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Mapa político y ajuste monetario y fiscal

Viernes, 16 de noviembre de 2018 00:00

La ley de Presupuesto es un instrumento principal de la estrategia económica del Gobierno: seducir a los inversores con un gran ajuste monetario y fiscal que permita reducir mucho la inflación para, de ese modo, provocar un rebote en el crecimiento.

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La ley de Presupuesto es un instrumento principal de la estrategia económica del Gobierno: seducir a los inversores con un gran ajuste monetario y fiscal que permita reducir mucho la inflación para, de ese modo, provocar un rebote en el crecimiento.

Es la justificación más importante que encontró Pichetto para votarlo. La tercera línea de la contabilidad fiscal divide entre sí a los peronistas. El alineamiento de los senadores desnuda las internas provinciales y la división entre el kirchnerismo y el anti (o pos) kirchnerismo.

No hace falta que algún opositor calibre el rigor de la contracción económica que dispuso Macri. Ayer lo hizo Nicolás Dujovne. Consignó que entre este año y el que viene habrá un recorte de 3 puntos del PBI en el déficit fiscal. Y que el desequilibrio de la cuenta corriente de la balanza de pagos pasará de 5 puntos a 1,5. Y remató: "En la historia argentina nunca se hizo un ajuste de esta magnitud sin que caiga el gobierno".

El ministro de Hacienda suele observar que, en tres años, el gasto que excede las prestaciones sociales ha caído 5 puntos del PBI. Y que la disminución del gasto total pautada en el presupuesto del año próximo es de 10 puntos del PBI en términos reales. La reducción del déficit de cuenta corriente se explica por la depreciación de la moneda, que, entre otros efectos, produce un desplome dramático en las importaciones.

La primera reacción a la declaración de Dujovne sobre retracción económica y caída de gobiernos provino del seno de Cambiemos. Al leer lo de la caída de gobiernos, un espantado Pablo Gerchunoff emitió este tuit: "No puede ser. No se puede decir esto".

Pero Dujovne lo dice, para insistir hasta la exageración en un criterio adoptado hace ya meses: si se quieren ganar las elecciones hay que olvidarse de las elecciones. Es decir, hay que demostrar a los mercados el compromiso con el ordenamiento de las cuentas públicas. Si se agrega la restricción monetaria a la que obligó el Banco Central con el Fondo Monetario, que es más drástica en la medida en que hay alta inflación, se explica la dureza de la contracción. El del ministro de Hacienda es un estridente adiós al gradualismo.

La palabra maldita

Acorralado por la crisis, y por las innumerables torpezas en el manejo de la crisis, el Gobierno debió abandonar la concepción según la cual se podría recuperar el equilibrio macroeconómico sin resignar el crecimiento.

Dujovne pronunció ayer, sin velos retóricos, la palabra maldita: ajuste. Detrás de ese sustantivo está Macri, "haciendo lo que hay que hacer". O lo que él cree que hay que hacer: obsequiar a los inversores financieros lo que estos desde hace tiempo le pedían. Una recesión.

La jugada ortodoxa del Gobierno supone que cuanto más draconiano sea el programa, más breve será el calvario: el enfriamiento hará que se derrumbe la inflación y que, ayudado por las paritarias, mejore el poder adquisitivo. En los primeros meses del año próximo debería percibirse, por lo tanto, un aumento del consumo. La estabilización de los precios es, por sí misma, reactivante. Esta es la tesis en la que se cruzan la economía y la estrategia electoral.

Esta hipótesis debe superar el desafío de un interrogante. ¿Cuánta estabilidad se necesita para que la actividad comience a reanimarse? Es la pregunta de quienes sostienen que en el fondo de la crisis palpita un problema de confianza política. Es decir, que la longitud del desierto no depende solo de la calidad de la receta de Dujovne, sino de la contundencia del liderazgo de Macri.

La paradoja Cristina

Este enigma se agrava ahora con una paradoja. La verosimilitud de un regreso de Cristina Kirchner consolida y amplía la base electoral de Cambiemos. Pero oscurece la percepción de la economía, amenazando con una recesión más prolongada. La vigencia de la expresidenta es un fantasma de doble filo para Macri. Promete consenso político y volatilidad económica.

¿Hasta qué punto son compatibles esos dos fenómenos? Consultar a los radicales, que fueron víctimas de este "catch 22" cuando, en 1988, Carlos Menem galopaba hacia el poder pisoteando los brotes verdes del Plan Primavera.

El presupuesto que se debatía anoche es también el campo de batalla entre Macri y los gobernadores peronistas. En la Casa Rosada se declaran satisfechos. Incorporan para el año próximo $400.000 millones que proceden de las retenciones. Y lo consolidan por la vía de una ley. Es un respiro invalorable para un año de elecciones.

"Tal vez tengamos que apagar algún incendio. Pero no vamos a tener que provocar conflictos". Así interpretó un funcionario de la Jefatura de Gabinete el nuevo cuadro fiscal.

A cambio, la Nación debió resignar $6500 millones para los municipios que no pueden subsidiar el transporte; $4000 millones para los que no pueden prescindir del fondo sojero; $22.000 millones para las 15 cajas jubilatorias en poder de las provincias, y unos $5000 millones para obras imprescindibles reclamadas por los gobernadores. En el Gobierno sonríen: "Al lado de las retenciones, son monedas".

Las socias

Las provincias fueron socias de la administración central en dos modificaciones de impuestos coparticipables. Se suspendió el ajuste por inflación de los balances para el cómputo de Ganancias, que para el club de gobernadores significa un ingreso adicional de $50.000 millones.

Y se incrementó el impuesto a los bienes personales, objeto de una ley independiente, lo que equivale a $17.000 millones más. Quiere decir que los estados del interior, en su mayoría peronistas, agregan $67.000 millones a sus arcas.

Quedan para las próximas semanas dos cabos sueltos. Un proyecto de Pichetto para exceptuar el impuesto al patrimonio en el caso de las viviendas únicas cuyo valor no supere los $18 millones.

Y otra iniciativa, que está tramitando el radical mendocino Luis Borsani, para extender el pago de Ganancias al Poder Judicial. Borsani adopta un mecanismo que contempla la advertencia del presidente de la Corte Carlos Rosenkrantz: no se debería afectar el actual poder adquisitivo del salario. El texto prevé incorporar los salarios a la base del impuesto a partir de los aumentos que se produzcan desde la vigencia de la ley. Con el tiempo, el régimen convergería con el convencional.

El debate fiscal es también una hoja de ruta para transitar la interna peronista. Allí aparecen dos aliados nítidos del Gobierno. Miguel Ángel Pichetto, quien defendió la idea de aprobar el presupuesto en beneficio del PJ, ya que la prórroga de las cuentas del año pasado dejaría a las provincias expuestas al arbitrio del jefe de Gabinete. Y el cordobés Juan Schiaretti, quien a través de su ministro Osvaldo Giordano colaboró en el encolumnamiento de la mayoría de los gobernadores.

La competencia entre kirchnerismo y no kirchnerismo se proyecta sobre el Senado. Casi todos los gobernadores acompañaron al Ejecutivo con el voto de sus legisladores. Algunos, como Juan Manzur, lo hicieron sin su voto: los representantes de Tucumán en el Congreso los controla su antecesor, padrino, y ahora enemigo, José Alperovich. Un mago, Manzur.

Esos mandatarios dialoguistas identifican la estabilidad de Macri con su propia estabilidad. En cambio, los que, llevados por la convicción o por pragmáticas opciones provinciales, siguen a Cristina Kirchner anoche se oponían a la ley. Allí se destacan el pampeano Carlos Verna, el formoseño Gildo Insfrán y la santacruceña Alicia Kirchner.

El fenómeno fueguino

Rosana Bertone, de Tierra del Fuego, es un caso especial. Pasó de la obstrucción a la colaboración una vez que la AFIP concedió que se puedan pagar impuestos internos con saldos disponibles de Ganancias o IVA. La medida obedeció al poderosísimo lobbying de los importadores/ensambladores de electrónicos de la isla, liderados por Rubén Cherñajovsky (Newsan) y Nicolás Caputo, el “hermano de la vida” del Presidente (Mirgor). También empujaron las compañías de seguros.
Bertone recibió otro beneficio para su jurisdicción. Las empresas petroleras que explotan recursos offshore serán incorporadas también al escandaloso régimen de exención impositiva que beneficia a las sociedades radicadas en la provincia. Una alegría invalorable para Total, Wintershall y Panamerican Energy, que lideran esa actividad.

La justificación que ayer daba un funcionario para esta ventaja inestimable es que “por lo menos los que sacan gas hunden miles de millones de dólares debajo del océano”. Una comparación tácita con los importadores/ensambladores de electrónicos y otros productos. El resultado de esta medida es previsible. Con los productores de hidrocarburos sumados a la fiesta, ese régimen, tan controvertido, tal vez haya garantizado su propia eternidad.

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