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California, con China y contra Trump

Jueves, 27 de julio de 2017 00:00

En abierto desafío a la decisión de Donald Trump de retirar a Estados Unidos del Tratado de París sobre el cambio climático, el gobernador de California , Jerry Brown, viajó a Beijing para suscribir un acuerdo bilateral con China a fin de trabajar mancomunadamente en la reducción de la emisión de gases y el impulso a las energías renovables.

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En abierto desafío a la decisión de Donald Trump de retirar a Estados Unidos del Tratado de París sobre el cambio climático, el gobernador de California , Jerry Brown, viajó a Beijing para suscribir un acuerdo bilateral con China a fin de trabajar mancomunadamente en la reducción de la emisión de gases y el impulso a las energías renovables.

California, apodada "el estado del sol", estuvo siempre en la vanguardia de la lucha contra la contaminación ambiental. En pocos años más, la totalidad de su aprovisionamiento energético provendrá de fuentes renovables. Brown reiteró el compromiso de convertir a California en sede de la Cumbre Mundial de Acción Climática, un evento internacional en el que participan gobiernos y organizaciones no gubernamentales de todo el planeta, prevista para septiembre de 2018.

Este desafío ratifica la determinación de California de erigirse en la antítesis de la administración republicana. Esa actitud se refleja en una andanada de iniciativas legislativas opuestas a las líneas directrices de la Casa Blanca, en particular la protección legal de su enorme población indocumentada. California se transformó así en un virtual "santuario" para los tres millones de sus habitantes en esa condición (la mitad, mexicanos) y en un posible refugio para los otros ocho millones de indocumentados de los demás estados norteamericanos amenazados por los anuncios de Trump.

El sol y la rebeldía

Esa postura "anti-Trump" es abrumadoramente mayoritaria en la opinión pública californiana. En las elecciones de noviembre, el actual mandatario apenas arañó el 31% de los votos y fue aplastado por Hillary Clinton. Los demócratas detentan una holgada mayoría legislativa: 27 de los 40 escaños en el Senado y 55 entre 80 bancas en la Cámara de Representantes. Con los dos tercios en ambos cuerpos legislativos están en condiciones de aprobar cualquier iniciativa más allá de la oposición de los republicanos. Hay razones históricas, sociales y demográficas que explican esta rebeldía californiana. Los inmigrantes constituyen un 27% de una población caracterizada por su diversidad cultural. Sólo en San Francisco, una ciudad ícono del mundo gay, residen 250.000 musulmanes. En la década del 60, California fue cuna del movimiento hippie y de las movilizaciones estudiantiles contra la guerra de Vietnam. Esa tradición explica que en las pasadas elecciones haya sido consagrada senadora Kamala Harris, hija de padre norteamericano y madre nacida en la India y conocida por su enérgica defensa de los derechos de homosexuales y lesbianas. También se aprobó una iniciativa popular para la legalización del consumo de marihuana.

Dentro del propio Partido Demócrata, el ala moderada, liderada por Brown, quien respaldó a Clinton en las elecciones primarias, es acosada internamente por una corriente "progresista", identificada con el derrotado precandidato Bernie Sanders, que plantea medidas más audaces, como la aprobación de una ley de cobertura universal de la salud, en directa contraposición con la derogación del "Obamacare" impulsada por Trump.

Pero hasta dentro del electorado republicano, concentrado en las zonas rurales, aflora la oposición a Trump. California es el primer productor de alimentos de Estados Unidos. Alrededor del 70% de los trabajadores agrícolas (la inmensa mayoría mexicanos) son indocumentados. La persecución a la inmigración ilegal generó un descenso en la oferta de mano de obra. La paradoja es que muchos de estos votantes de Trump jamás imaginaron que el candidato fuera a honrar sus promesas de campaña y ahora se quejan por su cumplimiento.

El Calexit

Después del triunfo de Trump, un sector de los demócratas empezó incluso a mirar con simpatía la alternativa de la secesión de California, después del Brexit rebautizada periodísticamente "Calexit" y alentada por un movimiento de base ideológicamente difusa que desde hace años plantea la separación de Estados Unidos pero hoy encuentra una justificación adicional en la reivindicación de los valores fundacionales de la sociedad norteamericana, presuntamente abandonados por la nueva administración.

California es el primer estado norteamericano por su población y la mayor potencia económica de Estados Unidos. Aporta el 13% de su producto bruto interno. Si fuera un país independiente sería la sexta potencia económica mundial, detrás de Estados Unidos, China, Japón, Alemania y Gran Bretaña, levemente por encima de Francia y de Italia.

No se trata sólo de un fenómeno cuantitativo sino también cualitativo. California es la cuna y el epicentro de la revolución tecnológica de las comunicaciones, que empezó en Silicon Valley, en las cercanías de San Francisco, donde la mitad de los ingenieros y del personal profesional de alta capacitación son inmigrantes, en primer lugar provenientes de India. Es también la capital mundial de la industria del espectáculo, situada en Hollywood, Los Ángeles, un clásico baluarte demócrata convertido en una trinchera anti-

Trump. La mayoría de las grandes figuras empresarias de la alta tecnología también se pronunciaron contra la política migratoria de la Casa Blanca. Tim Cook, directivo de Apple, la compañía fundada por Steve Jobs (hijo de un inmigrante sirio), enfatiza que "Apple no existiría sin la inmigración". Sergey Brin, cofundador de Google, se hizo notar en San Francisco en una manifestación en favor de los inmigrantes. Elon Musk, nativo de Sudáfrica y creador de la automotriz Tesla, fabricante de autos eléctricos de Silicon Valley, recalca que la mitad de la producción de la región, que otorgó a Estados Unidos el liderazgo tecnológico mundial, es producto de la inmigración. Mark Zuckerberg, fundador de Facebook y mencionado como un potencial candidato presidencial para 2020, salió en defensa de sus trabajadores inmigrantes. Algunas interpretaciones conspirativas deslizadas por los partidarios de Trump asocian el aliento al "Calexit" de algunos multimillonarios de Silicon Valley con la supuesta intención de constituir un estado independiente, liberado de la tutela regulatoria de Washington. Más allá del disparate, existe sí en la comunidad empresaria de la "hight tech", abanderada natural de la globalización, cierto recelo sobre las posibles derivaciones proteccionistas de la retórica industrialista agitada por Trump. Todo indica que el "Calexit" no tiene destino, pero California asoma en el horizonte político estadounidense como el principal contrapeso al poder de Trump.

 

 

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