Ester Garnica revolvía la ropa apilada. Dice que no es adepta a las ferias americanas, pero que aprovechó su paseo por Salta y se acercó a buscar pantalones de trabajo para su hijo. Los compró a fines de mayo y por inconvenientes con el talle tuvo que volver a cambiarlos. "Es el tercer fin de semana que vengo. Finalmente me dijeron que no me los pueden cambiar, que elija otra cosa. Dicen que ahora les llegaron los camperones y algo para el invierno, pero no saben cuándo van a tener más jeans porque no les están ingresando muchas prendas. El tema es que yo ya no puedo seguir esperando porque tengo que volver a Buenos Aires", relató la mujer.
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Ester Garnica revolvía la ropa apilada. Dice que no es adepta a las ferias americanas, pero que aprovechó su paseo por Salta y se acercó a buscar pantalones de trabajo para su hijo. Los compró a fines de mayo y por inconvenientes con el talle tuvo que volver a cambiarlos. "Es el tercer fin de semana que vengo. Finalmente me dijeron que no me los pueden cambiar, que elija otra cosa. Dicen que ahora les llegaron los camperones y algo para el invierno, pero no saben cuándo van a tener más jeans porque no les están ingresando muchas prendas. El tema es que yo ya no puedo seguir esperando porque tengo que volver a Buenos Aires", relató la mujer.
Tras el conflicto de los bagayeros, que mantuvieron cortada hasta ayer la ruta 50 en rechazo a los crecientes controles al ingreso de mercadería desde Bolivia, el testimonio de Ester refleja en cierta forma la falta de reposición de ropa en las ferias.
Por lo general, el abastecimiento se realiza cada viernes, pero la gran mayoría de los feriantes consultados por El Tri
buno señaló que en las últimas dos semanas no viajó a hacer compras debido a los piquetes en el norte provincial.
Rosa María Arancibia, dueña de un puesto en la Feria Santa Rita, frente a villa Lavalle, admitió: "La cosa está fea... Por lo pronto, terminaremos de vender lo que hay porque la gente a la que le compramos tampoco está viniendo. Dios dirá qué va a pasar".
Ayer, el duro conflicto con los bagayeros en la ruta finalmente se destrabó (más información, página 16). Ahora se espera una solución al problema de fondo, teniendo en cuenta que quedó prohibida la importación de ropa usada. A diario, Gendarmería decomisa cargamentos que ingresan de forma ilegal.
Ante este panorama, Rosa María planteó: "¿Dónde voy a trabajar si ya no puedo seguir vendiendo? Soy jubilada y lo único que sé hacer es esto; antes era empleada doméstica, después aprendí a vender. Me preocupa también que hay dos chicas que dependen de mí".
Para Verónica Urquidi, empleada desde hace cinco años, "no se puede trabajar tranquilamente. Esta semana no llegó ropa, no sabemos qué va a suceder. Esto afecta también a la gente que vende en el centro y a los manteros de las peatonales". La joven se sustenta sola y tiene miedo de perder su único trabajo.
Jorge Saravia es más optimista. "Por ahora no se nota faltante, pero si esto sigue puede llegar a haber. Creo que se va a llegar a una solución. De una u otra forma tienen que arreglar, sea legal o no, si no mucha gente va a quedar sin trabajo". Jorge lleva 25 años entre las ferias de Autódromo, Santa Cecilia y en predios privados.
Una empleada que prefirió no decir su nombre apuntó contra los dueños: "Traen fardos de 400 prendas a precios baratísimos y venden hasta por cinco veces más".
Una clienta, Estela Mamaní, llegó a la feria después de un mes. "Por suerte veo bastante ropa, sacaron las prendas de invierno. Si me cierran la feria voy a tener que comprar las camperas para la bebé por anticipado para que tenga cuando sea más grandecita", dijo, y agregó que elige la ropa americana por la calidad y los precios.
Hilda Silva es presidenta de la feria La Saladita, una de las más grandes de la ciudad. "Nos dijeron que somos delincuentes, una mafia... Nosotros no somos nada de eso. Queremos que (Mauricio) Macri nos conozca, no trabajamos con nada raro, solo queremos llevar el pan de cada día a nuestras casas, que no se mueran nuestras fuentes de trabajo. Caso contrario, que ellos nos den un trabajo como corresponde porque también somos seres humanos", señaló.
Lejos de la realidad
Consultado sobre el impacto del conflicto con los bagayeros en las ferias americanas de la ciudad, el subsecretario de Control Comercial de la Municipalidad de Salta, Nicolás Avellaneda, señaló que “a veces, cuando se toman este tipo de medidas a nivel nacional lo hacen muy en Buenos Aires y no consultan en las provincias”.
Atribuyó la situación a una falta de trabajo genuino, de años, que hace que unas 4 o 5 mil personas vivan del contrabando de ropa. “Ni siquiera podemos hablar de importación, acá hay que combatir a los distribuidores ilegales, no a esta gente que incluso está sometida a una trata laboral”, sentenció.