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Diario de viaje: El sueño cortado sirve para pensar en otras notas

La dureza del piso se hizo notar la primera noche fuera de la gran ciudad peruana. Pero no todas fueron malas noticias y de a poco, nos amoldamos al Dakar. Diario de viaje, día II.
Domingo, 07 de enero de 2018 22:44

Después de la cena; “cielo, mar y tierra (pollo, mariscos y carne de vaca)”, la trasnoche fue obligada para dejarnos vencer por el sueño y acostumbrarse a la dura madera que hace de colchoneta.

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Después de la cena; “cielo, mar y tierra (pollo, mariscos y carne de vaca)”, la trasnoche fue obligada para dejarnos vencer por el sueño y acostumbrarse a la dura madera que hace de colchoneta.

Es brava la vida en un campamento, especialmente si optás por no traer carpa y apelás a la bolsa de dormir y la tabla que antes fue tu escritorio. Posiblemente terminás dando vueltas sin dormir y la mejor opción es charlar hasta que los ojos se cierren. Eso pasó cerca de las 3. 

Acá el ritmo es similar a una redacción con el cierre pisándote los talones. Cuando finalmente terminás, la maquinaria de la cabeza sigue funcionando y uno no para de golpe.

De todas maneras, pese a las precauciones, dormir fue muy difícil. Todavía hay que acostumbrarse a esa dureza del suelo y pasarán varias etapas hasta conseguirlo. 

A las 7 nos levantamos a desayunar y a arrancar la jornada lo más rápido posible. El sol comienza a pegar en la carpa de prensa a las 9 y con las dunas alrededor, el tramo “Pisco-Pisco”, sin mudarnos, será nuevamente complicado.

Hoy es un día corto y hay que apurarse. A las 16 nos llevaron a una reserva natural en Paracas, que está ubicado la costa del departamento de Ica, en el océano Pacífico.

Aprovecho para hacer temprano una nota que pensé durante la madrugada, sí, mientras intentaba dormir y no podía, comencé a imaginar cómo hacían los competidores para conciliar el sueño. Conozco los motor homes de los pilotos salteños, pero los lectores no. Entonces voy a hacer una nota sobre la intimidad de cada refugio. Todo sale bien y rápido, bien temprano, así que mando por mail al mediodía salteño, aún mañana peruana.

Veo los detalles de la carrera, noto que los hermanos Benavides están en el pelotón pero todavía no se destacan. Entiendo que es una estrategia para salir bien de estas zonas complicadas, especialmente porque los autos van delante de ellos y puede resultar muy peligroso.

La hora de almorzar se acerca y los competidores siguen en el camino. Sé que Cyril Despres ya ganó. No entiendo el motivo, pero me pone contento. Después de Peterhansel, a quien es imposible no reconorcer su gran trabajo, es quien mejor me cae. No hablé con él y creo que la simpatía es porque sus otros compañeros de equipo Loeb y Sainz, me parecieron insoportables, casi tanto como el chileno Pablo Quintanilla en motos.

En la sala de prensa los colegas trasandinos viven con nerviosismo la carrera de su compatriota Ignacio Casale. A veces se impone, otras queda abajo. Estuvo bien en el trayecto del CP1, pero no en el CP2 o al revés.

Es el momento. Hay que ir ya al comedor o después no habrá tiempo. El almuerzo es una especie de taco envuelto. Al volver tengo que buscar a los pilotos salteños, mandar sus notas y visitar la reserva nacional. La sobremesa es corta y al regresar al Media Center, me doy con la novedad de que Kevin Benavides llega quinto, se ubica séptimo en la general y es el mejor argentino en motos. Bien.

Salgo a buscarlo en el intenso calor y espero un rato mientras habla con su equipo, donde además aprovecha para hacer un poco de bicicleta fija. Charlamos unos minutos, paso por KTM y Luciano está reunido con su equipo. No fue un buen día para ellos, Honda se llevó los laureles. Prefiero seguir el rumbo y actualizar la web con alguna declaración del mayor de los hermanos y poner la foto actual.

Ahora a desgrabar. El calor está insoportable, pero la tierra aún más. Me siento sucio y veo que a todos les pasa igual. ¿Cuántas ganas de estar acá, no? Esa pregunta es cotidiana, pero cuando termina el Dakar comenzamos a pensar en el próximo.

Termino de enviar la nota que me queda y vuelvo a actualizar la web. El océano Pacífico nos espera. Habrá que estar listos porque la puntualidad no se negocia. Será hasta mañana, en San Juan de Marcona (no tengo ni idea dónde queda, solo sé que habrá tanta tierra como estos dos días). Salta querida, estás más cerca.

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