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Revalorizan el afán de las pastoras de los Valles Calchaquíes

La Fundación Grupo El Abra busca mejorar la calidad de vida de las mujeres de los cerros.Desarrolla varios proyectos tendientes a recuperar tradición, cultura, patrimonio e historia.
Domingo, 18 de junio de 2017 00:00

Damiana Calpanchay con su hija Flavia y su nieta viven al pie del Abra del Acay, a 4 mil metros de altura. Pastorean las cabras y las ovejas sin prisa ni relojes. Miran despuntar el alba de pie, frente al fuego eterno que calentará cada día el agua para el mate, y regresan al atardecer habiendo prodigado todas las horas al cuidado del rebaño. Esta familia de puras mujeres que desarrolla su existencia entre las montañas es como muchas otras que florecen en las soledades de los valles y quebradas de Salta: trabajando, creando y haciendo que la vida sea posible donde reina la nada. Verdaderos matriarcados en los que la mujer es la que cría a los hijos, trabaja, enseña y perpetúa el legado de una cultura viva que caracteriza a esta provincia de cara al mundo con sus tejidos, sus artesanías y sus manjares, que llenan también de orgullo a los salteños más citadinos.

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Damiana Calpanchay con su hija Flavia y su nieta viven al pie del Abra del Acay, a 4 mil metros de altura. Pastorean las cabras y las ovejas sin prisa ni relojes. Miran despuntar el alba de pie, frente al fuego eterno que calentará cada día el agua para el mate, y regresan al atardecer habiendo prodigado todas las horas al cuidado del rebaño. Esta familia de puras mujeres que desarrolla su existencia entre las montañas es como muchas otras que florecen en las soledades de los valles y quebradas de Salta: trabajando, creando y haciendo que la vida sea posible donde reina la nada. Verdaderos matriarcados en los que la mujer es la que cría a los hijos, trabaja, enseña y perpetúa el legado de una cultura viva que caracteriza a esta provincia de cara al mundo con sus tejidos, sus artesanías y sus manjares, que llenan también de orgullo a los salteños más citadinos.

Justo a estas mujeres tan tenaces, laboriosas y valientes como anónimas, la Fundación Grupo El Abra, de Cachi, presidida por Guadalupe Noble, quiere rescatar de la indiferencia social y ponerlas sobre relieve por su trascendencia cultural. Para ello, creó y puso en marcha el proyecto "Pastoras de altura en el Valle Calchaquí" con la finalidad contundente de introducir mejoras en la infraestructura de su hábitat para optimizar su calidad de vida. Concretamente se ocupan de la compra, provisión y colocación de cañerías de agua, gestión de los documentos de identidad, de subsidio universal por hijo; gestión para la donación de termotanques solares y pantallas solares para generar energía en estas áreas inhóspitas, carentes de todos los servicios y absolutamente distantes e incomunicadas para cualquier tipo de ayuda urgente. "Por todas las mujeres que pasan la vida entre los cerros, es que armamos desde la Fundación El Abra el proyecto Pastoras. Estas mujeres de más de 70 años, como Saturnina Cutipa, Lugarda Arroyo, Palmira Vilte, Ángela Tapia y Eulogia Tapia son portadoras de la historia ancestral del valle y están muy grandes ya. No queremos que se vayan de este mundo sin que puedan contar su vida, transmitirnos su sabiduría, que la sociedad las revalorice", expresó Guadalupe Noble.

Acotó: "Al mismo tiempo, buscamos ayudarlas a mejorar su ambiente, facilitarles recursos para que sus hijos puedan seguir con el noble oficio de pastor. Ellas conocen profundamente a la naturaleza, son un ejemplo y tienen mucho para enseñarnos a quienes vivimos alienados en un mundo urbanizado y artificial".

Entre otras acciones, la fundación El Abra puja por la recuperación de cultivos andinos tradicionales como la quinoa y el pimentón; apoya al comercio justo en el Valle Calchaquí con ferias y mercados, de la mano de la comunidad, el municipio y el Gobierno provincial. Además impulsó el diccionario de regionalismos Ñañito que quiere hacer llegar a todas las escuelas rurales; y en un trabajo conjunto con las escuelas, desarrolla el proyecto "Churito Mi Cachi" que es una cartilla sobre protección del patrimonio cultural.

 

OPINION

El Abra, un puente entre culturas

Por Jorgelina Flores Barrantes - Comunicadora Social

 

El abra es un paso en las montañas que puede unir cerros, valles o quebradas. Para los incas, reyes de Los Andes en toda su extensión, las abras constituyeron un punto estratégico en su espacio geográfico. Hoy siguen siendo un hito para los habitantes de las serranías y en muchos de esos lugares de transición se encuentran apachetas de origen ancestral. 
El nombre de La Fundación El Abra no sólo simboliza estos importantes pasos comunicantes, sino que remite a la esencia del vocablo, destacándose el concepto de nexo y punto de encuentro. 
Éste es el verdadero propósito del Grupo el Abra: facilitar la unión entre distintos actores de medios diversos para impulsar acciones de crecimiento social. 
Tuve la suerte de participar de algunos de los encuentros que realiza la mencionada ONG en el pueblo de Cachi, con el fin de destacar la labor de aquellos voluntarios que trabajan por la comunidad vallista. Se juntan para entregar premios y hacer celebraciones sencillas.
En esas fiestas, que se llevan a cabo en el patio de la casa que tiene en Cachi, Guadalupe Noble, presidente de la fundación El Abra, un antiguo edificio restaurado en donde supo funcionar antaño la oficina de correos, se percibe una energía vibrante y un ambiente de auténtica alegría. 
Allí se entremezclan prósperos habitantes de grandes urbes, funcionarios y empresarios, con pastores y arrieros que habitan un rancho de piedra en las faldas de las altas cumbres, subsistiendo con lo que ese duro terruño, esculpido por intensos vientos, logra darles. Sin quererlo, son estos últimos quienes acaparan toda la atención. Resulta paradójico, ya que son gente de silencios eternos, habituados a la compañía de sus ovejas antes que a la de otras personas. 
Ellos, con sus almas llenas de la tierra y sus ciclos, se ven rodeados de repente por ruidosos ciudadanos y, sin embargo, se imponen con su idiosincrasia.
Nadie puede evitar emocionarse profundamente al ver sus rostros surcados por soles infinitos, sus ojos oscuros que parecen reflejar el cosmos. 
Son, en su mayoría, mujeres, que, en resignada soledad, hacen de todo: crían a sus hijos, labran la tierra, caminan incansablemente por escarpadas montañas pastoreando a sus ovejas. “Por ellas armamos el Proyecto Pastoras”, dice con orgullo Guadalupe Noble, quién destaca a estas mujeres de más de 70 años como Saturnina Cutipa, Lugarda Arroyo, Palmira Vilte, Angela y Eulogia Tapia, verdaderas portadoras de la historia ancestral del valle. La Fundación Grupo El Abra quiere que puedan contar su vida, transmitir su sabiduría, que la sociedad las valore y al mismo tiempo, ayudarlas a mejorar su ambiente para que sus hijos puedan seguir con el noble oficio de pastor. 
Mientras Eulogia Tapia escucha la legendaria zamba de Castilla y Leguizamón, que todos los comensales cantamos en su honor, yo pienso en el trabajo de la Fundación El Abra, que uniendo voluntades y destinos, se propone ayudarnos a preservar nuestras raíces y nuestro medio como un legado invaluable para las nuevas generaciones. Una labor inmensa en la que todos deberíamos involucrarnos. 
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