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La reforma laboral posible

Miércoles, 10 de octubre de 2018 00:00

Todos los gobiernos sienten el impulso de acometer la "gran" reforma laboral que dará mágica solución a los profundos problemas que enfrenta el país en materia económica, sin advertir que -en la experiencia internacional- las modificaciones de régimen de trabajo raramente mueven un punto de la aguja del amperímetro macroeconómico. En esas quiméricas reformas logran concitar el entusiasmo de los pequeños y medianos empresarios, que no advierten que son víctimas de un doble embuste. En primer lugar se les hace creer que son "empresarios", que tienen vastos intereses en común con los capitanes de industria y monopolios internacionales y en materia laboral e impositiva se los trata de igual a igual, lo que se traduce en una notoria injusticia. Las pymes, al aliarse a los proyectos de reforma laboral, no advierten que se las embarca en una problemática que les es ajena, inclusive (como ocurrió en la frustrada reforma laboral de este gobierno) con disposiciones que diferencian laboralmente a las pymes, pero ­para perjudicarlas! En segundo lugar los proyectos tienden a ser benignos frente a los incumplimientos laborales, lo que también resulta poco equitativo (y una forma de competencia desleal) frente al empleador cumplidor. Tomemos un ejemplo. A diferencia de otras legislaciones donde la falta de pago en término de salarios acarrea severas consecuencias, en nuestro sistema se transforma en una cómoda y económica forma de financiación. El empleador cumplidor sufrirá tremendos desvelos y se endeudará a las insoportables tasas financieras del mercado para poder pagar la nómina salarial en los plazos legales. El incumplidor no tendrá empacho en atrasarse sistemáticamente una semana, 20 días, dos meses ya que tiene una financiación ­totalmente gratis­ Ni los trabajadores van a formular reclamo alguno (según el límite de la paciencia, claro) ni la autoridad laboral va a aplicar sanciones ejemplarizadoras. Al respecto, la cantidad de inspectores laborales existentes y el nivel de corrupción, hacen que en nuestro país no cumplan eficazmente la función de contralor requerida. Aún en el caso que el reclamo de intereses por pago extemporáneo de haberes hipotéticamente, ya que nunca ha ocurrido, fuera llevado a juicio, la condena sería entre tres y diez veces menor a la que pagaría el mismo empresario por un atraso en sus tarjetas de crédito.

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Todos los gobiernos sienten el impulso de acometer la "gran" reforma laboral que dará mágica solución a los profundos problemas que enfrenta el país en materia económica, sin advertir que -en la experiencia internacional- las modificaciones de régimen de trabajo raramente mueven un punto de la aguja del amperímetro macroeconómico. En esas quiméricas reformas logran concitar el entusiasmo de los pequeños y medianos empresarios, que no advierten que son víctimas de un doble embuste. En primer lugar se les hace creer que son "empresarios", que tienen vastos intereses en común con los capitanes de industria y monopolios internacionales y en materia laboral e impositiva se los trata de igual a igual, lo que se traduce en una notoria injusticia. Las pymes, al aliarse a los proyectos de reforma laboral, no advierten que se las embarca en una problemática que les es ajena, inclusive (como ocurrió en la frustrada reforma laboral de este gobierno) con disposiciones que diferencian laboralmente a las pymes, pero ­para perjudicarlas! En segundo lugar los proyectos tienden a ser benignos frente a los incumplimientos laborales, lo que también resulta poco equitativo (y una forma de competencia desleal) frente al empleador cumplidor. Tomemos un ejemplo. A diferencia de otras legislaciones donde la falta de pago en término de salarios acarrea severas consecuencias, en nuestro sistema se transforma en una cómoda y económica forma de financiación. El empleador cumplidor sufrirá tremendos desvelos y se endeudará a las insoportables tasas financieras del mercado para poder pagar la nómina salarial en los plazos legales. El incumplidor no tendrá empacho en atrasarse sistemáticamente una semana, 20 días, dos meses ya que tiene una financiación ­totalmente gratis­ Ni los trabajadores van a formular reclamo alguno (según el límite de la paciencia, claro) ni la autoridad laboral va a aplicar sanciones ejemplarizadoras. Al respecto, la cantidad de inspectores laborales existentes y el nivel de corrupción, hacen que en nuestro país no cumplan eficazmente la función de contralor requerida. Aún en el caso que el reclamo de intereses por pago extemporáneo de haberes hipotéticamente, ya que nunca ha ocurrido, fuera llevado a juicio, la condena sería entre tres y diez veces menor a la que pagaría el mismo empresario por un atraso en sus tarjetas de crédito.

Sin ver el árbol

Mientras discutimos las características del imponente y frondoso bosque que nos gustaría tener, se nos van pudriendo los arbolitos por falta de atención adecuada. En la realidad cotidiana, empresarios y trabajadores saben que existen numerosas injusticias producto de una inadecuada normativa. Injusticias que sufren una u otra parte. Por ejemplo todos sabemos que algunos empleadores muchas veces hacen trabajar horas extras, descansos semanales e inclusive las vacaciones anuales sin pagar recargo alguno. Pero, paralelamente, también vemos muchos empleadores perjudicados por fraudes laborales en materia de enfermedad. Todo podría solucionarse con una legislación adecuada. No resiste argumentación alguna mantener una legislación que no establece diferencia alguna entre los pequeños empleadores y las grandes empresas. No es válido el argumento de que los trabajadores deben tener idéntico tratamiento ya que son las propias circunstancias las que marcan las, muchas veces, notables diferencias que presentan quienes trabajan en uno u otro ti po de empresa.

 

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