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“Yo quiero que se pueda vivir del béisbol en mi provincia”

Tomás Almaraz, un adolescente salteño que es más que una promesa del deporte. 
Domingo, 18 de noviembre de 2018 00:59

Tomás Almaraz Leonard tiene sólo 16 años y es la utopía misma caminando por las calles de Salta. Se puede ya dejar de decir que es una “joven promesa” para asegurar que es el presente glorioso del deporte salteño.

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Tomás Almaraz Leonard tiene sólo 16 años y es la utopía misma caminando por las calles de Salta. Se puede ya dejar de decir que es una “joven promesa” para asegurar que es el presente glorioso del deporte salteño.

Sin embargo, Tomás tiene un sueño que parece ser muy difícil de concretarse: él quiere vivir del béisbol.

Es decir, sueña con que la disciplina pueda profesionalizarse y ser como cualquier otro trabajo. 

Y para entender esto, debemos transcurrir al menos un día con Tomás. 

Un día de su vida

Él se levanta muy temprano para ir al Colegio Nacional donde cursa el tercer año. Al mediodía vuelve rápidamente hacia su casa, ubicada en la zona sur, donde su madre Mariana lo espera con la comida lista. Come junto a sus hermanas Julieta, de 23 años, y Guadalupe, de 19. Los tres son deportistas, ellas del hockey, y una bandeja de huevos no dura más de dos días.

A las 15 tiene que estar puntual en los entrenamientos en la cancha de Popeye, en la zona norte de la capital salteña. Vive corriendo. Entrena todos los días. 

Los lunes, miércoles y viernes por la tarde y los martes y jueves a la noche. Lo alterna con el gimnasio por lo que siempre está a las 15 en el club. 

Tomás es un flaco de 1,72 metros y 60 kilos de pura musculatura, que mira a su mamá mientras va contando las cosas.

Hace unas semanas lo convocaron para la selección argentina de béisbol U18, es decir menores de 18 años; aunque él tenga sólo 16 años. Tendría que estar en la U16 y sin embargo parece ser que es el jugador con el mejor futuro de cátcher. 

El cátcher, para quien no sepa nada del juego, es el receptor, el jugador que en su turno defensivo ocupa su posición directamente detrás del “home” (punto de llegada) en el juego, y que en el béisbol es el que recibe los envíos del lanzador.

Su función

Es el jugador que tiene todo un equipo de protección usado ante los violentos lanzamiento de las bolas. Usan casco, careta o mascarilla, gargantera, espinilleras, peto, guante o manopla (especial para la posición).

De alguna manera, el cátcher juega quizás el papel más importante en esta disciplina, ya que por su ubicación observa todo el campo de juego y planea la estrategia respecto a lo que ve para el desarrollo del encuentro. El cátcher tiene que estar atento a todo, en cada lanzamiento y sobre cada base. 

Los comienzos

A todo esto lo fue aprendiendo desde muy chiquito. A los seis años ingresó a la escuela de verano de béisbol del club Fox, que está ubicado en Barrio Parque Belgrano; allí fue entrenado el profesor “Negro” Pastrana. Era muy bueno y cuando concluyó el verano siguió jugando un tiempo más en ese club.

Al tiempo, pasó a jugar en los Batintines de Popeye, la categorías de los más chiquitos del deporte. Jugaba por esos tiempos de pitcher, que es aquel jugador que lanza la bola desde el montículo central.

Hasta ahora su madre recuerda que cuando iban al río y el niño lanzaba las piedras de manera desmesurada para su edad y tamaño.

Sin embargo, cuando fue creciendo se dio cuenta que su mejor posición estaba al frente: de cátcher.

Desde el prejunior esa promesa se fue haciendo realidad cuando Tomás fue elegido para el seleccionado argentino U14 para jugar en México, en el 2016.

Pasos firmes

Ya en el 2017 recibió la convocatoria para el U15 para jugar un campeonato en Colombia y ahora recibió la noticia, hace pocas semanas, del llamado para conformar la selección argentina U18 que competirá en el premundial a jugarse en Panamá entre el 23 de noviembre y el 3 de diciembre próximo.

Además juega en la Liga Argentina de Béisbol en el equipo de Los Infernales, que es la franquicia que tiene Popeye para competir a nivel nacional. En este año participa en la segunda edición del campeonato. La primera la ganó Salta con Tomás integrando el equipo. En la presente edición 2018 el equipo salteño está en las instancias de semifinales por lo que ya viajó, antes de embarcar para Panamá, hacia la ciudad de Córdoba.

Es realmente una vida dedicada al deporte, aunque también tenga que estudiar.

Inconsistencias

De parte del colegio siempre recibió el beneficio contemplado en los reglamentos por las consideraciones deportivas con respecto a las faltas. 

Sin embargo este caso plantea que debería haber alguna forma de desestructurar el dictado de algunas materias y contemplar la situación de Tomás respecto de la modalidad. Las materias deberían no atenerse tanto a la modalidad presencial. Tomás, por cierto, está repitiendo el tercer año.

El Tomás estudiante asegura que recibe el apoyo de las autoridades, pero el formato del secundario de tener materias que operan de manera individual hace que se pierda una atención por un pedido especial. Será materia de estudio que sirva para cualquier caso en donde el cursado presencial esté condicionado.

Por lo demás, Tomás es un chico que le sonríe a la vida, que disfruta el colegio, los viajes, del deporte que eligió, con sus entrenamientos incluidos. Sueña con que alguna vez en Salta se pueda vivir del y para el béisbol.

“Yo sé que el estudio del secundario es bueno y por eso sigo luchando, pero a mí lo que gustaría vivir es de lo que me gusta que es el béisbol. Yo veo el futuro en algún país donde este deporte está profesionalizado y en donde muchos salteños que se fueron nos dejaron bien parados. Pero ese futuro está lejos de mis afectos, de mi familia y yo quiero vivir del béisbol en Salta”, concluyó Tomás.

Los costos de jugar 

Es muy chico, pero se cuenta que a su mamá le cuesta el deporte que practica; que desde siempre se hizo hasta lo imposible para que juegue. Para tener una idea, el último traje de cátcher Mariana se lo compró usado, de un chico que lo trajo desde Estados Unidos y le costó 10 mil pesos. Un guante “medio pelo” cuesta 240 dólares, un profesional 360 de la misma moneda. Los viajes cuestan porque si bien le pagan el pasaje y la estadía, los chicos tienen que tener algo para salir a pasear y recorrer. 
Para ahora le recomendaron llevar 500 dólares.

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