Al intendente de Molinos, Walter Chocobar, y a su gente se le ocurrió una idea genial. Para los días de la V edición de Festival del Poncho, los días 26 y 27 del presente mes se viene un reconocimiento a los viejos artesanos; a aquellos que ya van menguando paulatinamente su actividad.
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Al intendente de Molinos, Walter Chocobar, y a su gente se le ocurrió una idea genial. Para los días de la V edición de Festival del Poncho, los días 26 y 27 del presente mes se viene un reconocimiento a los viejos artesanos; a aquellos que ya van menguando paulatinamente su actividad.
En esos días de festival se desarrolla una feria denominada "Saberes de mi tierra", y es ahí en donde aprovecharán para el reconocimiento a la enorme trayectoria de varios, entre los que se encuentra Felipe Guaymás. El hombre es recordado porque un día de octubre de 2012 recibió la visita del embajador de Japón, Masashi Mizukami, y al presidente de Mitsubishi Corporation Argentina, Hiroyuki Kono, en su taller del Centro de Interpretación de Molinos.
Los sabios japoneses, que tienen la tecnología más alta del mundo, llegaron para ver el arte de ese hombre simple, morocho y luracateño.
"Es que los artesanos de Molinos tenemos algo que es diferente", dijo Mario González.
"Nosotros tenemos la particularidad de hacer un trabajo genuino. Lamentablemente en otro lugares es diferente y cada vez más se van para lo industrial; acá no tenemos esa pelea", dijo seguro el hombre.
González encabezó la participación en una muestra nacional de artesanos que se realizó en la Sociedad Rural Argentina, en el porteño barrio de Palermo, el año pasado.
Allí ganaron tres premios importantes, junto a la cafayateña Carmen Millán, representando a los Valles Calchaquíes, pero también a toda la provincia.
Llevaron un poco de cada uno y los resultados fueron satisfactorios: sacaron tres primeros premios. Ester Guzmán, de Seclantás, ganó con un poncho de llama; Gerardo Liquín, con un trenzado de cabresto, y Carmen Millán con sus collares de fieltro.
"Es que acá la gente viene y puede charlar con el autor del trabajo y disfrutar mientras se va haciendo la obra. Desde lo personal, fue mi abuela Balvina Condori, que en abril cumplirá 101 años, la que comenzó con el camino de los artesanos. Ella tenía su casita en la histórica ruta nacional 40 y a sus telares los tenía en el patio, fuera de casa, por donde pasaban todos. Ahí fue en donde yo aprendí. Y ahora voy más. Es por eso que yo siempre digo que los artesanos de esta zona (Molinos) sabemos hacer lo tradicional, pero vamos un poco más allá en lo artístico", definió González.
La idea de los artesanos y del intendente Walter Chocobar es entonces simple pero práctica: llevar a Molinos a ser el tercer destino importante en el turismo salteño, y tienen con qué.