¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

19°
25 de Abril,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

Somos los rehenes de las “rutas de la muerte”

Jueves, 03 de agosto de 2017 16:30

El gran número de siniestros registrados en la ruta nacional 9/34 puso en la palestra la necesidad de construir una autopista. Pe­ro el proyecto que propone la Nación encontró tanto adhe­siones como rechazos que pa­recen de otra época, lo mismo que sucedió por años en la ruta 50, entre Pichanal a Orán. Metán y Güemes son dos ciudades muy parecidas y cuentan con una gran extensión de tierras fértiles a su alrededor. Las dos también comparten una triste y alarmante coincidencia: el flagelo de ser atravesadas por la ruta nacional 9/34, la “ruta de la muerte”. En los últimos 7 años se registraron cientos de siniestros en esta ruta, varios de ellos fatales. Y los números van en aumento. Un dato no menor es que el 80% de los siniestros fatales se produjeron en los tramos urba­nos, donde se generan embote­llamientos, contaminación sonora, sobrecarga de vehículos de gran porte y la pérdida de vidas humanas. Luego de años de ignorar este flagelo, el Gobierno nacional tomó la decisión de avanzar con la construcción de una autopista entre Rosario de la Frontera y Ledesma, proyecto que está en etapa de consultoría para ser licitado luego. Sin embargo, la nueva auto­pista generó posiciones encon­tradas entre quienes están a fa­ vor de un cambio en la traza y quienes se oponen. El proyecto oficial establece la construc­ción de variantes en Metán y Güemes para evitar el ingreso de camiones y vehículos a los cascos urbanos y dar continuidad y fluidez a la circulación. Pero grupos de vecinos de las dos ciudades se oponen al cambio de traza, alegando que podría perjudicar económica­ mente a los comercios ubica­ dos sobre el actual trazado o que perderían tierras de sus fincas. Así, la construcción de la autopista ha quedado en­ vuelta en una inesperada polé­mica. Lo único seguro es que sin la autopista las muertes se­guirán aumentando. Otro tanto sucede en Yrigoyen, donde el capricho de unos pocos demora la inauguración de la autopista de la ruta nacional 50. Ediles y vecinos exigen la construcción de tres rotondas de acceso, lo que solo gene­raría demoras en el tránsito e inseguridad. La discusión en­tre los que están a favor y en contra continúa mientras se si­guen perdiendo vidas. Pero hay que destacar que el desarrollo no puede ser afecta­do por intereses particulares mientras sigamos siendo rehe­nes de la “Ruta de la muerte”.

Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

El gran número de siniestros registrados en la ruta nacional 9/34 puso en la palestra la necesidad de construir una autopista. Pe­ro el proyecto que propone la Nación encontró tanto adhe­siones como rechazos que pa­recen de otra época, lo mismo que sucedió por años en la ruta 50, entre Pichanal a Orán. Metán y Güemes son dos ciudades muy parecidas y cuentan con una gran extensión de tierras fértiles a su alrededor. Las dos también comparten una triste y alarmante coincidencia: el flagelo de ser atravesadas por la ruta nacional 9/34, la “ruta de la muerte”. En los últimos 7 años se registraron cientos de siniestros en esta ruta, varios de ellos fatales. Y los números van en aumento. Un dato no menor es que el 80% de los siniestros fatales se produjeron en los tramos urba­nos, donde se generan embote­llamientos, contaminación sonora, sobrecarga de vehículos de gran porte y la pérdida de vidas humanas. Luego de años de ignorar este flagelo, el Gobierno nacional tomó la decisión de avanzar con la construcción de una autopista entre Rosario de la Frontera y Ledesma, proyecto que está en etapa de consultoría para ser licitado luego. Sin embargo, la nueva auto­pista generó posiciones encon­tradas entre quienes están a fa­ vor de un cambio en la traza y quienes se oponen. El proyecto oficial establece la construc­ción de variantes en Metán y Güemes para evitar el ingreso de camiones y vehículos a los cascos urbanos y dar continuidad y fluidez a la circulación. Pero grupos de vecinos de las dos ciudades se oponen al cambio de traza, alegando que podría perjudicar económica­ mente a los comercios ubica­ dos sobre el actual trazado o que perderían tierras de sus fincas. Así, la construcción de la autopista ha quedado en­ vuelta en una inesperada polé­mica. Lo único seguro es que sin la autopista las muertes se­guirán aumentando. Otro tanto sucede en Yrigoyen, donde el capricho de unos pocos demora la inauguración de la autopista de la ruta nacional 50. Ediles y vecinos exigen la construcción de tres rotondas de acceso, lo que solo gene­raría demoras en el tránsito e inseguridad. La discusión en­tre los que están a favor y en contra continúa mientras se si­guen perdiendo vidas. Pero hay que destacar que el desarrollo no puede ser afecta­do por intereses particulares mientras sigamos siendo rehe­nes de la “Ruta de la muerte”.

PUBLICIDAD