¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

23°
19 de Abril,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

A 200 años de la cuarta invasión realista a Salta

En enero de 1818 el ejército realistas fue rechazado por cuarta vez del territorio de Salta.
Sabado, 13 de enero de 2018 23:57

Hoy retomamos los relatos históricos ocurridos en Salta hace 200 años. Nuestra última nota sobre la Guerra de la Independencia hacía referencia a la tercera invasión realista rechazada felizmente en mayo de 1817.

Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

Hoy retomamos los relatos históricos ocurridos en Salta hace 200 años. Nuestra última nota sobre la Guerra de la Independencia hacía referencia a la tercera invasión realista rechazada felizmente en mayo de 1817.

Recordemos que sobre esta campaña de Güemes y su ejército, Bartolomé Mitre dijo: “El bravo paisanaje de la provincia de Salta se cubrió de gloria espléndida e inmortal en esta célebre campaña contra uno de los ejércitos del Rey de España más fuerte, aguerrido y mandado por los mejores generales...”.

Tan importante y trascendental fue la reacción de Salta ante la tercera invasión que causó gran entusiasmo en los ánimos de los generales San Martín y Belgrano, a punto que el héroe de Tucumán y Salta escribió a Pueyrredón: “Ninguna Nación puede presentar hechos de esta clase, que todo lo ha sacrificado y han estado viviendo en las mayores miserias, abandonando a sus mujeres, en una palabra, sus más estrechas relaciones para contraerse a la destrucción del enemigo y conservar el honor de las armas de la Nación”.

Los realistas en Tupiza

Después de la estrepitosa retirada de Salta del ejército realista en mayo de 1817, su jefe, don José de la Serna, reunió sus fuerzas en Tupiza, donde descubrió una conjura entre varios de sus jefes, como los coroneles Gamarra y Velasco.

Pero la sangre no llegó al río gracias a que el fiscal instructor, coronel Jerónimo Valdés, cayó en cuenta de que las medidas disciplinarias solo podían agravar la situación y traer males mayores, razón por la cual resolvió sobreseer a todos los involucrados. Se había descubierto vínculos epistolares entre ciertos oficiales realistas con Güemes. Y por cierto, no fueron cartas de amistad, sino pedidos de condiciones para cambiar de bando. Pero Valdés logró hábilmente conjurar una situación a la que De la Serna aparentemente no le dio importancia, abocándose a reorganizar su ejército. Su objetivo era volver a invadir las provincias del sur (Jujuy, Salta y Tucumán) lo más pronto posible. Y así fue que en julio de 1817, De la Serna dispuso que la vanguardia de 1.000 hombres, al mando de Olañeta, reiniciara ejercicios operacionales mientras esperaba ansioso el éxito de la expedición del sevillano Mariano Osorio, que partiendo de Lima buscaba reconquistar Chile.

Por otra parte, De la Serna también quería que Olañeta consiguiese recursos para escarmentar a “los engreídos gauchos y demostrar que el ejército real no había abandonado Salta por su superioridad, como blasonaban...”.

De todos modos, los españoles necesitaban urgentemente mulas, caballos y vacunos, tanto para mantener a diario su tropa de más de 2.000 personas, como para expedicionar.

Cuarta invasión a Salta

Finalmente en agosto de 1817, tres meses después de abandonar Salta, los realistas volvieron a bajar por la quebrada de Humahuaca para de nuevo invadir Jujuy y Salta. Güemes, al tomar conocimiento de esta marcha, de inmediato solicitó ayuda a Belgrano en Tucumán. En su misiva (27/09/1817), describió crudamente la grave situación de Salta diciendo “por todos sus aspectos no representa más que un semblante de miseria, de lágrimas y de agonía...”.

Este documento que guarda el Archivo General de la Nación, rebate el cargo que le hiciera don Dámaso Uriburu, al decir que Güemes “no quería hacer a nadie partícipe del honor de defender la provincia de Salta”, agregando más adelante que ese accionar egoísta (de Güemes) dejaba al general

Belgrano “representar el triste papel de un observador”. Nada más alejado de la realidad.

Güemes ante la invasión

Ante el ingreso de Olañeta por la quebrada de Humahuaca en agosto de 1817, Güemes abandonó Salta el 6 de septiembre para dirigirse al norte y organizar la resistencia. Le tocó al coronel Manuel Eduardo Arias y sus gauchos ir al encuentro del invasor, al que logró detener en Uquía, ocupado por los realistas el 1 de diciembre de 1817. Allí de nuevo Olañeta intenta sobornar a Arias, pero recibe como respuesta un tiro de fusil. Por unos días, la vanguardia de Olañeta se limita a realizar marchas y contramarchas entre Tilcara y Hornillos, siempre acosada por los gauchos.

El 6 de diciembre, los realistas son atacados por una parcialidad de los “Granaderos a Caballo de Güemes de Línea” al mando del alférez Pesoa, y también por una partida comandada por el capitán José de La Cruz Ovando, logran hacerse de algunos prisioneros. Los ataques patriotas continúan hasta que el 12 de diciembre los realistas tienen en Tilcara tres muertos y 13 heridos.

El 20 de diciembre, Arias sorprende a los realistas causándole seis muertos y tomándole 7 prisioneros, entre ellos un teniente. Fue entonces que el teniente coronel realista Tomás de Iriarte aprovecha para pasarse a las filas patriotas.

Pero, a pesar del permanente hostigamiento gaucho, la vanguardia de Olañeta avanza impertérrita hasta Hornillos, donde llega el 29 de diciembre de 1817. A partir de allí, no solo no avanza por la resistencia gaucha, sino que se ve obligado a retroceder primero a Tilcara, el 31 de diciembre hasta Huacalera y luego a Uquía, de donde había partido 30 días antes.

Una nueva derrota de De la Serna

En la quebrada del río Toro los realistas perdieron 300 hombres.

En enero de 1818, la anarquía reinante en el Río de la Plata comenzó a extenderse hasta sobrepasar los límites de las Provincias Unidas. Ante ello, el general español José de la Serna, establecido en Tupiza y atento a los avatares rioplantenses, creyó que había llegado el momento de Salta y Jujuy.

Con ese fin, reforzó su vanguardia con una división de 400 hombres al mando del coronel Jerónimo Valdés, y se estableció en Humahuaca en los inicios de enero de 1818.

De Humahuaca, los realistas pasaron a Yala el 13 de enero.

Desde allí, avanzaron a “sangre y fuego” hasta que el 14 de enero ocuparon la ciudad de Jujuy con 2.000 hombres. Por unas horas estas fuerzas se dedicaron a saquear la ciudad y atormentar a su gente. Concluido el asalto, los realistas abandonaron la ciudad para organizar en sus cercanía tres columnas. Dos de ellas, bajos las órdenes de Valdés, debían dirigirse por el alto hacia la quebrada del Toro e intentar por sorpresa ocupar Salta. Y la tercera columna debía dirigirse a los campos de Purmamarca en busca de hacienda y víveres, y de paso, tratar de aniquilar los focos de resistencia gaucha.

Todo iba saliendo según lo previsto hasta que el 20 de enero de 1818, Valdés llegó a la quebrada del Toro, donde todo se complicó. Allí lo estaban esperando una partida del Rosario enviada por Güemes, y una división de Luis Burela.

Los patriotas no solo rechazaron a Valdés, sino que le causaron la pérdida de 300 hombres entre muertos, heridos y pasados de bando.

De la quebrada, Valdés debió regresar a Humahuaca por donde había venido, siempre con los gauchos en los talones. En Humahuaca se reunió con Olañeta y de allí, se retiraron a Yavi.

Aunque las hostilidades continuaron por unos meses en el filo del Alto Perú, puede aceptarse que de esta forma había concluido la cuarta invasión a Salta. Fechas claves de esta gesta fueron el 14 de enero de 1818, cuando los realistas dejaron Jujuy; y el 20 de enero de 1818, cuando ocurrió el combate de la quebrada del Toro.

PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD