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La internaron por una úlcera, pero se contagió meningitis

Se encuentra en Hospital del Milagro en terapia intensiva. Lucha porque el IPS le reconozca los medicamentos.
Domingo, 07 de octubre de 2018 00:40

Mery Sánchez (67), internada en la terapia intensiva del Hospital Señor del Milagro, se siente una marioneta en manos de médicos en los que confiaba; un sindicato, ATE, del que es afiliada, y una obra social, el IPS, que no le reconoce los medicamentos específicos para tratar la meningitis por criptococo, que se contagió mientras le curaban una úlcera en la pierna.

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Mery Sánchez (67), internada en la terapia intensiva del Hospital Señor del Milagro, se siente una marioneta en manos de médicos en los que confiaba; un sindicato, ATE, del que es afiliada, y una obra social, el IPS, que no le reconoce los medicamentos específicos para tratar la meningitis por criptococo, que se contagió mientras le curaban una úlcera en la pierna.

Una de sus hermanas, Yolanda Giménez de Monroy (62), y su única hija, Silvia Noemí Sánchez (31), echaron mano del último recurso que los ciudadanos tienen cuando ven los tiempos acortarse y las soluciones no aparecen. Se presentaron en la planta editorial de El Tribuno para contar cómo Mery se deteriora día tras día sin un diagnóstico certero y sin profesionales médicos que avalen sus pedidos o siquiera le firmen un traslado a una clínica, donde sus familiares estiman que estaría mejor atendida.

Mery es auxiliar administrativa desde 2012 en la Secretaría de Micología del Hospital Señor del Milagro. Hace tres meses una úlcera en la pierna con diagnóstico de trombosis la iba a llevar a quirófano, pero no la ingresaron porque los facultativos determinaron que no era el cuadro. De su fragmentada historia clínica se desprende que le hicieron estudios de lupus que dieron negativos. Luego estando en su casa se descompensó y perdió control de su cuerpo y de la orientación en tiempo y espacio. El 13 de agosto, dado el síndrome febril que presentaba, le practicaron estudios en los que se constató que en su organismo iba creciendo el hongo Cryptococcus neoformans. A su vez le daban un tratamiento empírico para tuberculosis que le suspendieron el 25 de septiembre.

Al día siguiente los médicos les indicaron a sus familiares que debían suministrarle cuatro ampollas diarias de Anfotericina Liposomal durante 14 días. Es decir un total de 56 ampollas cuyo valor de mercado es de once mil pesos cada una. Esto totaliza un monto de $616.000, imposible de afrontar por Silvia, que en este momento se encuentra desocupada y tiene a sus dos hijos menores a cargo.

Mientras el reloj corre Silvia presentó una carta documento al gerente del Hospital para requerirle que efectúe una denuncia de enfermedad profesional ante la ART que le debe cobertura a su madre, al considerar que fue justamente durante su estancia en la Sala de Infecciosos donde se contagió el hongo que le produjo la meningitis.

"Siento que los médicos nos dejaron solas en nuestro reclamo conociendo nuestra delicada situación. En el IPS me dijeron que el reclamo que yo había presentado no especificaba por qué era vital para mi mamá esa medicación que ellos no cubren, y me dijeron que lo tenía que firmar su médica de cabecera, que no lo hizo. Solo recibimos un trato respetuoso de una inmunóloga residente. Por qué no hicieron la denuncia a la ART si hasta nos dijeron que mi mamá se contagió ahí", lamentó Silvia. "A mi hermana le hicieron tres punciones lumbares para sacarle el diagnóstico, sus brazos ya no resisten las extracciones de sangre para análisis. Siento que está abandonada y nadie se hace cargo de ella", dijo Yolanda ahogando sollozos.

 

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