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La conmovedora historia de Tayda, la hija trans de David Lebón

Tiene pasión por la música y los tatuajes; sufrió la discriminación de su madre, pero cuenta con el apoyo de su famoso padre; cómo es su vida mientras transforma su cuerpo en busca de su identidad.
Miércoles, 14 de junio de 2017 10:12

‘Recordad que el secreto de la felicidad está en la libertad, y el secreto de la libertad, en el coraje’. Las palabras del historiador griego Tucidides bien reflejan el sentir de Tayda Lebón. Seguir el deseo. No claudicar ante mandatos, imposiciones sociales y prejuicios. Bucear en pos de la felicidad, aún en los océanos más reaccionarios. Algo de todo eso se conjugó en la vida de esta exótica chica trans tatuadora y exponente del rap y el hip hop. La hija del mítico David Lebón heredó del ex Serú Girán la pasión por la música y la vocación por el arte en sus más diversas vertientes. Así lo plasma una entrevista publicada por La Nación.

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‘Recordad que el secreto de la felicidad está en la libertad, y el secreto de la libertad, en el coraje’. Las palabras del historiador griego Tucidides bien reflejan el sentir de Tayda Lebón. Seguir el deseo. No claudicar ante mandatos, imposiciones sociales y prejuicios. Bucear en pos de la felicidad, aún en los océanos más reaccionarios. Algo de todo eso se conjugó en la vida de esta exótica chica trans tatuadora y exponente del rap y el hip hop. La hija del mítico David Lebón heredó del ex Serú Girán la pasión por la música y la vocación por el arte en sus más diversas vertientes. Así lo plasma una entrevista publicada por La Nación.

-Tayda, ¿qué edad tenés?
-¿Así empezamos? Eso nunca se le pregunta a una dama!
Simpática y dispuesta a la charla, Tayda no elude ninguna pregunta. O mejor dicho, solo una: confesar la edad. Ella tiene cuatro hermanos y vive en Nueva York. Allí desarrolla una vida sumamente libre, con el rumbo guiado por un faro que le indica un norte preciso: no ajustarse a rótulos y ser auténtica.

-En el siglo XXl, los modos de ejercer la sexualidad y la libertad sobre las preferencias nos permiten canalizar nuestro deseo de una manera más profunda y genuina. ¿Cómo ha sido el proceso que te ha llevado a este presente? ¿Te interesa definirte de algún modo?
-Es raro que en todas las definiciones obtengas la palabra ‘sexo‘ o ‘sexual‘ cuando es más bien afinidad con otra persona más allá de lo que hay entre las piernas. Justamente, ésto sería opuesto al sexo. Cómo dos personas se conectan, por compatibilidad y atracción, es tan simple que para algunos puede ser complicado. En general, me atraen, y me atrajeron siempre, más los hombres, pero cuando hablamos de amor o afinidad entre personas, la genitalidad no define a nadie. Puedo llegar a enamorarme de cualquier ser humano con el que tenga esa atracción. El placer sexual se puede disfrutar solo, contra una almohada, con un vibrador. No existe esta forma en las mentes que crecieron con información más que nada social y religiosa y eso también está perfecto, siempre y cuando sea verdadero lo que sienten por ellos y por otros. Al igual que el respeto que se merece mi decisión individual de elegir para mi vida lo que me parezca mejor y me haga feliz. Ni yo, ni nadie, tiene que pedir permiso para ser uno o una. La clave es vivir y dejar vivir con respeto.

-Quizás por desconocimiento o por prejuicios pueden surgir dudas o tensiones en la manera en que la gente se relaciona con personas que eligen un camino de libertad como el tuyo. ¿Te incomoda la manera en que se vinculan con vos?
-Depende, puede ser. En realidad, es peor cuando la gente te trata toda la vida a partir de lo que la vista percibe. En mi caso, sentir o esperar una interacción determinada y, abruptamente, recibir otra, me enfrenta a recordar: ‘Ah, soy hombre! Así me veo, así me van a tratar!‘

-¿Por eso el cambio físico de los últimos tiempos?
-El tema tiene que ver, entre otras cosas, con modificar el cuerpo para que concuerde con el funcionamiento de mi mente y, de ese modo, cambia la perspectiva, para muchos, a algo más femenino.

-Y eso conlleva el cambio de actitud en el interlocutor...
-Así es, se genera un trato más acorde a cómo me siento, más allá que, de varón, siempre me llegaba un golpe por la espalda. Pero, rápidamente, entendía que era lo que generaba a partir de lo que veían en mí.

-Ha salido publicado que pasaste a llamarte Tranny, a partir de tu transformación física, ¿esto es real?
-No, nunca ha sido mi nombre. Acá, en los Estados Unidos, Tranny es usado de manera más bien despectiva, excepto que sea entre nosotras, en broma. Es como decirle ‘puto‘ despectivamente a una persona gay. Me sigo llamando Tayda. Mi madre estaba segura de que iba a tener una nena y pensando nombres de mujer, un amigo le sugirió Tayda, que es una princesa de la India. Cuando nací, al ver que físicamente no era mujer, decidió, de todos modos, que igual me iban a llamar así. Esta historia la conocí mientras estaba en transición.

-¿Cómo manejabas ese sentir interior con la forma masculina en la que te percibían y te mencionaba el afuera?
-Yo soy ‘ella‘, siempre lo fui por dentro. Cuando tenía pocos años, me miré entre las piernas y vi un pito. Yo estaba tan segura que era nena que mi razonamiento inmediatamente pensó: °Bueno, todos nacemos así y a las nenas se nos cae°. Esperé y, obviamente, eso nunca sucedió. Ahora estoy en el medio de mi transición.

-¿Cuál es el camino que estás transitando actualmente?
-Solo estoy haciendo el tratamiento de hormonas con mi doctora, así que todos los cambios de mi cuerpo son naturales, producidos por hormonas femeninas: me crecen los pechos y las caderas, muta la piel, las facciones se vuelven más suaves, pero falta mucho todavía. Hay días en los que me pongo pantalón y remera y la paso de pibe. Un pibe más hermoso! Y otros días me maquillo y salgo de mujer. Yo me siento ‘ella‘, soy ‘ella‘, pero mi mente trabaja mucho por lógica: así que hasta que no me haga tratamientos con láser para eliminar los bellos y lograr la femineidad del rostro, no pretendo que todos me traten de ‘ella‘. De algún modo, es un cambio que vivimos todos, así que comprendo y dejo que suceda naturalmente. Llegará el día en el que ni se le va a ocurrir a la gente tratarme de ‘el‘.

-¿Te intervendrías quirúrgicamente la zona genital de tu cuerpo?
-Sí, pero eso será lo último que haría. Será la última de mis decisiones. Lo haría porque la percepción de afuera cambia el trato con el otro. Con esa operación me sentiría mujer completa, pero es muy caro. Será el último paso de mi proceso.

-Tengo entendido que tu madre no aceptó tu cambio. Y que incluso te echó de tu casa. ¿Esto es así?
-Es cierto, pero lo peor es que yo no vivía con ella. Solo le alquilaba un departamento en el complejo de su marido. Obviamente, yo pagaba todos mis gastos. Ellos vivían abajo mío.

-¿Cómo ha sido ese vínculo?
-Me he sentido muy atrapada, cercada, constantemente juzgada, insultada. Viví permanentemente en medio de situaciones de manipulación y mentiras. Me llevó años darme cuenta de algunas cosas. Yo me sentía miserable. Era todo muy enfermizo. Le decía a las personas que yo estaba ‘loco‘ y que sólo ella podía manejarme; que era ‘maleducado‘ y un ser despreciable.

-¿Tu reacción cuál era?
-Una vez le dije: ‘¿sabés que a mí nunca me han insultado tanto en mi vida? No estoy acostumbrada‘. Y me respondió: ‘Porque nadie nunca te dijo la verdad‘.

-Una relación que debería ser amorosa, era para vos un tormento.
-Hay infinidad de historias que jamás pensé que serían parte de mi vida. Mamá no soporta nada que me haga feliz. Nada! Mi música la escuchaba, pero no le daba bola; filmaba con el teléfono sketches con mis perros y me pasaba días editándolos mientras aprendía a usar los programas, cuando los terminaba se lo mandaba primero que a nadie, toda excitada, y me respondía: ‘¿sacaste la basura? Ha llamado a la policía por absolutamente nada. Por no estar de acuerdo. Eso fue lo que pasó la última vez: llamó a la policía porque quería que yo me fuera. Porque sí. Yo acababa de llegar de mi primer día en mi nuevo trabajo, que perdí. Cuando llegué, empezó a crear drama, y llamó a la policía. En el gobierno de Donald Trump, ir presa siendo latina y trans puede ser brutal. Así que no me quedó otra que agarrar a mis perros e irme. Sólo eso agarré, lo más importante.

-¿Ella qué reacción tomó?
-Cuando salía con mis perros, ella se puso en el pasillo para intentar pararme para que la policía llegara. Le dije: ‘¿le vas a decir a la policía que no hice nada?‘ Me pegó una patada, agarró una pala de nieve y mientras me pegaba gritaba ‘me está pegando‘. En medio de los gritos baja el volumen de su voz y me dice: ‘ahora sí vas preso‘. Tomé a los perros y me fuí. Nunca más la vi ni hablé, pero sé que le dice a todos que ella me tuvo que dejar ir porque yo la ataqué. Se pone como víctima, que es lo último que es. El exceso de drogas, más allá que está limpia, dejo una mente inestable.

-Y su entorno, ¿cómo la ve?
-Hay una percepción visual de alguien sana que salió de lo peor, por lo cual todos la respetan y le creen. Pero es todo una apariencia. Ella no me aprovechó, no me disfrutó nunca. Desde el primer día me juzgó, me quiso cambiar, y abuso mentalmente.

-Duro para una hija.
-Es triste tener que decirlo, pero estoy siendo mucho más suave de lo que fue.

-¿Cómo es tu vínculo con David Lebón, tu padre? ¿Cómo tomó él tus decisiones?
-Mi papá fue, es y será mi mejor amigo. Con sus pro y defectos, como todos tenemos. Yo soy quien soy gracias a él. Yo puedo ser libre porque se me ha permitido ser libre. Y eso es algo que nunca me faltó de mi papá. Me siento amado, escuchado siempre. Está orgulloso de mí. Respeto es lo que aprendí de él. Tanguito no era boludo. El amor es más fuerte! El resto es una pelotudez.

-¿Cómo nace la pasión por el tatuaje?
-En realidad, mi pasión es la música. El arte lo amo en todas sus formas, entre ellas, el tatuaje. Solo que el tatuaje tiene su propio lugar y peso social, al menos cuando yo era chica, ese lugar no compartía espacio físico con la comunidad gay. En ese tiempo, todo lo contrario, pero así y todo era parte de mí. A los 10 años tuve mi primer intento de tatuaje acompañando a una amiga que, a veces, me cuidaba. Me tatué una línea y me arrepentí. A los 13, me hice el primero y, desde ese día, me sumergí en el mundo y la comunidad del tatuaje. En esos tiempos no era fácil ser abiertamente gay en un mundo de motoqueros, convictos y punks. El tatuaje era lo que nos separaba a los rebeldes del resto de la gente.

-Una suerte de gueto...
-Con el tatuaje reconocías quién era del palo. Si veías a alguien con muchos tatuajes, sabías que lo podías saludar e iba a ser tu amigo. Así que es una expresión artística que venía de esta subcultura de sobrevivientes y guerreros. Mi sexualidad no definía quién era yo, sino mi visión, mis experiencias y forma de expresión. Eso siempre me hizo encajar naturalmente en estas subculturas. Mis amigos, en su gran mayoría, y con los que pasaba todos los días, eran todos heterosexuales y muchos de lugares donde jamás se imaginaron ver a una persona gay y mucho menos terminar siendo familia.

-¿Había una necesidad de etiquetarte en esos ámbitos?
-Sí, tenía personalidad de mujer rebelde en el cuerpo de un hombre y esa situación debía etiquetarse como gay, pero mi personalidad interna me hizo vivir siempre bajo mi propia norma. Siempre fui bien recibida, respetada y hasta cuidada en muchísimas situaciones. Eso es todo personalidad. Es tener las agallas suficientes.

-Sos tatuadora, pero además has transformado tu cuerpo en arte, ¿qué tatuajes te hiciste? ¿Qué significado tienen?
-Tengo muchos tatuajes, la mayoría tienen su historia, algunos son regalos de amigos.

-¿Alguna zona de tu cuerpo ha quedado sin tatuar?
-Solo tengo pedacitos de piel libre entre tatuajes que cubren todo el cuerpo.

-Hablabas de tu pasión por la música, ¿cómo marcha ese aspecto de tu vida?
-Estuve haciendo hip hop para la comunidad LGBTQ, grabo de manera independiente y se puede acceder al material desde los formatos digitales como ITunes -T Lebon- o en YouTube donde figuran los inéditos en mi cuenta Tayda Lebon. Sigo creando música, ésto ocupa el lugar número uno en mi vida. Estoy componiendo temas y, además, subiendo los demos a YouTube de todas esas canciones que compuse mientras pasaba por la transición. Donald Trump ganaba, Siria era atacado otra vez sin siquiera una noticia en absolutamente ningún lado y, en mi frustración, como siempre, la música me calmaba.

-Tayda, más allá de tu vínculo con el arte, ¿cómo es tu vida hoy? ¿Conseguiste la libertad anhelada, te convertirte en la persona que soñaste ser?
-Libre fui siempre, dentro de lo que podemos ser. Mi vida hoy es una transición, debería sólo estar ocupándome de estos grandes cambios, pero se ve retrasado el proceso por estar, ahora, buscando una casa nueva, y muchas cosas que tengo que reorganizar porque me han puesto otra gran piedra en el camino. Creo que mi madre debería haberse dedicado a poner empedrados y lo digo con todo el respeto que se merecen las madres de verdad.

-¿Estás en pareja?
-Estoy casada, pero separada.

-¿Qué le dirías a alguien que no se anima a expresarse con la libertad que lo hacés vos, ya sea desde su identidad sexual, de género o en otros aspectos de su vida?
-Yo le diría que todos tenemos un viaje individual, pero hay que ser real con uno/a misma, porque la guita, va y viene, pero el tiempo va y no vuelve jamás, es perdido. No dejes que se vaya sin haber sido feliz. Siempre va a haber gente que odie lo que hagas. Vos recordá quién estuvo con vos en todas. En todas! ¿Quién te protegió cuando estabas solo/a? ¿Quién es tu mejor mejor amigo? ¿Quién estará con vos hasta el último respiro? Vos! Todos pasará: familia, amigos, parejas, solo vos te tenés a vos siempre, hasta el final. ¿A quién le vas a pedir permiso? ¿Lo necesitás? Sé feliz! Es lo mejor que tenemos.

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