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El circo Servián estrena hoy su show "Enciende tus sueños"

El Tribuno habló con sus protagonistas. En el elenco hay una salteña. 
Jueves, 08 de junio de 2017 21:28

Grandes proezas, una conjunción de artes audiovisuales, acrobacias, danzas, actuación, música, tecnología e impactante vestuario. Tal la mixtura que pone en escena “Enciende tus sueños”, el espectáculo que el circo Servián estrenará este viernes, a las 21.30, en el Centro de Convenciones de Salta.

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Grandes proezas, una conjunción de artes audiovisuales, acrobacias, danzas, actuación, música, tecnología e impactante vestuario. Tal la mixtura que pone en escena “Enciende tus sueños”, el espectáculo que el circo Servián estrenará este viernes, a las 21.30, en el Centro de Convenciones de Salta.

Una hechicera roba el corazón del árbol primordial, que representa la naturaleza y sus cuatro elementos y también la vida sobre el planeta, pero diversos personajes intentarán restituirlo, porque, de lo contrario, acarreará terribles consecuencias para todos. Más de 50 artistas nacionales e internacionales subirán al escenario durante los diferentes cuadros. Trapecio, perchero, contorsiones, magia e ilusionismo, robótica, globo de la muerte, cama elástica, péndulo doble y otros trucos aúnan lo tradicional y la vanguardia circense en un espectáculo para el asombro.

“Cuando las luces brillan sobre ti, debes volverte más grande que la vida”, definió el maestro francés Philippe Gaulier y es por ello que, a horas del estreno en Salta, cobran relevancia los hacedores de “Enciende tus sueños”, mientras aún tienen el tamaño de su estatura. En el elenco hay una salteña, Camila Ruiz García (22), que ingresó en abril de 2014. Ella es gimnasta rítmica y realizó un casting para trabajar en la compañía enviando un video por Facebook. Superó esa instancia y dio otra prueba presencial en Comodoro Rivadavia, donde la contrataron. Luego de giras por el sur y centro del país y por Chile reconoció que había esperado con mucha ansiedad actuar en Salta para que su familia pudiera ver su desempeño sobre el escenario del circo Servián.

Camila dijo que residir en tráileres, casas rodantes y viviendas de tipo americano al principio no le resultaba sencillo, pero en su caso junto con la costumbre vino un aprecio por los gajes de la vida circense. “Para que te quedes aquí te tiene que gustar, te tiene que atrapar y si te gusta lo sabés llevar. Yo estuve en pareja dos años con alguien de aquí y eso también me ayudó mucho”, comentó. Añadió que esa relación amorosa llegó a su fin y que juntos debieron elaborar la ruptura en el marco de una convivencia obligada. “Él sigue en el circo y es un poco difícil, pero parecido a cuando vas al colegio y cortás con un novio que es tu compañero. Nosotros ya somos grandes, y eso de estar en el mismo trabajo nos gusta y lo hablamos mucho porque sabemos dividir el trabajo de lo personal, y quedamos bien”, detalló. Luego reconoció que resulta difícil salir con alguien de afuera porque no permanecen en un lugar mucho tiempo y también por las distancias que su estilo de vida va oponiendo a la rutina convencional. “Nosotros no tenemos vacaciones en la época cuando la mayoría de la gente sí y tenemos que pedir permiso con mucha anticipación para irnos de licencia”, ejemplificó. La compañía se compromete a jornadas de ensayo y clases, que muchas veces terminan con una mesa extensa en la que comparten alimentos como una familia. Camila dijo que en un par de años se replanteará si cambiar de trabajo “tal vez”... “El espectáculo es tan lindo que cuando aplaude la gente, seguís queriendo más y más, por más percances que hayas tenido en el día, porque detrás de la carpa vivimos de todo, como todo el mundo. Entonces salís y ves a la gente que viene a verte tan feliz y cómo te aplaude y ya te olvidás de todo”, sintetizó.

 

El anfitrión

“El circo es el gran anfitrión. La familia cuando viene piensa encontrar algo tradicional y se topa con un gran espectáculo, con luces, vestuario, sonido, una carpa totalmente calefaccionada para más de 2.500 personas. Desde que entran en esta carpa van a encontrarse con personajes con los cuales sacarse fotos. La gente se va emocionada porque no es un show solo para niños. Como bien dice su nombre es un espectáculo para que cada uno de los que vienen aquí encienda sus sueños”, definió Franco Rau (21), bailarín y acróbata. Él contó que desde niño había trabajado en televisión, teatro y cine, pero en procura de nuevas experiencias dio una audición para el circo Servián en Río Cuarto (Córdoba). “Acá trabajo como bailarín, pero es como una escuela. Gabriela Servián me enseñó telas y me dio la posibilidad de seguir creciendo”, destacó Franco, quien también es asistente coreográfico del circo. “Siempre me preguntan cómo es trabajar en un circo y es difícil describirlo porque es tan mágico, desde lo que se vive durante la convivencia, el espectáculo y el subirse al escenario”, comentó, sin negar que resulta complicado estar lejos de la familia por períodos extensos. “Ya hace casi tres meses que no veo a los míos, que viven en Buenos Aires. También es difícil convivir con gente que por ahí nunca se te hubiera cruzado, pero uno empieza a ser más tolerante y solidario con los otros y te convertís en un artista completo”, dijo.

Con "pañales de lona"

Dicen que la pista es un rincón del paraíso donde los payasos entran para hacer olvidar a los demás y a sí mismos las desdichas. Esa misión tomó por entero a Máximo Fabián (41), Paquito Wanchankein, y Rubén Darío Gómez (40), Picolino. Rubén Darío es acróbata, trapecista y payaso. Cuarta generación de artistas circenses, dijo que nació "con los pañales de lona". Trabaja con sus primos y tíos. "Amo el circo y no lo cambio por nada. El circo es un barrio ambulante y tiene lo lindo y lo feo; pero capaz que un par de compañeros se están peleando y al rato están comiendo un asado, porque las broncas no pueden durar mucho, ya que somos una familia". Paquito y Picolino actúan en los entreactos y desarrollan una relación muy estrecha con el público, por lo que el impacto de las emociones llega como una oleada hacia ellos. "La satisfacción más grande para mí es la respuesta del público aplaudiéndonos de pie", estimó Rubén Darío. Máximo, su compañero, también es la cuarta generación de artistas circenses. “Cuando uno nace y se cría en el circo, las cosas van sucediendo de a poco y desde muy chiquitito. No quiero usar la palabra ‘ensayar’, porque uno no ensaya por obligación, sino que aprende por curiosidad. Yo veía a mi padre siendo payaso, a mi abuelo, a mis tíos, todos músicos, tocando sus instrumentos, e inconscientemente fui terminando en ese camino, pero después de haber pasado por trapecio, acrobacia, cama elástica, monociclo, porque cuando uno nace y crece en el circo va probando de todo y después con el tiempo te vas definiendo”, contó. Máximo vino al mundo mientras sus padres estaban de gira por Latinoamérica con un circo francés y estrictamente es chileno. “Mis papás trabajaron en circos mexicanos, estadounidenses, muchos años para el circo Rodas, para el Servián también pero en otros tiempos, antes de Flavio Mendoza, cuando tenía animales”, especificó. 
Su esposa honra los aprendizajes y experiencias de cuatro generaciones que le anteceden a ella y los hijos de ambos son acróbatas y payasos. En la compañía hay varios miembros en edad escolar y algunos de ellos estudian y rinden en condición de alumno libre, otros asisten a la escuela pública y obtienen en tiempo récord los pases que precisen. Contrastando la situación de sus hijos con la propia, Máximo  que actualmente existen diversas posibilidades y una mayor flexibilidad para el cursado de cualquier nivel educativo.
“Mi papá dejó el circo para que yo estudiara. Yo viví varios años fuera del circo, y nosotros cuando no estábamos de gira vivíamos en Buenos Aires y trabajábamos en los circos de los alrededores los fines de semana. Cuando terminé empecé a estudiar teatro y otras disciplinas que me formaron como artista. Trabajé en plazas, hice temporadas de verano y de invierno en teatros”, recordó. Pero el corazón lo regresó a la carpa. ¿Qué vientos soplan para el circo en una época cuando se privilegia la experiencia íntima con un mundo virtual? Máximo lo evalúa desde sus largos años sobre las pistas. “La familia Servián tiene una trayectoria tremenda porque en este país mantener este negocio es muy difícil, más cuando te juega en contra la atención del niño que hoy está más tiempo sentado frente a la computadora que jugando a la pelota. Antes la gente se acercaba a ver cómo se levantaba una carpa y hoy eso no llama la atención. Pero este espectáculo tiene ese rebote que la gente asiste y lo recomienda porque le explotó la cabeza”, dijo.

Otras funciones se harán mañana y pasado a las 18 y 21.30. El siguiente fin de semana se podrán disfrutar cuatro días: de jueves a domingos, en iguales horarios. El precio de las entradas está fijado en 300, 400 y 600 pesos, según la localidad elegida. Las boleterías estarán abiertas en el predio, de 10 a 13 y de 17 a 22. Mientras que las entradas también se pueden adquirir en el local de tarjeta Sucrédito (Alvarado 735). En las funciones participará el reconocido ruso Viktor Moiseev, quien actúa en “Joyá”, del Cirque du Soleil.
El circo Servián tiene 23 años y en él trabajan los hermanos: Ivana (43), en el área administrativa y contable; Cristian (39), en logística y supervisión general; Ginette (33), directora del show, y Gabriela (26) acróbata y entrenadora. “Esta ha sido la primera carpa tensionada de circo en la Argentina y dentro hay butacas francesas, mucho lujo, pero es una vida de sacrificios y empeño”, dijo Cristian Servián. 

 

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