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“Esquizofrenia es el primer motivo de consulta; le siguen las adicciones al alcohol y otras drogas”

Martes, 16 de enero de 2018 00:42
Fernando Acuña. Foto: J.Corbalán

Los últimos días del año pasado asumió la gerencia del hospital de salud mental Dr. Miguel Ragone el licenciado en Psicología Fernando Acuña, quien desde 2011 acompañó al exgerente, José Quiroga, primero como asesor y luego, desde 2015, como gerente de atención a las personas. El profesional, graduado de la Universidad Nacional de Tucumán, trabajó siempre con las adicciones en organizaciones sociales de Salta y de Tucumán.
En la parte pública trabajó en el Plan de Drogas de la Provincia desde 2004 hasta 2006. Luego comenzó a trabajar en la entonces Dirección de Salud Mental de la Provincia. En 2007, creada la Secretaría de Adicciones, trabajó con el proyecto del programa Puente y fue su primer jefe. 
Acuña es tesista de la Maestría en Salud Mental en la Universidad Nacional de Córdoba y fue becario del Instituto Nacional de Administración Pública de España, donde hizo un curso de Gestión para el Desarrollo Social. En diálogo con El Tribuno planteó los desafíos para alcanzar las metas de la Ley de Salud Mental y Adicciones 26.657 sobre la erradicación de dispositivos de encierro, entre otras cuestiones.

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Los últimos días del año pasado asumió la gerencia del hospital de salud mental Dr. Miguel Ragone el licenciado en Psicología Fernando Acuña, quien desde 2011 acompañó al exgerente, José Quiroga, primero como asesor y luego, desde 2015, como gerente de atención a las personas. El profesional, graduado de la Universidad Nacional de Tucumán, trabajó siempre con las adicciones en organizaciones sociales de Salta y de Tucumán.
En la parte pública trabajó en el Plan de Drogas de la Provincia desde 2004 hasta 2006. Luego comenzó a trabajar en la entonces Dirección de Salud Mental de la Provincia. En 2007, creada la Secretaría de Adicciones, trabajó con el proyecto del programa Puente y fue su primer jefe. 
Acuña es tesista de la Maestría en Salud Mental en la Universidad Nacional de Córdoba y fue becario del Instituto Nacional de Administración Pública de España, donde hizo un curso de Gestión para el Desarrollo Social. En diálogo con El Tribuno planteó los desafíos para alcanzar las metas de la Ley de Salud Mental y Adicciones 26.657 sobre la erradicación de dispositivos de encierro, entre otras cuestiones.

¿Cuántos pacientes hay en el hospital Ragone?
Nosotros tenemos la guardia de agudos, pacientes que tienen un giro cama muy rápido, de acuerdo con el protocolo que tenemos, que es de 2 a 7 días. Si en ese tiempo no se pueden estabilizar, pasan a la sala de agudos, que tiene estipulado un tiempo de 60 a 90 días. Tenemos el hospital crónico que, de acuerdo con la Ley de Salud Mental, tenemos que tratar de que desaparezca en el año 2020. Ingresamos en la gerencia en 2011 con 220 pacientes en el crónico y ahora tenemos 135 pacientes. En ese proceso hemos logrado externar esa cantidad de pacientes.

¿Cómo se logra la externación?
Es un trabajo bastante complejo. No se trata de sacarlo al paciente, darle el alta y decirle que se las arregle. Son pacientes que tienen muchos años de internación. Se hace un trabajo con todo el equipo, no solo de los médicos, sino también de los psicólogos y de los trabajadores sociales para que se puedan reinsertar de nuevo en la comunidad, ya sea con su familia o, si no la tienen, vemos como hacer para incorporarlos nuevamente a la sociedad. Esto lo logramos con distintos dispositivos que tenemos a partir de la Ley de Salud Mental.

¿Cuáles son estos dispositivos?
Tenemos dos casas asistidas, una para mujeres y otra para varones, que quedan en distintos barrios: una en Parque Belgrano y la otra, en Miguel Ortiz. La idea es que se puedan reinsertar, conocer y manejarse como cualquier persona. Ellos convivirán con sus patologías, que suelen ser crónicas, pero la idea es que puedan transitar como cualquiera.
Ya hemos externado cuatro -es nuestra primera experiencia- y sobrepasó las expectativas que teníamos porque decidieron juntarse, alquilar una casa y además tienen una despensa. Como son patologías crónicas, siempre hay posibilidades de que haya recaída. Entonces la idea es seguir asistiéndolos para que no vuelvan al hospital.
Así trabajamos también con pacientes que pudimos reinsertar con las familias y tienen servicio de asistencia domiciliaria. Se trabaja por un tiempo hasta que la familia y el usuario puedan estabilizarse y convivir. Luego se los deriva para que sean asistidos en cualquier centro de salud u hospital, con lo que pide la ley. Hay un protocolo establecido para el control, el asesoramiento a los familiares y, pasado ese tiempo, al paciente se lo da de alta.

¿Qué otros dispositivos hay?
El centro de día es un lugar al que van a hacer actividades por la mañana. Este tiene entre 15 y 20 pacientes. El servicio domiciliario, 50 pacientes, y las casitas, 10 entre las dos. Marq’ay es un servicio que depende de la Secretaría de Salud Mental -hoy, Agencia-, que es un lugar de reinserción social para los pacientes.
La gente piensa que nosotros nos vamos a desentender de los pacientes. Los seguimos asistiendo afuera para que ellos tengan una vida normal. La idea es que el hospital no ingrese más crónicos porque en algún momento queremos que el modelo del crónico, como lo pide la ley, sea modificado por otro sistema. La idea es que el trabajo más fuerte dentro del hospital sea en la sala de la guardia y en sala de agudos para que, una vez que el paciente es estabilizado de su padecimiento mental, regrese con su familia o adonde estaba viviendo.

¿En qué estado está el edificio del hospital?
A pesar de ser un hospital viejo, los lugares donde están los pacientes tienen sus complicaciones pero tratamos de que siempre se mantengan en buenas condiciones. La idea es que esto se transforme en un hospital general, que se atiendan todos los problemas de salud.

¿Cuál es su opinión sobre el cambio que se quiso hacer a la reglamentación de la Ley de Salud Mental?
La Ley 26.637 tiene una reglamentación 603/13, que se quería modificar. Ahora se detuvieron los intentos de cambio porque cambiaron el director de Salud Mental y el ministro de Salud (ambos cargos nacionales). En mi opinión no eran lo mejor estos cambios porque, si uno lee la Ley de Salud Mental y su reglamentación, es una de las leyes modelo del mundo porque respeta los derechos de los pacientes como personas. Antes de la ley, predominaba la hegemonía psiquiátrica como única alternativa de tratamiento. Lo que pide la ley es un trabajo en equipo interdisciplinario, que es lo que hacemos acá. Somos muy respetuosos de eso. Todos opinan y todos trabajan en función del paciente y de su reinserción. Como plantea la ley, no hay una sola modalidad o alternativa de tratamiento, puede haber muchas. 

¿Cuáles son las patologías más comunes?
Según la última evaluación que tuvimos, por ser un hospital de referencia de salud mental, sigue siendo la esquizofrenia el primer motivo de consulta pero incrementaron este último tiempo las adicciones tanto de alcohol como de otras dogas. Si se juntan las dos, después de la esquizofrenia siguen las adicciones. Después siguen las depresiones y los trastornos de ansiedad. En último término, los intentos de suicidio.

¿Cómo trabajan con las adicciones desde el Ragone?
Con respecto a las adicciones, dentro de poco vamos a inaugurar la sala de desintoxicación, que tiene la función de resolver los problemas de la emergencia toxicológica. Un paciente que se intoxica con drogas -sustancias psicoactivas, como las llamamos nosotros- van a venir acá para que se les haga un trabajo clínico y, de ahí, serán derivados a los servicios que ya tiene el Estado: Cedit, Puente y las otras organizaciones sociales que trabajan con el Estado para que hagan los tratamientos respectivos. En las evaluaciones que participé en los otros hospitales siempre surgen problemas de intoxicaciones como uno de los motivos de consulta. Ha crecido mucho.

¿La adicción a sustancias psicoactivas se considera una enfermedad mental?
Sí. Por eso se llama Ley de Salud Mental y de Adicciones. Se puso el “y” para diferenciarla porque es un problema que nos sobrepasa y era necesario hacer la aclaración. Si bien sabemos que el consumo de drogas está atravesado por muchas situaciones, incluidos los problemas sociales, es un problema de salud y nos tenemos que hacer cargo nosotros.

¿Los problemas de salud mental están en aumento?
Los sociólogos dicen que cuando sube la cantidad de habitantes en una población, uno empieza a tener otros problemas. Salta creció mucho este último tiempo y, por lo tanto, han crecido también los casos de problemas de salud mental porque son casos que, desde la subjetividad y también por la situación que atravesamos en estos momentos de crisis sociales y económicas, aumentan las patologías en salud mental. 
De todas maneras nunca nos escapamos de lo que dicen los números internacionales, que plantean que un 22% de las consultas en salud tienen que ver con la salud mental.

¿Tiene novedades sobre el caso de la paciente que apareció muerta dentro del hospital en estado avanzado de descomposición?
El caso está judicializado y no tenemos ninguna novedad. Lo único que sabemos, a través de los peritos, es que no tenía ningún golpe. Ella acostumbraba escaparse del hospital sin autorización del equipo. Nosotros siempre avisábamos a la Justicia cuando ocurrían estas cosas y denunciábamos a la Policía. Parece que, cuando ella saltó, se descompuso o cayó mal y quedó en un lugar del hospital que no es transitable. Llamaron a declarar a los enfermeros y a los profesionales tratantes.
 

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