevo diseño escapa a los límites de espacio de la presente nota, por lo que algunas ideas que podrían ser factibles para compatibilizar la irrupción de estos nuevos actores con el bienestar de aquéllos que serían desplazados se propondrán en una próxima entrega.

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