Uno de los mayores iceberg registrados, de unos 5.800 kilómetros cuadrados, se ha desprendido del segmento Larsen C, en el sector de la Antártida
cuya soberanía reclama la Argentina. Según afirman expertos de la universidad galesa de Swansea, en el Reino Unido, esto deja al resto de la plataforma vulnerable a rupturas futuras.
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Uno de los mayores iceberg registrados, de unos 5.800 kilómetros cuadrados, se ha desprendido del segmento Larsen C, en el sector de la Antártida
cuya soberanía reclama la Argentina. Según afirman expertos de la universidad galesa de Swansea, en el Reino Unido, esto deja al resto de la plataforma vulnerable a rupturas futuras.
Los científicos llevaban vigilando el desarrollo de una gran grieta abierta en esa zona del continente blanco desde hacía más de una década, pero el proceso de ruptura se aceleró a partir de 2014, lo que pronosticaba la inminencia de este suceso. El desprendimiento definitivo del iceberg tabular ocurrió en los dos últimos días, confirmó el “Proyecto Midas”, de la Universidad de Swansea, que precisó que no “tienen conocimiento” de que esté “relacionado con el cambio climático provocado por el hombre”.
Siguiendo esa línea de pensamiento, el científico salteño Ricardo Alonso, señaló que esos acontecimientos son “absolutamente normales” y que la rotura de témpanos de grandes dimensiones en mares que rodean a la Antártida “es común”. “El tamaño es grande, en principio, pero no del otro mundo. Podríamos decir que es la mitad del salar de Arizaro. Es un acontecimiento importante porque demuestra el dinamismo de la Antártida, que sigue acumulando hielos en su región central y liberando en el exterior. No es resultado del calentamiento global, es un fenómeno cíclico de millones de años. Los primeros navegantes que dejaron registros del Estrecho de Drake, cuentan que era imposible navegarlo por la cantidad de témpanos amontonados que tenía”, cuenta Alonso.
Un billón de toneladas
Los expertos galeses indicaron que el enorme témpano, que se espera sea denominado “A68”, pesa más de un billón de toneladas y tiene una extensión equivalente a un cuarto del territorio de Gales o a 55 veces la ciudad de París.
El nuevo iceberg, de unos 200 metros de grosor, no se desplazará ni muy rápido ni demasiado lejos a corto plazo, pero los científicos seguirán muy de cerca su evolución ante la posibilidad de que los vientos y la corrientes le empujen hacia el norte, donde puede convertirse
en un peligro para la navegación.
Aunque el A68 ha entrado en la lista de los diez bloques más grandes registrados, se queda aún lejos de los 11.000 kilómetros cuadrados que tiene el iceberg B-15, que se separó de la plataforma antártica Ross en 2000 y cuyos fragmentos lograron llegar hasta Nueva Zelanda seis años después.
Sea como fuere, este nuevo desprendimiento ha reducido alrededor de un 12 % el tamaño de Larsen C y los científicos advierten que este fenómeno transformará para siempre el paisaje de esta península antártica. “Hemos estado esperando este suceso durante meses y nos ha sorprendido el largo tiempo que ha tardado la grieta en romper los últimos kilómetros de hielo”, destacó Isaac Luckman, experto de la U. de
Swansea. “Es uno de los más grandes registrados y resulta complicado predecir su futuro progreso. Sigue formando ahora un solo bloque, pero es más que probable que rompa en segmentos‘, afirmó Luckman, quien opinó que parte del hielo “podría permanecer en la zona
durante décadas”.
El A68 ya estaba flotando antes de su desprendimiento, por lo que los científicos no prevén que se produzca un aumento inmediato del nivel del mar. “Casi la mitad de la Antártida es un iceberg”, cuenta por su parte el geólogo Ricardo Alonso, que estudió en suelo las características del “continente blanco”. “Hay un alarmismo en los medios, que redimensionan y ponen en escala, algo que para los científicos es natural. Observaciones de 300 o 400 años atrás, ya informan de témpanos inmensos. La verdad es que ni siquiera es un peligro verdadero para la navegación. En todo caso, lo que deberíamos estar haciendo es pensando que ese témpano gigante está compuesto en un ciento pr ciento de agua pura, cristalina. Y que podría ser conducido a las costas de países con problemas de suministro de agua”, señala Alonso.