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Del grano al huevo, un recorrido de agregado de valor por el camino de la alta productividad

En Salta, una producción avícola de postura se destaca a nivel nacional por su excelencia y eficiencia, de la mano de la aplicación de tecnología y en la búsqueda constante del autoabastecimiento.
Martes, 02 de enero de 2018 16:36

Juan Kútulas contagia entusiasmo. Está enfocado en producir y agregar valor. Sigue la tradición productiva de su padre, Jorge D. Kútulas. Al respecto cuenta: “Mi padre era chileno y yo soy chileno, llegué aquí con cinco años”. Hoy, este ingeniero agrónomo -de raíces griegas, nacionalidad chilena y salteño por elección- está a la cabeza de Huevos K, Astillas de Plata y Nuevo Cerdo. Las dos primeras empresas están dedicadas la avicultura de postura; la tercera, promete convertirse en un gigante de la producción de carne porcina en el NOA.
Las tres firmas son un acabado esquema de agregado de valor. Todo comienza con la producción de soja y maíz en Tartagal, Salta. Allí se produce el 75% del alimento que consumen las gallinas y los cerdos. Las aves demandan un 55% de maíz y un 20% a 22% de soja. Además, se compra granos en la zona para completar la demanda alimenticia de los animales.
El maíz va directo al consumo, pero la soja se procesa sacándole todos sus subproductos. “El aceite lo vendemos. Además, tenemos una fábrica de biodiesel. Como los números varían, se logra estabilidad teniendo tus propios subproductos. Siempre busco el autoabastecimiento, hoy por hoy conviene producir tu propio grano”, indica Kútulas.

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Juan Kútulas contagia entusiasmo. Está enfocado en producir y agregar valor. Sigue la tradición productiva de su padre, Jorge D. Kútulas. Al respecto cuenta: “Mi padre era chileno y yo soy chileno, llegué aquí con cinco años”. Hoy, este ingeniero agrónomo -de raíces griegas, nacionalidad chilena y salteño por elección- está a la cabeza de Huevos K, Astillas de Plata y Nuevo Cerdo. Las dos primeras empresas están dedicadas la avicultura de postura; la tercera, promete convertirse en un gigante de la producción de carne porcina en el NOA.
Las tres firmas son un acabado esquema de agregado de valor. Todo comienza con la producción de soja y maíz en Tartagal, Salta. Allí se produce el 75% del alimento que consumen las gallinas y los cerdos. Las aves demandan un 55% de maíz y un 20% a 22% de soja. Además, se compra granos en la zona para completar la demanda alimenticia de los animales.
El maíz va directo al consumo, pero la soja se procesa sacándole todos sus subproductos. “El aceite lo vendemos. Además, tenemos una fábrica de biodiesel. Como los números varían, se logra estabilidad teniendo tus propios subproductos. Siempre busco el autoabastecimiento, hoy por hoy conviene producir tu propio grano”, indica Kútulas.

Son unas 16.000 ha las que se trabajan agrícolamente, 11.000 proveen el alimento para aves y cerdos, y 5.000 se destinan al cultivo de poroto negro.

Producidos los granos, parten hacia La Isla, en el departamento salteño de Cerrillos. Allí, unas 800.000 gallinas esperan el alimento; 100.000 de ellas están en recría y unas 700.000 en postura. Son alojadas en 12 naves, de 8 pisos, todas climatizadas y automatizadas, tanto para la provisión de la comida como para el retiro del guano, que luego se utiliza para fertilizar cultivos propios y de otros productores.

Las ponedoras comienzan su vida productiva en los galpones de crianza, desde el día 1 hasta las 16 semanas. Luego, son trasladadas a las naves de producción, donde a la semana 20 comienzan a poner hasta la semana 85, alcanzando un pico de postura del 97% (97 huevos por día cada 100 gallinas).

Cuando el porcentaje de postura baja a niveles de entre el 75% a 72%, los números no cierran, el animal se descarta y se lo vende a un frigorífico de Entre Ríos que lo exporta. “Cuando la postura baja, la gallina come más de lo que pone”, explica el avicultor, y agrega: “Tanto en la avicultura de postura como de carne hay una crisis grande, los números son muy finos. Nosotros nos defendemos con la eficiencia”.

En la granja se utilizan dos líneas genéticas, la Hy-Line, americana, y la Lohmann, alemana. Kútulas comenta que la genética marca la diferencia para alcanzar alta productividad y que en el caso de su explotación las genéticas que usa se complementan entre sí. “Las curvas de producción se elevaron con la nueva genética, la nueva forma de producir y las instalaciones”, dice.

La selección

Los más de 600.000 huevos por día que produce la granja viajan por una cinta sinfín desde las naves de postura hasta unos galpones donde los espera una máquina seleccionadora de última tecnología, de origen holandés, que los clasifica separando los fisurados, los sucios, los que tienen manchas de sangre en yema y clara, dando como resultado un producto homogéneo de alta calidad.

“Solo vendemos huevos frescos del día y de muy buena calidad. La nueva seleccionadora analiza el huevo por todos lados, le saca fotos, revisa que no tenga fisuras, le hace una tomografía para ver que esté bien, que no tenga defectos”, describe Kútulas.

Además, esta seleccionadora -única en el país y que demandó una inversión de alrededor de los 1,5 millones de Euros- somete al huevo a una luz ultravioleta que le da inocuidad total. Luego, según peso, lo selecciona, lo dispone en bandejas, las que posteriormente serán paletizadas por un robot.

Una producción que supera la demanda
Los huevos son comercializados en Salta y exportados a diferentes provincias argentinas. Se venden por menor y mayor, en locales propios, y también a terceros que venden a supermercados o a otros mayoristas. Los defectuosos los adquiere una fábrica en Entre Ríos que hace huevo en polvo.
Kútulas recuerda que hace unos 10 años les vendían a los supermercados y que eran la única marca que estaba en las cadenas del NOA. Pero reniega que actualmente es imposible dadas las condiciones comerciales y las constantes trabas que ponen los supermercadistas. “Pudimos crecer cuando nos dedicamos a producir en vez de estar dedicados a ver qué quería el supermercado. Si el Gobierno puede ayudarnos en algo es en eso, en el poder de negociación que tienen los productores con los supermercados, sobre todo los chicos”, asevera.

Foto: Juan Kútulas en el comando de la máquina seleccionadora.


En el análisis económico del sector, Kútulas opina que los precios están bastante bajos, sobre todo en la región centro del país. “Hace tres años tenemos el mismo precio y los costos han subido. Sobre todo, la restructuración en el precio de los granos afectó negativamente a la avicultura. Por supuesto que soy consciente que el productor no podía seguir trabajando con los precios que teníamos de los granos, sobre todo en el norte”, dice.
En el plano local, el productor describe que Salta -con unos 15 productores en actividad- se autoabastece y le queda un importante margen para vender a otras provincias. Pero no estarían dadas las condiciones para exportar a otros países, ya que en el mundo lo que se comercializa es el huevo procesado, en polvo, mayormente, y líquido, en menor cantidad.

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