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La tercera revolución sexual

El siglo XX fue escenario de enormes cambios en la visión de la sexualidad humana; en nuestro país hoy es tema de un debate explosivo. 
Domingo, 11 de noviembre de 2018 00:38

La sexualidad humana tiene su historia, sus propios derroteros, sus luchas y también sus revoluciones.

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La sexualidad humana tiene su historia, sus propios derroteros, sus luchas y también sus revoluciones.

En el mundo occidental, alrededor del siglo XVIII la naturaleza sexual de los seres humanos trasciende lo privado y se genera una multiplicidad de discursos sobre el sexo en el campo de ejercicio del poder mismo.

La medicina, la psiquiatría, la pedagogía y la iglesia católica, por intereses diversos, harán de su incumbencia estos conocimientos que ya empezaban a generar preocupación y desasosiego en la sociedad de aquél entonces.

Obtendrán de los individuos las confesiones de sus más íntimos y secretos placeres, para luego reglamentar y controlar dichas prácticas.

La proliferación de discursos sobre el comportamiento humano en materia sexual captó también la atención de otras ciencias como la economía y las políticas públicas, interesadas en el ordenamiento social, reproductivo y laboral de los ciudadanos.

Dichos conocimientos tuvieron además una enorme incidencia para la elaboración de leyes vinculadas a los delitos y crímenes sexuales de la época.

Transcurrieron más de doscientos años de un trabajo multidisciplinario dedicado a indagar y relatar las polifacéticas conductas, prácticas y versiones relacionadas con la búsqueda del placer y la reproducción humana.

En la actualidad, la perspectiva de género (a la que peyorativamente se denomina "ideología) es un signo de la multiplicación de sexualidades periféricas fijadas en una edad, a una región del cuerpo, a los gustos o a una forma de practicar los placeres, sin fronteras y sin definiciones.

La perspectiva de género establece así una cuádruple disociación en el ser humano: el sexo biológico (cuerpo con el que se nace), la identidad de género (identidad que siente la persona y que puede coincidir o no con el sexo biológico), el rol de género (rol social de hombre o mujer, el cual viene determinado por la sociedad) y la orientación sexual (hacia quién se siente atraída la persona).

Me pregunto si la sexualidad, estando dividida en cuatro pueda tener un punto de amarre, y si lo tiene, esa sexualidad se anuda "con", se anuda "en qué", "en el cual" o "hacia quién".

Bajo el imperio de las sensaciones, sin ley, fuera de la lógica de lo masculino y de lo femenino, el sujeto posmoderno no parece estar circunscripto a un goce sexual acotado, sino empeñado en coleccionar sensaciones.

En el Siglo XXI caen las reglas. Caen leyes del matrimonio, las de la heterosexualidad, la monogamia y la legitimidad ligada a un predecible ejercicio de la sexualidad.

El proceso

Hasta la Edad Media, todo lo concerniente a las cuestiones sexuales, con la práctica de la penitencia, habían quedado ordenadas alrededor de un discurso bastante unitario. Pero será a partir del siglo XVIII, cuando se generen dispositivos institucionales y estrategias discursivas vinculadas al sexo, aunque las ciencias estaban subordinadas en lo esencial a los imperativos de una moral que proclamaba la pureza, ceñida a las normas médicas que encendían los temores a los males venéreos.

Por un lado, la medicina indagará en las enfermedades de transmisión sexual y en la reproducción de la especie humana. Mientras la psiquiatría se ocupa de la etiología de las llamadas "enfermedades mentales", se anexan una diversidad de perversiones sexuales vinculadas a crímenes de distinta naturaleza, cuyo descubrimiento tiene efectos directos en las leyes penales y estatales.

Michel Foucault señala en la Historia de la Sexualidad que desde el siglo XVIII "(...) el sexo no ha dejado de provocar un erotismo discursivo generalizado. Y tales discursos sobre el sexo no se han multiplicado fuera del poder o contra de él, sino que, como medio de su ejercicio, en todas partes fueron preparadas incitaciones a hablar, en todas partes, dispositivos para escuchar y registrar, en todas partes, procedimientos para observar, interrogar y formular".

Las tres revoluciones

El estallido de la primera revolución está ligado al psicoanálisis y a los hallazgos de Freud en torno al desarrollo psicosexual de los niños que transcurre por diferentes fases y que por ello los califica como perversos polimorfos.

Los Tres ensayos para una teoría sexual y el caso del Pequeño Hans ponen de relieve la actividad sexual infantil siendo éstos los primeros descubrimientos a comienzos del siglo XX, que agujerean el discurso médico y pedagógico, tanto como a la moral victoriana de la época, impregnada de la doctrina pastoral de la iglesia que consideraban el onanismo infantil como una inclinación natural y una enfermedad, un vicio imposible de erradicar y un peligro de incalculable daño potencial.

El resultado de ello fue que las instituciones tomaron abiertamente a su cargo la tarea de indagar, reglamentar y establecer mecanismos de vigilancia. Primero se estableció la importancia de separar la habitación de los padres y los hijos, confinando la sexualidad a la pareja parental, que debía ser legítima y heterosexual.

Al comprobar que la evolución libidinal incluía tanto a los niños como a los adolescentes, las instituciones educativas y psiquiátricas dispusieron separar a los varones de las mujeres y establecieron sistemas de vigilancia como una manera tácita de reconocer que el ejercicio de la sexualidad rebasaría los límites impuestos por las regulaciones previstas para la pareja conyugal.

La sexualidad "precoz" se convirtió en un tema de sumo interés alrededor de los cuales se levantaron grandes dispositivos y estrategias discursivas. Sin embargo, algunos autores condenan y señalan de hipócritas estas prácticas. Consideran que nunca una sociedad fue más pudibunda como en esa época y que jamás las instancias de poder pusieron tanto cuidado en fingir que ignoraban lo que prohibían

La segunda revolución, a mediados del siglo XX, supone la reivindicación de la igualdad de los sexos, el control de la natalidad, los métodos anticonceptivos, la aceptación de relaciones pre matrimoniales y de otras formas de ejercer la sexualidad, como la homo y la bisexualidad.

En la práctica, este movimiento, consigue separar la sexualidad de la reproducción, y arrasa las normas que rigieron la sociedad burguesa hasta el siglo XX.

La mujer se aparta de la condición impuesta de ser madre, en algunos países se obtiene la legalización del aborto y de ésta manera, se diferencian de manera tajante la sexualidad de la reproducción.

Por otra parte, la lucha de los gays en Estados Unidos para que se retirara del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM) a la homosexualidad de la lista de enfermedades mentales, es un ejemplo notable de cómo la militancia política puede hacerse escuchar hasta interferir y modificar los discursos dominantes de la época. Vale la pena recordar - ya que hablamos de revoluciones - que en mayo del 71, un grupo de activistas gays irrumpió en la reunión de la APA (American Psychiatric Association) y señalaron a la psiquiatría como "el enemigo más peligroso de los gays en la sociedad contemporánea".

En 1972 lograron ser aceptados en la reunión anual de la APA y al año siguiente se retira del DSM a la homosexualidad como categoría diagnóstica de la sección "Desviaciones sexuales", obteniendo con ello su más clamorosa victoria.

Tercera Revolución sexual

En el Siglo XXI caen las reglas. Caen leyes del matrimonio, las de la heterosexualidad, la monogamia y la legitimidad ligada a un predecible ejercicio de la sexualidad.

Frente a las nuevas elecciones sexuales, sin anclaje y sin nombre, es notable la búsqueda incesante de estos sujetos por hacerse reconocer desde la ideología, por tener un sitio dentro de las leyes y sobre todo, la determinación de implantar en el idioma, una nueva versión del lenguaje.

¿La aparición de todas ésas sexualidades periféricas es una revancha a las represiones sexuales?

¿O será el efecto de diseminación de los saberes producidos por los diferentes discursos?

 

 

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