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Cumplió 100 años y asegura que no tiene secretos para llegar tan bien a esa edad

Juana Paula Caviedes, con una lucidez admirable y una sonrisa transparente, valora los momentos de alegría, como cuando el jueves último, sus nietos, bisnietos y sobrinos la acompañaron a su misa de cumpleaños.
Viernes, 26 de enero de 2018 23:06

No todos los días se conoce a una persona de 100 años. Cuando esto sucede, surgen preguntas para tratar de entender cómo se hace para llegar al siglo de vida con tanta alegría y salud. 

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No todos los días se conoce a una persona de 100 años. Cuando esto sucede, surgen preguntas para tratar de entender cómo se hace para llegar al siglo de vida con tanta alegría y salud. 

Juana Paula Caviedes, que nació el 25 de enero de 1918, aseguró a El Tribuno que no tiene recetas para llegar sana a esta edad, aunque, como buena creyente, agradece a Dios y a la Virgen por la bendición de tan buena vida. 

Con una sencillez sabia y ciento cuarenta centímetros de altura, antes de ayer festejó los 100 años junto a sus hijos, nietos y sobrinos, quienes la acompañaron a misa en la iglesia de San Alfonso. Contenta por estar junto a su familia, se cansó de comer tortas y cosas dulces. Hasta sus vecinos, que la aprecian muchísimo, colgaron un pasacalle frente a su casa, a modo de homenaje.

Juana Paula fue la segunda hija de un matrimonio humilde y trabajador, que tuvo seis hijos. Fue a la escuela Güemes, donde cursó hasta el segundo grado y luego comenzó a cuidar y criar niños de otras familias. 

Recordó con ternura que también hacía los mandados para su mamá, que le anotaba en un papelito lo que debía comprar.

En 1952, cuando se inauguró el Hogar Escuela, ingresó a trabajar como costurera. 

“Se confeccionaba la ropa ahí, no se compraba hecha. Mandaban las piezas, la cortadora las cortaba y nos daba para que cosiéramos”, relató. 

En aquellos tiempos entraba a trabajar a las seis. Muchos años después se jubiló en esta institución.

Quizás por cumplir años en verano Juana Paula recordó los tiempos del Carnaval de antes, cuando los corsos pasaban por la avenida Belgrano y la gente intercambiaba ramos de flores. “Me gustaba ver las comparsas. Mi mamá nos llevaba y mi papá llevaba los banquitos, nos vigilaba y nos explicaba. Veíamos los cambios de ramos de flores que se hacían, no como ahora. Cada uno llevaba flores y las cambiaba en la plaza 9 de Julio. Andaban los vendedores de flores también”, contó. 

Antes de los 20 años se casó con su marido, Néstor Candelario Rojo, con quien tuvo seis hijos -cuatro varones y dos mujeres-, de los cuales tres ya han partido. “¿Para qué voy a llorar”, le dijo a su hija menor. “Si supiera que el llanto los resucitaría, me quedaría seca de tanto llorar”. 

Ella enviudó hace más de 35 años y enterró a su esposo el mismo día que Roberto Romero asumió como gobernador de Salta, en la vuelta a la democracia. “Éramos muy compañeros. Nos comprendíamos bien, no como otros matrimonios que veía que peleaban. Cuando el me reclamaba, no lo hacía delante de los chicos”, señaló.

En su juventud, Juana Paula tenía un carácter muy fuerte, según comentó su hija, Eva Rojo. 

Sin embargo, con el correr de los años se comenzó a aplacar. “Le encantaba la ropa. Era su debilidad. Tenía que tener los zapatos y la cartera del mismo color y el vestido más o menos que concordara”, relató.

Si bien Juana Paula asegura que no existen los misterios para llegar tan bien a los 100 años, su hija sostuvo que la receta de su mamá es no hacerse problemas. 

“Ella siempre ha dicho que, si hay problemas, hay que enfrentarlos; que los problemas pasan, también de la mente. No queda nada. Ya va a venir otro problema y hay que estar lista para enfrentarlo. ‘Ustedes no se asusten -nos decía-. En la vida van a tener miles de problemas y hay que resolverlos. Algunos se van a resolver bien, otros mal, pero pasan’. Ese era su lema de vida”.

Muchos aseguran que el secreto de una vida longeva es mantener un estilo de vida saludable. 

‘“Si yo tengo obra social, tengo que usarla’, decía mi mamá. Siempre era muy ordenada en su comida. Cenábamos a las 20 y nunca nos ha hecho faltar la fruta, tampoco para ellos. Ahora mismo es muy frutera”, comentó Eva.
Juana Paula aprovechó el diálogo con El Tribuno para dejar un mensaje a los chicos jóvenes: “Que estudien, que trabajen, que no se críen vagos porque la vagancia trae malas consecuencias. Cuando estoy con todos mis nietos, les hablo, les explico y ellos dicen: ‘Cierto, abuela’”.

“Me piden que les dé la receta. No sé qué receta les voy a dar”, dijo entre risas. Parece que los 100 años la tomaron por sorpresa. Nunca pensó que llegaría a esta edad, con 18 nietos, 20 bisnietos y 6 tataranietos.

Una mujer activa

Juana Paula agradeció a Dios por mantenerse bien pero la verdad es que hace bastante para lograrlo. 

Sale a caminar todos los días a buen ritmo con su hija o con alguien que la acompaña. Prefiere moverse en colectivo antes que en auto porque percibe que mira más y que no está tan encerrada. Quizás, en el andar, rememora el tranvía en que se movía cuando era niña.

Cada tanto aprovecha para salir de viaje con un grupo de jubiladas de la Unión Sirio Libanesa. “Comentamos qué vamos a hacer y adónde vamos a ir porque ya somos todas jubiladas y no tenemos obligaciones”. Así, han ido a San Nicolás (Buenos Aires), a Catamarca, a Iguazú (Misiones) y a Cafayate. Además, frecuentan un asilo de ancianos en Coronel Moldes.

Juana Paula nunca ha fumado ni ha tomado alcohol. Tampoco consume remedios. No tiene osteoporosis, gastritis ni problemas de presión. El corazón le funciona excelente. “Cuando me han hecho un análisis, ha salido limpito”, contó orgullosa.
También cocina y va de compras. Hace un poco de todo, hasta que le alcanzan las fuerzas. Luego se va a dormir la siesta.

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