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Recuperadores del San Javier, en condiciones indignas

Son 150 las familias cuyo sustento proviene de la venta de material recuperado.Para separarlo deben internarse en “la trinchera”, como le llaman ellos al basural.
Viernes, 28 de abril de 2017 00:34

Las bolsas plásticas que el viento frío bate en el aire junto al olor nauseabundo que inunda la zona señalan que el vertedero San Javier está cerca. Al llegar se observa un gigantesco montículo de residuos desde el que bajan como hormiguitas laboriosas los trabajadores que se ocupan de recuperar los residuos reciclables, sobre todo cartón y el plástico botella o PET (politereftalato de etileno).

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Las bolsas plásticas que el viento frío bate en el aire junto al olor nauseabundo que inunda la zona señalan que el vertedero San Javier está cerca. Al llegar se observa un gigantesco montículo de residuos desde el que bajan como hormiguitas laboriosas los trabajadores que se ocupan de recuperar los residuos reciclables, sobre todo cartón y el plástico botella o PET (politereftalato de etileno).

Los recicladores están organizados en tres cooperativas: Mat-Rec, Ceferino Namuncurá y Recuperadores de Residuos de Salta. La jornada laboral se divide en tres turnos de 8 horas que van rotando. Benita Fernández tiene 45 años y hace 33 años que trabaja "en la trinchera", como le llaman ellos al basural. Madre de 14 hijos, es integrante de la Cooperativa Recuperadores de Salta y, a pesar de que su turno es desde las 0 hasta las 8, se hizo un tiempo para conversar con El Tribuno. "Esta tierra, este olor nos enferman", le dijo a El Tribuno. A simple vista se puede observar que las condiciones de trabajo son lastimosas. "No nos proveen de vestimenta. La última vez que nos dieron un mameluco y un casco fue a fines del 2015, con la anterior gestión", agregó. Sin embargo, el diálogo con el municipio de Salta es bueno. Han tenido varios encuentros con el secretario de Ambiente, Federico Casas, y el secretario de Gobierno, Luis García Salado. "Algunas cosas mejoraron, pero falta mucho. A nosotros nos gustaría que vengan las autoridades y vean personalmente lo que es esto. No solo las autoridades municipales, sino también el gobernador. Nuestro trabajo es necesario, pero no nos tienen en cuenta. Somos 150 las familias que vivimos de esta tarea", agregó Benita.

Los pequeños logros

Benita cuenta que algunas de las cosas que lograron fue que el único galpón que hay en el predio ahora tiene luz. Además fumigaron. "También llevaron el elevador que teníamos para arreglarlo porque los ratones le habían comido los cables. Lo estamos esperando porque realmente lo necesitamos para levantar peso", dijo. Pero hay pedidos que son urgentes y que todavía no han tenido respuesta, por ejemplo hay solo dos baños para los 150 trabajadores que en estos momentos están clausurados. Además, solicitan la instalación de duchas. "Cuando llegamos a casa nuestros hijos nos quieren abrazar pero estamos con el olor del vertedero y la ropa con la que trabajamos", dijo.

Además de las duchas, que son sumamente necesarias para poder higienizarse, requieren que se acondicione un espacio dentro del galpón que ya está instalado para que puedan estar los hijos pequeños de las mujeres trabajadoras y que puedan ser atendidos por otras madres de las cooperativas. “Nosotras no venimos a trabajar con hijos pequeños, pero ocurre que a veces las mujeres no tienen con quién dejar a los chicos y se ven obligadas a dejarlos solos en las viviendas, expuestos a cualquier peligro”, agregó Benita.

Playa de reciclado

Antes las bolsas naranjas que caracterizan al programa Separemos Juntos se depositaban en el único galpón que hay, “pero llegó un momento en el que resultó pequeño. Además, se retiraba el material de reciclado y el resto quedaba afuera del galpón”, agregó la trabajadora. Según cuenta, llegó un momento en el que no se podía salir del lugar por la cantidad de basura que había alrededor. 
En estos momentos los camiones vuelcan los residuos en el mismo lugar en donde lo hacen los del programa Separemos Juntos, que se distinguen por el color naranja de sus bolsas. Esto redunda en que los trabajadores deben internarse en “la trinchera” para recuperar los materiales. De este modo la separación en el hogar cae en saco roto desde el momento en que todo va al mismo lugar. “Nosotros no queremos estar allá en la trinchera sino tener un lugar, un sector donde podamos hacer la clasificación, donde haya una playa grande. Esto es lo que estamos tratando de lograr por medio del municipio”, agregó Benita.

100 kilos por día

Para poder sobrevivir cada trabajador debe recuperar 100 kilos por día de cartón o de plástico y esta meta no todos la logran. Muchos llegan a juntar alrededor de 60 kilos. 
Los materiales que ellos recuperan los venden a empresas intermediarias. Los que mejor pagan les dan $3,50 por kilo de plástico y por el cartón $1,70. Los recuperadores necesitan de manera urgente máquinas y herramientas que les permitan prensar el material y así evitar el intermediario. Hombres y mujeres de diferentes edades se dedican a esta tarea. “Hay gente muy grande, otros de mediana edad y también changos”, agregó. 
Benita lleva 33 años en el Vertedero, pero no quiere que sus hijos sigan sus pasos, por eso los mandó a la escuela, a pesar de eso, no consiguen trabajo porque la situación es “muy difícil”. 
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