No es de la definición de lo que me interesa hablar. Sino de los machistas y de las machistas. Creo que los machistas son creados y alimentados por las machistas. Claro que el machista esta muy cómodo con la posición, la disfruta y la ejerce desde chico, en su juventud y la madurez. Comienza así. La madre dice a la hija : “Acercá la ropa a tu hermano”. Cuando están a la mesa la hija ayuda a servir. El hijo sentado espera que lo sirvan. Cuando hay que lavar. Claro es la hija, no es cosa de niños. Ya crecido las llaves en la juventud para el varón, la niña no hace falta porque la lleva el padre o la madre, ella no tiene la llave. Cuando toca estudiar. Tiene que escoger carreras propias para mujeres. Lo ideal es que sea secretaria de una empresa, de un profesional hombre, de un ministro, de un juez, Y cuando ejerce, que lo haga en lugares propios para mujeres. Ahora viene lo complicado, si se casa. Ya no se la valora por lo que es, por lo que sabe, sino por lo que representa el marido. Es una pena que defensores y detractores refieran para hablar de una mujer, si es esposa de tal profesional, de tal político. De tal funcionario. No miran su currículum, sus estudios, sus trabajos anteriores.
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No es de la definición de lo que me interesa hablar. Sino de los machistas y de las machistas. Creo que los machistas son creados y alimentados por las machistas. Claro que el machista esta muy cómodo con la posición, la disfruta y la ejerce desde chico, en su juventud y la madurez. Comienza así. La madre dice a la hija : “Acercá la ropa a tu hermano”. Cuando están a la mesa la hija ayuda a servir. El hijo sentado espera que lo sirvan. Cuando hay que lavar. Claro es la hija, no es cosa de niños. Ya crecido las llaves en la juventud para el varón, la niña no hace falta porque la lleva el padre o la madre, ella no tiene la llave. Cuando toca estudiar. Tiene que escoger carreras propias para mujeres. Lo ideal es que sea secretaria de una empresa, de un profesional hombre, de un ministro, de un juez, Y cuando ejerce, que lo haga en lugares propios para mujeres. Ahora viene lo complicado, si se casa. Ya no se la valora por lo que es, por lo que sabe, sino por lo que representa el marido. Es una pena que defensores y detractores refieran para hablar de una mujer, si es esposa de tal profesional, de tal político. De tal funcionario. No miran su currículum, sus estudios, sus trabajos anteriores.
En las comisaría se enviaba y se sigue enviando a las mujeres que denuncian a su marido por violencia, con la siguiente recomendación: “Vaya a su casa, cocine algo rico y se le pasará”. O con la siguiente recriminación: “No pensó Ud. que con esta denuncia el señor se quedará sin trabajo?, ¿qué harán después?”. Sin embargo, parece que algunas cosas van cambiando. Algunas, no muchas, pues se sigue pagando menos a mujeres que a los hombres. Hubo que luchar por un cupo para las elecciones.
Pero en los matrimonios más jóvenes ya hay quienes comparten las tareas hogareñas, el cuidado de los niños. Pero siempre hay cosas, pequeñas cositas, que son solo para mujeres. Parece que falta mucho todavía. Que se asuma que lo que dicen los tratados internacionales a los cuales la Argentina ha adherido, ha firmado, con los que se ha comprometido, y que se pongan en práctica por todos, por los gobiernos, por las instituciones, por los ciudadanos y ciudadanas, estos derechos declarados.
Lo que señalan las constituciones, las leyes, hay que cumplirlo. Que los seres humanos somos iguales en derechos y deberes.
No hay superioridad del hombre sobre la mujer. El hombre no es dueño de las mujeres. Son dos seres iguales, libres. Es tiempo que todos asumamos que las mujeres son capaces de tener pensamiento propio. De capacitarse, de elegir, de ser libres.
Si trabajamos en ese sentido y nos comprometemos, seguramente vendrán tiempos mejores.