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Se retoma la increíble marcha de la fe

Mañana a la madrugada partirán los peregrinos del Milagro desde Tolar
Domingo, 03 de septiembre de 2017 22:31

Nuevamente todo está listo; la comida, el agua, la leña, los remedios y la ayuda. La logística se armó otra vez y toda la planificación dio sus frutos después de meses de trabajo.
Solo hace falta decir que la voluntad y la fe no cambiaron y se mantienen inalterables desde hace tres años, cuando un grupo de vecinos decidió caminar 380 kilómetros, entre los 5.000 metros en la montaña, hasta los 15 grados bajo cero del desierto y los salares para llegar a Salta y honrar al Señor y a la Virgen del Milagro.
Ellos son de Tolar Grande, el sorprendente pueblo de Los Andes donde la devoción cristiana se puede respirar.
Según lo planificado saldrán mañana 5 de setiembre, a la una de la madrugada y seguramente con temperaturas de varios grados bajo cero. Habrá que caminar de noche por esas alturas cordilleranas para ganar distancia y pelear contra el frío. “Hay que caminar de noche. No podemos quedarnos parados porque nos congelamos”, dice textualmente Sandra Flores, de la Comisión de Peregrinos de Tolar Grande.
Saldrán desde allí para llegar a San Antonio de los Cobres cuatro días después, el 9 de septiembre, para unirse a la emotiva y multitudinaria marcha que llega con sikus, suris y zampoñas, pero también con la fe que el Milagro les impone cada 15 de septiembre.
Estarán el primer día en Los Colorados, pasando por Salar del Diablo, en Los Laberintos, pero solo descansarán hasta las dos de la mañana, cuando la marcha se retome para completar el trayecto más difícil hasta Salar Pocitos. “El año pasado hizo mucho frío y en ese lugar el vapor de nuestra transpiración se congelaba en las bufandas y en las cejas. Parecíamos Papá Noel”, recuerda Sandra sin dejar de sonreír.
El tercer día desayunarán en Laguna Seca y dormirán en Olacapato, donde el viento a veces sopla tan fuerte que levanta pequeñas piedras en el camino. Allí se juntarán con otros promesantes que llegan desde mina Patito.
El cuarto día, a las 4 de la mañana, se desayuna en Campo Amarillo y se almuerza en Chorrillos, más cerca de San Antonio, donde las abras se incrustan en un cielo inigualable.
Finalmente llegarán a San Antonio, donde Gendarmería les dará cobijo y descanso para emprender, el 11 de setiembre, los otros 170 kilómetros que los separan de su destino de fe, en la ciudad de Salta capital.

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Nuevamente todo está listo; la comida, el agua, la leña, los remedios y la ayuda. La logística se armó otra vez y toda la planificación dio sus frutos después de meses de trabajo.
Solo hace falta decir que la voluntad y la fe no cambiaron y se mantienen inalterables desde hace tres años, cuando un grupo de vecinos decidió caminar 380 kilómetros, entre los 5.000 metros en la montaña, hasta los 15 grados bajo cero del desierto y los salares para llegar a Salta y honrar al Señor y a la Virgen del Milagro.
Ellos son de Tolar Grande, el sorprendente pueblo de Los Andes donde la devoción cristiana se puede respirar.
Según lo planificado saldrán mañana 5 de setiembre, a la una de la madrugada y seguramente con temperaturas de varios grados bajo cero. Habrá que caminar de noche por esas alturas cordilleranas para ganar distancia y pelear contra el frío. “Hay que caminar de noche. No podemos quedarnos parados porque nos congelamos”, dice textualmente Sandra Flores, de la Comisión de Peregrinos de Tolar Grande.
Saldrán desde allí para llegar a San Antonio de los Cobres cuatro días después, el 9 de septiembre, para unirse a la emotiva y multitudinaria marcha que llega con sikus, suris y zampoñas, pero también con la fe que el Milagro les impone cada 15 de septiembre.
Estarán el primer día en Los Colorados, pasando por Salar del Diablo, en Los Laberintos, pero solo descansarán hasta las dos de la mañana, cuando la marcha se retome para completar el trayecto más difícil hasta Salar Pocitos. “El año pasado hizo mucho frío y en ese lugar el vapor de nuestra transpiración se congelaba en las bufandas y en las cejas. Parecíamos Papá Noel”, recuerda Sandra sin dejar de sonreír.
El tercer día desayunarán en Laguna Seca y dormirán en Olacapato, donde el viento a veces sopla tan fuerte que levanta pequeñas piedras en el camino. Allí se juntarán con otros promesantes que llegan desde mina Patito.
El cuarto día, a las 4 de la mañana, se desayuna en Campo Amarillo y se almuerza en Chorrillos, más cerca de San Antonio, donde las abras se incrustan en un cielo inigualable.
Finalmente llegarán a San Antonio, donde Gendarmería les dará cobijo y descanso para emprender, el 11 de setiembre, los otros 170 kilómetros que los separan de su destino de fe, en la ciudad de Salta capital.

 

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