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Felix Olivera y una doble esperanza: "Fue como volver a nacer"

La historia de un salteño que vivió en carne propia la donación de órganos y que ayudó a su hija a tomar una dura decisión. 
Lunes, 15 de enero de 2018 14:37

Félix Olivera tiene 62 años y hace 17 que fue trasplantado de uno de sus riñones. Oriundo de El Galpón, vino a Salta con 14 años y toda su vida trabajó en Salud Pública. Comenzó como camillero en el hospital San Bernardo y hoy es administrativo de finanzas. Sus humildes orígenes y la falta de síntomas evitaron que se haga análisis de rutina, así no detectó a tiempo una enfermedad que no le permitía el normal crecimiento de un riñón. 
Le diagnosticaron hipoplasia renal, una anomalía del desarrollo en la que uno o los dos riñones (hipoplasia renal unilateral o bilateral, respectivamente) expone una cantidad reducida de nefronas. 
Félix siempre fue deportista, su pasión es el fútbol pero también hizo ciclismo, atletismo y llegó a participar en un par de Bailtón de la Cumbre, hasta probó con el rugby. Casualmente mientras disputaba un partido de fútbol, tuvo los primeros síntomas. Una gran fatiga lo sacó de la cancha y decidió hacerse análisis, que le determinaron que estaba eliminando proteínas. 
Por ese tiempo comenzaba la gestión un médico del que solo recuerda su apellido, Altobelli, al frente del San Bernardo. El profesional lo derivó a un centro privado para estudios más profundos. Con los resultados le indicaron: “Vos naciste con los dos riñones pero uno nunca creció”. Por ese momento tenía 35 años pero sus sistema renal era de un hombre de 70: eliminaba proteínas y retenía toxinas. 
Primero, hizo un tratamiento de tres meses sin resultados favorables por lo que fue sometido a una primera sesión de diálisis. “Eso fue un alivio, me sentí como nuevo”, recuerda. A partir de ahí y durante más de nueve años, tres veces por semana se sometía a ese tratamiento.
Para él fue de gran ayuda su estado atlético. Félix formaba parte de los cinco primeros candidatos de la lista de espera de un riñón. Las posibilidades de ser trasplantado estaba a más de tres años. Y llegó la primera oportunidad en Tucumán, pero su elevada presión producto de los nervios le impidió entrar al quirófano. 
Luego se dio otra posibilidad. Félix recuerda que su caso era el tercer trasplante que se realizaba en la vecina provincia, por lo que fue noticia en distintos medios de comunicación. La donante era una señora almacenera. Esto lo sabe porque guardó un recorte de un diario con su historia, que tiempo más tarde le sirvió para convencer a su hija de una dura decisión. 
No fue inmediata, ni mucho menos sencilla la recuperación, tardó 45 días en orinar con el nuevo riñón. Tres meses lejos de su casa y 19 pastillas distribuidas en una caja de pesca que debía tomar diariamente. Hoy sólo toma dos inmunosupresores. 
“Fue como volver a nacer”, dice Félix. El 6 de enero fue su cumpleaños, aunque su documento indica como fecha de nacimiento el 10 de enero. Pero cada 10 de octu    bre vuelve a festejar su nueva vida, este año cumplirá 18. 

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Félix Olivera tiene 62 años y hace 17 que fue trasplantado de uno de sus riñones. Oriundo de El Galpón, vino a Salta con 14 años y toda su vida trabajó en Salud Pública. Comenzó como camillero en el hospital San Bernardo y hoy es administrativo de finanzas. Sus humildes orígenes y la falta de síntomas evitaron que se haga análisis de rutina, así no detectó a tiempo una enfermedad que no le permitía el normal crecimiento de un riñón. 
Le diagnosticaron hipoplasia renal, una anomalía del desarrollo en la que uno o los dos riñones (hipoplasia renal unilateral o bilateral, respectivamente) expone una cantidad reducida de nefronas. 
Félix siempre fue deportista, su pasión es el fútbol pero también hizo ciclismo, atletismo y llegó a participar en un par de Bailtón de la Cumbre, hasta probó con el rugby. Casualmente mientras disputaba un partido de fútbol, tuvo los primeros síntomas. Una gran fatiga lo sacó de la cancha y decidió hacerse análisis, que le determinaron que estaba eliminando proteínas. 
Por ese tiempo comenzaba la gestión un médico del que solo recuerda su apellido, Altobelli, al frente del San Bernardo. El profesional lo derivó a un centro privado para estudios más profundos. Con los resultados le indicaron: “Vos naciste con los dos riñones pero uno nunca creció”. Por ese momento tenía 35 años pero sus sistema renal era de un hombre de 70: eliminaba proteínas y retenía toxinas. 
Primero, hizo un tratamiento de tres meses sin resultados favorables por lo que fue sometido a una primera sesión de diálisis. “Eso fue un alivio, me sentí como nuevo”, recuerda. A partir de ahí y durante más de nueve años, tres veces por semana se sometía a ese tratamiento.
Para él fue de gran ayuda su estado atlético. Félix formaba parte de los cinco primeros candidatos de la lista de espera de un riñón. Las posibilidades de ser trasplantado estaba a más de tres años. Y llegó la primera oportunidad en Tucumán, pero su elevada presión producto de los nervios le impidió entrar al quirófano. 
Luego se dio otra posibilidad. Félix recuerda que su caso era el tercer trasplante que se realizaba en la vecina provincia, por lo que fue noticia en distintos medios de comunicación. La donante era una señora almacenera. Esto lo sabe porque guardó un recorte de un diario con su historia, que tiempo más tarde le sirvió para convencer a su hija de una dura decisión. 
No fue inmediata, ni mucho menos sencilla la recuperación, tardó 45 días en orinar con el nuevo riñón. Tres meses lejos de su casa y 19 pastillas distribuidas en una caja de pesca que debía tomar diariamente. Hoy sólo toma dos inmunosupresores. 
“Fue como volver a nacer”, dice Félix. El 6 de enero fue su cumpleaños, aunque su documento indica como fecha de nacimiento el 10 de enero. Pero cada 10 de octu    bre vuelve a festejar su nueva vida, este año cumplirá 18. 

El dolor de su hija y una decisión

La historia de Félix Olivera no termina ahí, él también estuvo del otro lado. En 2015 su hija mayor, Gabriela tuvo que enfrentar la dura decisión de dejar partir a su pareja, padre de su bebé de tan sólo un año, y autorizar a que sea donante. 
Con alguna similitud a Félix, Daniel, su yerno, nunca había tenido síntomas de alguna enfermedad y tampoco creyó necesario análisis dado que tenía 29 años cuando sufrió una serie de infartos que le provocaron muerte cerebral. 
El médico Raúl Ríos se acercó a la familia y les indicó que en caso de ser desconectado no tendría posibilidades de sobrevivir. Fue el mismo Félix quien tuvo que hablar con su hija para convencerla, no para que done sino para que tome la decisión de autorizar la donación. “Lo mejor es que él pueda seguir vivo en otras personas que necesiten un órgano como me pasó a mi”, contó Félix y recordó aquel recorte que había guardado por 15 años con la historia de quien fuera su donante. 
Así fue como Daniel se convirtió en donante de riñones y córneas, los cuales fueron trasplantados a salteños que estaban en la lista. 

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