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Zama: fracaso y frustración humanas

La obra de Lucrecia Martel alude a la rigidez cultural del hombre. 
Lunes, 25 de septiembre de 2017 22:50

La cineasta salteña Lucrecia Martel estrenará el jueves próximo “Zama”, su nueva película tras nueve años, que se basa en la novela homónima de Antonio Di Benedetto y en la que construye una idea del pasado -extraño y surreal- para recorrer la mente perturbada del funcionario colonial Diego de Zama, un héroe absurdo que vive esperando lo imposible: una carta del rey de España que lo aleje del puesto de frontera en el que se encuentra estancado.

Protagonizada por el mexicano Daniel Giménez Cacho, la española Lola Dueñas, el brasileño Matheus Nacthergaele y los argentinos Juan Minujín, Rafael Spregelburd y Daniel Veronese, el cuarto largometraje de la autora de “La ciénaga”, “La niña santa” y “La mujer sin cabeza” llega a las salas tras su paso por Venecia y Toronto, con una historia ambientada en el Gran Chaco, en tiempos de una América salvaje y misteriosa.

“En el fondo está la idea de que cualquier persona que se resiste perece. Los huracanes a los árboles rígidos los arrancan de raíz, mientras que las palmeras se doblan pero sobreviven. Solo queda lo flexible. La mejor forma de oponerse a algo malo que te toca vivir es la flexibilidad. Y no creerse tanto algo, porque mutar es la acción más vital posible. No hay que resistir, sino mutar”, dijo Martel en relación a la situación que sufre Zama. Definida por Martel como “un sortilegio” y una “película de liberación” que cada espectador puede interpretar a su manera, “Zama” describe la pesadilla real de un burócrata mediocre rodeado por un entorno decadente y enfermizo, en el que se ve obligado a “hacer cosas que preferiría no hacer, traicionando, afirmando lo que no cree, actuando como si sus días no fueran parte de su vida sino un interludio que hay que soportar hasta que llegue su esperado traslado para reencontrarse con su familia”.

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La cineasta salteña Lucrecia Martel estrenará el jueves próximo “Zama”, su nueva película tras nueve años, que se basa en la novela homónima de Antonio Di Benedetto y en la que construye una idea del pasado -extraño y surreal- para recorrer la mente perturbada del funcionario colonial Diego de Zama, un héroe absurdo que vive esperando lo imposible: una carta del rey de España que lo aleje del puesto de frontera en el que se encuentra estancado.

Protagonizada por el mexicano Daniel Giménez Cacho, la española Lola Dueñas, el brasileño Matheus Nacthergaele y los argentinos Juan Minujín, Rafael Spregelburd y Daniel Veronese, el cuarto largometraje de la autora de “La ciénaga”, “La niña santa” y “La mujer sin cabeza” llega a las salas tras su paso por Venecia y Toronto, con una historia ambientada en el Gran Chaco, en tiempos de una América salvaje y misteriosa.

“En el fondo está la idea de que cualquier persona que se resiste perece. Los huracanes a los árboles rígidos los arrancan de raíz, mientras que las palmeras se doblan pero sobreviven. Solo queda lo flexible. La mejor forma de oponerse a algo malo que te toca vivir es la flexibilidad. Y no creerse tanto algo, porque mutar es la acción más vital posible. No hay que resistir, sino mutar”, dijo Martel en relación a la situación que sufre Zama. Definida por Martel como “un sortilegio” y una “película de liberación” que cada espectador puede interpretar a su manera, “Zama” describe la pesadilla real de un burócrata mediocre rodeado por un entorno decadente y enfermizo, en el que se ve obligado a “hacer cosas que preferiría no hacer, traicionando, afirmando lo que no cree, actuando como si sus días no fueran parte de su vida sino un interludio que hay que soportar hasta que llegue su esperado traslado para reencontrarse con su familia”.

Ser flexible
La cineasta explicó que si bien Zama resiste durante años ese estado deplorable, hacia el final no tiene más remedio que ser flexible y dejarse arrastrar: “Se me ocurre que cuando Di Benedetto escribió esta novela no estaba lejos de su mente la metáfora de que una persona sin manos no tiene de dónde agarrarse y entonces debe dejarse llevar y fluir”. En “Zama”, la cineasta Lucrecia Martel intentó hacer “un sortilegio” para liberar al protagonista de la presión del fracaso, el naufragio de sus expectativas y sus frustraciones, sensaciones que atraviesan a muchos hombres en la sociedad actual y que para ella, muy en el fondo, serían el origen de la violencia de género. 
 

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