¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

17°
24 de Abril,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

“Recargados”, el nuevo show de Sin Código

Se presentarán mañana, a las 21, en la Casa de la Cultura (Caseros 460).
Viernes, 12 de mayo de 2017 15:23

Cincuenta bailarines se lucirán en más de veinte coreografías de ritmos latinos como salsa, bachata y chachachá, y urbanos como disco jazz, rock dance y hall. Las entradas, a $150, están a la venta en la boletería de la Casa de la Cultura (Caseros 460).

Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

Cincuenta bailarines se lucirán en más de veinte coreografías de ritmos latinos como salsa, bachata y chachachá, y urbanos como disco jazz, rock dance y hall. Las entradas, a $150, están a la venta en la boletería de la Casa de la Cultura (Caseros 460).

“Recargados” es el séptimo espectáculo que presenta Sin Código, la academia de Sebastián Tocona. Los ritmos latinos tienen fama de pertenecer a un género fácilmente bailable por todos. Frutos extraños surgen a veces de experimentaciones con la forma, la melodía y el ritmo de estas danzas. Incluso tienen su espacio habitual en gimnasios. “Varios los toman como un hobbie, pero yo los tomo de una manera muy profesional, como si fueran folclore y danzas clásicas, y trato de que así lo vean todos”, señala Sebastián. Esa mirada deviene en un show de calidad, en el que no se ignora el gusto del público. “La gente se amolda a lo que está de moda y lo demanda tanto para aprender como para ver: en este caso bachata”, comenta el bailarín.

Sebastián Tocona (28) es profesor de folclore, ritmos latinos y jazz. Tiene diez años de trayectoria y cuenta que debe su base al profesorado de Folclore, cuyo aprendizaje lo captó entre los 4 y 12 años. Luego, la elección de ritmos latinos sería íntima y personal. Vio un show gratuito de salsa y bachata en la plaza 9 de Julio y para probar se inscribió en una clase de verano. La inmediatez de su enamoramiento con la salsa, la cumbia, la bachata y el chá chá chá le hicieron tomar conciencia de que el primer contacto entre la danza y un potencial aprendiz es tal vez el definitivo para decidirse por una vocación, un hobbie o un no retorno. “Cuando van alumnos a probar una clase siento que debe ser la mejor, la que más los incentive a quedarse, porque de ello depende que ese alumno siga o no. Así me pasó a mí”, comenta. Él se formó con Iván Barrientos y Daniel Broncovski. “Daniel me enseñó todo lo que sé de salsa e Iván tuvo el gesto de presentarme a sus colegas bailarinas de danzas clásicas como Adriana Pequeño, Andrea Montero, Alma Canovio y Eleonor Spaventa”, destaca.

Adriana Pequeño fue quien en 2007 le otorgó la oportunidad de dar clases en su estudio. “Empecé a enseñar porque me lo pidieron, pero hubo un momento que lo hice por necesidad económica hasta que me di cuenta de que si lo veía solo como un trabajo iba a volverse rutinario y tensionante. Por último, lo empecé a ver como un arte”, señala Sebastián.

Transmitir: el objetivos más buscado por el bailarín 

Un coreógrafo se involucra con el arte de una manera especial. Así el bailarín es el producto en bruto al que se puede desarrollar a pleno. “Muy pocos tienen el don de transmitir y ver en sus alumnos el trabajo que uno se pudo imaginar para ellos. Cuando el alumno viene y me dice: ‘Yo no sé nada de baile’, me gusta decirle que justamente esa es la idea: que yo pueda hacer algo por él. Cuando vienen sin saber nada, sin mañas ni técnica, no tienen nada incorporado ni información errónea que los maree y pueden absorber todo lo que les decís”, apunta.

“Muchos piensan que hacer ritmos latinos es para bajar de peso y no es así. Tiene también un estudio, si bien no es tan exhaustivo como el de las danzas clásicas, y si no lo hacés, terminás haciendo algo que ni siquiera vos sabés qué es. En cambio en un gimnasio vas a pasarla bien y te vas tranquilo a tu casa porque hiciste algo por tu salud”, define.

Sebastián es consciente de que no se puede contar una historia solo con pasos. Hay emociones, sentimientos y una maduración en la vida personal y en el escenario que se deben transmitir al público. Solo si llega a conmover al espectador el bailarín habrá conseguido su objetivo. Se trata de esa energía sutil, impalpable e indescriptible que se devuelve y hace al artista. “Hoy trato de no pensar en la perfección, sino de transmitir lo que bailo. De que le llegue al espectador, que se emocione porque lo hice reír, llorar o concentrarse en lo que estoy haciendo. Para mí todo ello es elemental y espero que lo transmitamos en 'Recargados'”, finaliza.

PUBLICIDAD