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Es santo el arzobispo de El Salvador Oscar Romero

Al prelado lo mató la dictadura en 1980 y representaba la Iglesia por los pobres. El Papa encabezó la ceremonia en la que también santificó a Pablo VI.
Lunes, 15 de octubre de 2018 00:00

El Papa proclamó hoy santo al asesinado arzobispo salvadoreño Oscar Romero, emblema de una iglesia comprometida con los pobres, y al papa italiano Pablo VI, el pontífice del diálogo, en una multitudinaria misa de canonización celebrada ayer en la plaza de San Pedro del Vaticano. "Declaramos y consideramos santos a Pablo VI y a Oscar Romero", declaró según la fórmula en latín el papa Francisco, quien canonizó en la misma ceremonia a los religiosos Francisco Spinelli, Vicente Romano, María Kasper, Nazaria Ignacia de Santa Teresa de Jesús y al laico Nuncio Sulprizio. El papa Pablo VI fue "el profeta de una Iglesia extrovertida que mira a los lejanos y cuida de los pobres", declaró Francisco durante la homilía. "Es hermoso que junto a él y a los demás santos y santas de hoy, se encuentre monseñor Romero, quien dejó la seguridad del mundo, incluso su propia incolumidad, para entregar su vida según el Evangelio, cercano a los pobres y a su gente, con el corazón magnetizado por Jesús y sus hermanos", añadió. El Papa usó como vestimentas litúrgicas durante la ceremonia el cíngulo con sangre que llevaba en la cintura Romero el día de su asesinato en 1980, así como la casulla de Pablo VI. Miles de personas, religiosos y autoridades de los dos continentes asistieron a la solemne proclamación en el Vaticano, entre ellos unos 7.000 salvadoreños. En un ambiente festivo, los salvadoreños cantaban y enarbolaban banderolas con la imagen del religioso, asesinado el 24 de marzo de 1980 por los escuadrones de la muerte mientras oficiaba misa y quien se convirtió en un ícono mundial de la defensa de los pobres y de la lucha contra la violencia. Los presidentes de El Salvador, Salvador Sánchez Cerén; Panamá, Juan Varela; de Chile, Sebastián Piñera; y de Italia, Sergio Mattarella, así como la reina Sofía de España entre los asistentes.

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El Papa proclamó hoy santo al asesinado arzobispo salvadoreño Oscar Romero, emblema de una iglesia comprometida con los pobres, y al papa italiano Pablo VI, el pontífice del diálogo, en una multitudinaria misa de canonización celebrada ayer en la plaza de San Pedro del Vaticano. "Declaramos y consideramos santos a Pablo VI y a Oscar Romero", declaró según la fórmula en latín el papa Francisco, quien canonizó en la misma ceremonia a los religiosos Francisco Spinelli, Vicente Romano, María Kasper, Nazaria Ignacia de Santa Teresa de Jesús y al laico Nuncio Sulprizio. El papa Pablo VI fue "el profeta de una Iglesia extrovertida que mira a los lejanos y cuida de los pobres", declaró Francisco durante la homilía. "Es hermoso que junto a él y a los demás santos y santas de hoy, se encuentre monseñor Romero, quien dejó la seguridad del mundo, incluso su propia incolumidad, para entregar su vida según el Evangelio, cercano a los pobres y a su gente, con el corazón magnetizado por Jesús y sus hermanos", añadió. El Papa usó como vestimentas litúrgicas durante la ceremonia el cíngulo con sangre que llevaba en la cintura Romero el día de su asesinato en 1980, así como la casulla de Pablo VI. Miles de personas, religiosos y autoridades de los dos continentes asistieron a la solemne proclamación en el Vaticano, entre ellos unos 7.000 salvadoreños. En un ambiente festivo, los salvadoreños cantaban y enarbolaban banderolas con la imagen del religioso, asesinado el 24 de marzo de 1980 por los escuadrones de la muerte mientras oficiaba misa y quien se convirtió en un ícono mundial de la defensa de los pobres y de la lucha contra la violencia. Los presidentes de El Salvador, Salvador Sánchez Cerén; Panamá, Juan Varela; de Chile, Sebastián Piñera; y de Italia, Sergio Mattarella, así como la reina Sofía de España entre los asistentes.

Ejemplos para la iglesia

Los retratos gigantes de los siete nuevos santos cubren ahora la fachada de la basílica de San Pedro, donde fueron expuestas sobre un altar sus respectivas reliquias, entre ellas parte de un hueso de Romero y la camiseta que Pablo VI llevaba cuando fue apuñalado en Filipinas en 1970. Los dos nuevos santos son figuras representativas de la iglesia que impulsa el papa argentino, "pobre para los pobres", abierta al diálogo, pero también sin etiquetas: ni progresista ni conservadora. "Que el Señor nos ayude a imitar su ejemplo", clamó el pontífice argentino al concluir su homilía. La canonización de Romero (1917-1980) en el Vaticano, donde contó con numerosos enemigos, reivindica también la figura de un obispo que fue perseguido, humillado y amenazado, incluso por la propia curia romana. Tanto Romero como Pablo VI representan las contradicciones y las dificultades que vivió la Iglesia del siglo XX y fueron atacados y criticados dentro de la misma institución por sus aperturas a los cambios de la sociedad y por sus pedidos de mayor justicia social.

Siete mil salvadoreños acompañaron 

Unos 7.000 salvadoreños estuvieron en la plaza San Pedro en el Vaticano para asistir a la canonización de monseñor Oscar Romero, asesinado en 1980 mientras oficiaba una misa, informó el arzobispo de San Salvador, José Luis Escobar Alas. Los peregrinos, que participaron en la ceremonia, fueron bendecidos durante un acto religioso presidido por Escobar Alas y el cardenal salvadoreño Gregorio Rosa.

"Al ser declarado santo se afirmó el dogma de fe de que monseñor Romero está en el cielo junto a Dios intercediendo por este pueblo", señaló el arzobispo. Romero fue canonizado junto a Pablo VI durante el Sínodo de Obispos, la asamblea de prelados llegados de todo el mundo al Vaticano donde se abordarán temas relativos a la juventud, que se lleva a cabo desde el pasado 3 hasta el 28 de octubre.

Oscar Romero, que fue beatificado en mayo de 2015, se caracterizó por denunciar constantemente en sus homilías los ataques de los cuerpos de seguridad contra la población civil y otras violaciones a los derechos humanos. El 24 de marzo de 1980 monseñor Romero fue asesinado por un escuadrón armado de la extrema derecha mientras oficiaba misa en la capilla del hospital de cáncer Divina Providencia de San Salvador, en los días previos al estallido de la guerra civil en el país.

Los miles de salvadoreños que estuvieron contagiaron al resto de los presentes con la alegría y los cánticos religiosos en la plaza San Pedro. La algarabía de los salvadoreños fue muy emotiva y contagiosa para las 70 mil almas que presenciaron al ceremonia religiosa, y los fieles expresaron con motivo de estas canonizaciones muestra que todavía no se terminó de cerrar del todo antiguas heridas setentistas.

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