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Un debate sobre antenas que parece de otra época

Todos usan celular, hay normas nacionales inequívocas y las emisiones abundan en nuestro hábitat; el consenso debería ser inmediato, pero no llega
Miércoles, 31 de octubre de 2018 01:15

La comisión especial de análisis de la instalación de estructuras soporte y antenas de telecomunicación y telefonía celular del Concejo Deliberante volverá a abordar hoy un debate condicionado por cierta mirada oscurantista frente a la tecnología.

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La comisión especial de análisis de la instalación de estructuras soporte y antenas de telecomunicación y telefonía celular del Concejo Deliberante volverá a abordar hoy un debate condicionado por cierta mirada oscurantista frente a la tecnología.

La presidenta de la comisión, Mónica Torfe, convocó los miembros de la comisión a definir la agenda de trabajo para la próximas semanas. La idea original es que en todas estas reuniones semanales concurra un experto a informar sobre las características de la telefonía celular.

El miércoles pasado estuvo el ingeniero en telecomunicaciones de la Universidad de La Plata, Miguel Staiano, quien despejó cualquier duda acerca de los cuidados para la salud humana en los entornos donde se usa celular. Explicó la intensidad y la característica de las emisiones y, en pocas palabras, advirtió que "si la gente quiere seguir usando celular, hay que poner antenas también en el microcentro".

La experiencia japonesa

La discusión parece bizantina. Ninguno de los disertantes invitados por quienes se oponen a la instalación de antenas demostró que acarreen riesgos para la salud humana. "No está probado que hagan daño, pero tampoco que no hagan daño".

De científico, nada.

En los países desarrollados donde es familiar el 4 G y ya se avanza hacia el 5 G, es decir donde la tecnología de las comunicaciones va en punta, las antenas abundan en las terrazas de los edificios. En la Argentina hay 383 antenas cada millón de habitantes; en Japón hay 10.112 por cada millón de personas.

"La gente tienen cada vez más celulares, pero la sobreexigencia de las antenas produce una mayor emisión de los mismos celulares, al lado de la cabeza de cada uno" explican los científicos.

Todos estos análisis parecieron ingresar en un impasse la semana pasada, cuando tras la disertación, el "antiantena" Martín del Frari y el "proantena" Alberto Castillo saldaron diferencias a golpes.

Los mitos medievales

Las emisiones deben ser administradas con controles permanentes. La calidad de esos controles es una cuestión técnica que se debe analizar y desarrollar con datos e interpretaciones científicas. Es tarea combinada de médicos e ingenieros. Los ciudadanos comunes deben elegir entre confiar o dejar el hábito del celular. "Oponerse a las antenas por temor y sin fundamento es como negarse a los trasplantes de órganos o al uso de la electricidad", dicen los expertos proantena.

Los concejales salteños tratan de encontrar una solución con consenso, pero la mayoría no tiene dudas sobre la conveniencia de instalar las antenas, como dispone la legislación nacional. La política, no obstante, parece atada a los temores. La "convocatoria" a "vecinos "autoconvocados'" no parece destinada a aventar dudas sino a mostrar los miedos ciudadanos.

El presidente del Concejo Deliberante, Matías Cánepa, señaló que "está en juego la conectividad y la modernización de las comunicaciones; los recelos y temores deben ser considerados, pero no alimentados. No se trata del interés de una o varias empresas, sino una necesidad que impone el sistema de telefonía celular. No vamos a autorizar nada peligroso, pero tampoco queremos frenar un avance si no entraña riesgo".

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