Unieron las grandes cumbres con la profundidad de los océanos. El objetivo deportivo fue tan emotivo como patriótico. Cuatro montañistas salteños pusieron el corazón en la cima del volcán Socompa, el pasado 6 de diciembre, para demostrar que los salteños aún soñamos con el milagro, con tener a los 44 tripulantes del submarino ARA San Juan entre nosotros y a nuestros siete comprovincianos en casa, que desde noviembre pasado tienen en vilo a todo un país.Así, Griselda Moreno, jefa de expedición y guía y los experimentados montañistas Carlos Mateos, Ramiro García y el cafayateño “Lelo” Saldaño se lanzaron a una travesía casi inédita, por un sector que solo los más valientes se animaron a realizar.Según los registros de oficiales del Centro Cultural Argentino de Montaña, tenía a la expedición del alemán Federico Reichert, en 1905, como la única por esa ruta. Extraoficialmente, quizás algún otro escalador no fue incluido por no enviar la experiencia a los registros a la entidad, aunque nadie, nunca, reclamó “su” hazaña. Después estuvo la de del “Tata” Pastrana en los años 90, que se convirtió en la segunda ascensión.
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Unieron las grandes cumbres con la profundidad de los océanos. El objetivo deportivo fue tan emotivo como patriótico. Cuatro montañistas salteños pusieron el corazón en la cima del volcán Socompa, el pasado 6 de diciembre, para demostrar que los salteños aún soñamos con el milagro, con tener a los 44 tripulantes del submarino ARA San Juan entre nosotros y a nuestros siete comprovincianos en casa, que desde noviembre pasado tienen en vilo a todo un país.Así, Griselda Moreno, jefa de expedición y guía y los experimentados montañistas Carlos Mateos, Ramiro García y el cafayateño “Lelo” Saldaño se lanzaron a una travesía casi inédita, por un sector que solo los más valientes se animaron a realizar.Según los registros de oficiales del Centro Cultural Argentino de Montaña, tenía a la expedición del alemán Federico Reichert, en 1905, como la única por esa ruta. Extraoficialmente, quizás algún otro escalador no fue incluido por no enviar la experiencia a los registros a la entidad, aunque nadie, nunca, reclamó “su” hazaña. Después estuvo la de del “Tata” Pastrana en los años 90, que se convirtió en la segunda ascensión.
El volcán Socompa se encuentra en la Cordillera de Los Andes, formando parte de los volcanes que dibujan la invisible línea política que marca el límite internacional entre Argentina y Chile.
Cómo fue la travesía
Según detalló el reconocido escalador de alta montaña Carlos Mateos, “por este sector (Este del volcán) tenés que dejar el vehículo muy abajo y hacer dos campamentos, porque es muy empinado. No tenés agua y la debés acarrear, porque ni siquiera el deshielo te ayuda. Hay muy pocas ascensiones por este sector. No hay caminos y por consiguiente tampoco una ruta establecida”.
“Hicimos el primer campamento base a 3.800 metros de altura, el otro campamento a 4.500 m., después el campamento de altura a 5.200 mts y la cima, a los 6.051 mts”, graficó este joven montañista de 35 años de edad que se aferró a este deporte extremo hace 20 años.
Cabe destacar que a los “cuatro fantásticos” les llevó llegar a la cima tres intensos días, desde el primer campamento hasta la cima del imponente volcán, en donde además hallaron restos arqueológicos que alimentarán la historia de la humanidad.
“Si bien somos montañistas independientes esta fue la mejor escalada para el grupo”, reconoció Mateos, quien escaló montañas mayores a 5.000 metros, como el Acay, de más de 5.700 mts o el Macón, de 5.600 m, en donde tuvo 8 escaladas. El Macón es una elevación natural en donde todos los años se hace un ascenso para darles gracias al cerro sagrado, porque desde allí sale el agua que toma el pueblo de Tolar Grande.
“Si bien tiene una gran concurrencia de montañistas y turistas, es un cerro complicado para escalarlo. Es un cerro místico que solo deja llegar a la cima a quien la elevación quiere. No es para cualquiera. Es cuestión de mucho respeto a la madre naturaleza”, se sinceró Mateos.
Pero lo cierto es que este puñado de aventureros demostraron que están para concretar nuevos desafíos, acentuando siempre el respeto y el agradecimiento a la madre naturaleza. Un ejemplo que debe crecer entre los amantes del montañismo.