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Bolivia, nuevamente castigada

Martes, 16 de octubre de 2018 00:00

Corría el año 1879 cuando sucedieron los hechos que derivaron en la Guerra del Pacífico entre las repúblicas de Chile, por una parte, y los aliados Perú y Bolivia, por otra.

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Corría el año 1879 cuando sucedieron los hechos que derivaron en la Guerra del Pacífico entre las repúblicas de Chile, por una parte, y los aliados Perú y Bolivia, por otra.

El litoral marítimo que comprendía a Perú, en la región de Arica y Tarapacá, y a Bolivia, en Antofagasta, tenía un importante valor estratégico y económico que permitía a ambos países una importante fuente de ingresos dinerarios por parte de países europeos, con la exportación del guano y del salitre.

Los compradores de mayor volumen eran Gran Bretaña y Francia, quienes no solo compraban el producto, sino también tenían concesiones de ambos países en sus respectivas jurisdicciones, para la explotación de los yacimientos.

El guano, que era producido en costas e islas por las aves que generaban ingentes volúmenes, se extraía y transportaba a Europa y se usaba como un extraordinario fertilizante para las tierras de cultivo. A su vez, el salitre era un mineral que naturalmente se expandía en la pampa precordillerana y en algunos valles cordilleranos, su exposición era superficial y tenía una capa de mineral de entre 15 cm. a 3,60 mts., que, con un proceso adecuado, servía para muchas aplicaciones, como fertilizantes y componentes de explosivos.

Las fábricas o procesadoras del salitre -llamadas oficinas- fueron lugares en donde millares de trabajadores prestaban servicios a patronales, que los explotaban sin miramientos y ante mínimos reclamos eran asesinados por las fuerzas militares, al servicio de las oficinas.

Esas oficinas en su mayoría, pertenecían a sociedades de ingleses y europeos con algunos chilenos que justificaban así, el supuesto interés nacional en defender sus inversiones.

La guerra

Se llega al punto crítico, cuando el Gobierno Nacional de Bolivia en las postrimerías de 1879 sube el monto de canon que cobraba el Estado a la Compañía de Salitres y Ferrocarril de Antofagasta, de composición inglesa y chilena, lo que motiva el reclamo de la Compañía, y luego del Estado chileno.

El Gobierno boliviano, en uso de su derecho, retira la concesión a la Compañía que se negaba al pago, y dispone el remate de sus pertenencias para el cobro de lo adeudado.

Ese día, 14 de febrero de 1879, por orden del presidente chileno Aníbal Pinto, las fuerzas militares de Chile invaden y toman Antofagasta, que era territorio y ciudad boliviana, en defensa de los intereses económicos de las compañías que explotaban el salitre. A los pocos días, y vista la situación de hecho, el Gobierno boliviano le declara la guerra a Chile.

Bolivia tenía con Perú un acuerdo de defensa mutua y recíproca, de allí es que ingresa a la guerra. El parque militar chileno estaba provisto por Inglaterra, al igual que los dos navíos blindados con que contaba su armada, que por cierto provenían de astilleros británicos, frente a una ya antigua cantidad de buques de madera.

La derrota

El Ejército boliviano tenía ocho diferentes fusiles con ocho diferentes municiones y muchos de esos fusiles, no tenían la posibilidad de calar bayonetas. Europa se puso al lado de los chilenos. Bolivia, a los dos años, había agotado su capacidad bélica y prácticamente se retira de la contienda; las tropas chilenas llegan hasta conquistar el territorio de Tacna.

En 1883 la victoria chilena en la Guerra del Pacífico es total: conquista de Tacna hasta Antofagasta. Con Perú acuerda reintegrar Tacna y quedarse con Arica y Tarapacá, que llega hasta la frontera de Antofagasta, la que, perteneciendo a Bolivia, Chile la mantiene como resultado de la conquista bélica.

De allí viene el reclamo de Bolivia por su salida al mar. La Corte Internacional de Justicia se pronunció en el sentido de que jurídicamente Chile no está obligado a negociar con Bolivia, sin perjuicio que voluntariamente pueda hacerlo.

La votación de 12 a 3 jueces por la negativa pone en sintonía histórica que la guerra da derechos y, aunque sean deliberadamente conseguidos -por la evaluación de la situación de hecho y la debilidad de unos sobre otros contendientes- es siempre convalidada por la supraestructura jurídica del poder.

Fíjese el paralelismo jurídico, entre nuestro caso por Malvinas la invasión de Gran Bretaña a las Islas, gracias al acto de entrega que hizo el Gobierno del Proceso de Reorganización Nacional, donde tenemos toda la estructura jurídica en contra, en los cenáculos internacionales.

Los chilenos, en su momento, con el poderío que le aportaba Europa, en especial Inglaterra, entraron a una guerra que le permitiría anexar tierras que no le eran propias. Así, los militares argentinos fueron inducidos, y con gusto aceptaron, a invadir Malvinas para que el poder de Inglaterra y la OTAN consolidaran, contemporánea y jurídicamente, el derecho sobre Malvinas,

El acto de entrega que hicieron los militares y civiles con Malvinas nunca fue civilmente juzgado, solo el informe del general Rattenbach puso al descubierto que la improvisación de un país no preparado para combatir con una potencia central, era condenable. Sin perjuicio de ello, los soldados argentinos por su amor a la patria tuvieron el comportamiento heroico que la Nación le reconoce.

Tengamos presente el poder mundial, no deja huecos sin cubrir.

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