El gran número de siniestros registrados en la ruta nacional 9/34 puso en la palestra la necesidad de construir una autopista. Pero el proyecto que propone la Nación encontró tanto adhesiones como rechazos que parecen de otra época, lo mismo que sucedió por años en la ruta 50, entre Pichanal a Orán. Metán y Güemes son dos ciudades muy parecidas y cuentan con una gran extensión de tierras fértiles a su alrededor. Las dos también comparten una triste y alarmante coincidencia: el flagelo de ser atravesadas por la ruta nacional 9/34, la “ruta de la muerte”. En los últimos 7 años se registraron cientos de siniestros en esta ruta, varios de ellos fatales. Y los números van en aumento. Un dato no menor es que el 80% de los siniestros fatales se produjeron en los tramos urbanos, donde se generan embotellamientos, contaminación sonora, sobrecarga de vehículos de gran porte y la pérdida de vidas humanas. Luego de años de ignorar este flagelo, el Gobierno nacional tomó la decisión de avanzar con la construcción de una autopista entre Rosario de la Frontera y Ledesma, proyecto que está en etapa de consultoría para ser licitado luego. Sin embargo, la nueva autopista generó posiciones encontradas entre quienes están a fa vor de un cambio en la traza y quienes se oponen. El proyecto oficial establece la construcción de variantes en Metán y Güemes para evitar el ingreso de camiones y vehículos a los cascos urbanos y dar continuidad y fluidez a la circulación. Pero grupos de vecinos de las dos ciudades se oponen al cambio de traza, alegando que podría perjudicar económica mente a los comercios ubica dos sobre el actual trazado o que perderían tierras de sus fincas. Así, la construcción de la autopista ha quedado en vuelta en una inesperada polémica. Lo único seguro es que sin la autopista las muertes seguirán aumentando. Otro tanto sucede en Yrigoyen, donde el capricho de unos pocos demora la inauguración de la autopista de la ruta nacional 50. Ediles y vecinos exigen la construcción de tres rotondas de acceso, lo que solo generaría demoras en el tránsito e inseguridad. La discusión entre los que están a favor y en contra continúa mientras se siguen perdiendo vidas. Pero hay que destacar que el desarrollo no puede ser afectado por intereses particulares mientras sigamos siendo rehenes de la “Ruta de la muerte”.
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El gran número de siniestros registrados en la ruta nacional 9/34 puso en la palestra la necesidad de construir una autopista. Pero el proyecto que propone la Nación encontró tanto adhesiones como rechazos que parecen de otra época, lo mismo que sucedió por años en la ruta 50, entre Pichanal a Orán. Metán y Güemes son dos ciudades muy parecidas y cuentan con una gran extensión de tierras fértiles a su alrededor. Las dos también comparten una triste y alarmante coincidencia: el flagelo de ser atravesadas por la ruta nacional 9/34, la “ruta de la muerte”. En los últimos 7 años se registraron cientos de siniestros en esta ruta, varios de ellos fatales. Y los números van en aumento. Un dato no menor es que el 80% de los siniestros fatales se produjeron en los tramos urbanos, donde se generan embotellamientos, contaminación sonora, sobrecarga de vehículos de gran porte y la pérdida de vidas humanas. Luego de años de ignorar este flagelo, el Gobierno nacional tomó la decisión de avanzar con la construcción de una autopista entre Rosario de la Frontera y Ledesma, proyecto que está en etapa de consultoría para ser licitado luego. Sin embargo, la nueva autopista generó posiciones encontradas entre quienes están a fa vor de un cambio en la traza y quienes se oponen. El proyecto oficial establece la construcción de variantes en Metán y Güemes para evitar el ingreso de camiones y vehículos a los cascos urbanos y dar continuidad y fluidez a la circulación. Pero grupos de vecinos de las dos ciudades se oponen al cambio de traza, alegando que podría perjudicar económica mente a los comercios ubica dos sobre el actual trazado o que perderían tierras de sus fincas. Así, la construcción de la autopista ha quedado en vuelta en una inesperada polémica. Lo único seguro es que sin la autopista las muertes seguirán aumentando. Otro tanto sucede en Yrigoyen, donde el capricho de unos pocos demora la inauguración de la autopista de la ruta nacional 50. Ediles y vecinos exigen la construcción de tres rotondas de acceso, lo que solo generaría demoras en el tránsito e inseguridad. La discusión entre los que están a favor y en contra continúa mientras se siguen perdiendo vidas. Pero hay que destacar que el desarrollo no puede ser afectado por intereses particulares mientras sigamos siendo rehenes de la “Ruta de la muerte”.