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Todos los años para finales de octubre, los católicos esperan ansiosos la visita de las almas. Desde días antes preparan bebidas (chicha y aloja), amasan pan, elaboran las comidas preferidas de sus difuntos, y confeccionan flores y coronas de papel.
Los preparativos culminan en la tarde del 1 de noviembre. Entonces colocan sobre una mesa con mantel blanco, las "ofrendas" que las almas consumirán en su visita nocturna.
Por su parte, en el "cuarto de las ofrendas", que es adornado con flores naturales y de papel, se instala un pequeño altar con imágenes santas y las fotografías de los muertos de la familia. Al día siguiente, la familia se reúne para asistir temprano al cementerio. Lo hace portando los ramos y las coronas de flores que elaboraron días antes.