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La inconducta de otro mal ejemplo que hizo la fama y se echó a dormir

Lunes, 24 de julio de 2017 23:00

La mala conducta de Ricardo Centurión fuera de la cancha es tan criticable como reprochable, desde cualquier punto de vista. No es ejemplo de nada. Desde hechos policiales por chocar con su auto y luego huir, violencia de género contra su exnovia, las apariciones provocadoras en las redes sociales y hasta el reciente episodio escandaloso en un boliche bailable el sábado a la madrugada, a pocas horas de firmar su regreso a Boca, lo condenan duramente.
Si tomamos en cuenta que la “disciplina” es la capacidad de las personas para poner en práctica una serie de principios relativos al orden y la constancia, tanto para la ejecución de tareas y actividades cotidianas como en su vida en general, el delantero de Boca “está en el horno”.
Pero como le pasó a Diego Maradona con las drogas, al golfista Tiger Woods con el alcohol, al atleta sudafricano, Oscar Pistorius, que asesinó a su novia, o al propio Ricardo La Volpe, que fue despedido del Chivas de Guadalajara por “conducta inapropiada con una persona del staff”, los ejemplos abundan. 
Además, como asegura el dicho popular, “haste la fama y echate a dormir”, el habilidoso “10” del xeneize también logró convertirse en un blanco permanente de la gente y los medios, hoy enquistados en las redes sociales.
Lo cierto es que “si no aprende por las buenas deberá ser por las malas”. Es una persona pública cuya imagen, positiva como jugador y negativa por su vida privada, hace mucho ruido y afecta, principalmente, a las instituciones que deben marcar tendencias.
De esa manera, lo que hizo la nueva comisión directiva de Boca al modificarle las reglas de juego, son tan claras como ejemplares, aunque el técnico haya hecho casi lo imposible para quebrar la voluntad del mismísimo Daniel Angelici.
O lo toma o lo deja. Depende de él y de su entorno que pueda seguir en Boca, sabiendo que no hay más errores.
Como en cualquier empleo, o lo cuidás o la fila de aspirantes es muy larga.

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La mala conducta de Ricardo Centurión fuera de la cancha es tan criticable como reprochable, desde cualquier punto de vista. No es ejemplo de nada. Desde hechos policiales por chocar con su auto y luego huir, violencia de género contra su exnovia, las apariciones provocadoras en las redes sociales y hasta el reciente episodio escandaloso en un boliche bailable el sábado a la madrugada, a pocas horas de firmar su regreso a Boca, lo condenan duramente.
Si tomamos en cuenta que la “disciplina” es la capacidad de las personas para poner en práctica una serie de principios relativos al orden y la constancia, tanto para la ejecución de tareas y actividades cotidianas como en su vida en general, el delantero de Boca “está en el horno”.
Pero como le pasó a Diego Maradona con las drogas, al golfista Tiger Woods con el alcohol, al atleta sudafricano, Oscar Pistorius, que asesinó a su novia, o al propio Ricardo La Volpe, que fue despedido del Chivas de Guadalajara por “conducta inapropiada con una persona del staff”, los ejemplos abundan. 
Además, como asegura el dicho popular, “haste la fama y echate a dormir”, el habilidoso “10” del xeneize también logró convertirse en un blanco permanente de la gente y los medios, hoy enquistados en las redes sociales.
Lo cierto es que “si no aprende por las buenas deberá ser por las malas”. Es una persona pública cuya imagen, positiva como jugador y negativa por su vida privada, hace mucho ruido y afecta, principalmente, a las instituciones que deben marcar tendencias.
De esa manera, lo que hizo la nueva comisión directiva de Boca al modificarle las reglas de juego, son tan claras como ejemplares, aunque el técnico haya hecho casi lo imposible para quebrar la voluntad del mismísimo Daniel Angelici.
O lo toma o lo deja. Depende de él y de su entorno que pueda seguir en Boca, sabiendo que no hay más errores.
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