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Con una misa, Atocha despidió al submarinista Roberto Medina

Los familiares del marino se reunieron en la capilla tras la noticia del hallazgo.
Domingo, 18 de noviembre de 2018 00:00

Minutos antes de las 18, la familia Medina, sus amigos y vecinos se encontraron en la capilla de la localidad de Atocha para compartir una misa. En el pecho, muchos llevaban un prendedor celeste y blanco con un número: 44.

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Minutos antes de las 18, la familia Medina, sus amigos y vecinos se encontraron en la capilla de la localidad de Atocha para compartir una misa. En el pecho, muchos llevaban un prendedor celeste y blanco con un número: 44.

La cifra simboliza a las almas que marcharon con en el submarino desaparecido hace un año y que, en las primeras horas de ayer, el Gobierno confirmó haber localizado en el fondo del mar.

La familia de Roberto Daniel Medina, uno de los siete submarinistas salteños, no pudo contener las lágrimas y el enojo. Su reclamo es para el Gobierno nacional, que no supo dar respuestas antes y ahora no informa si se podrá investigar lo que ocurrió con el ARA San Juan y sus tripulantes.

Don Andrés y Nicasia, los padres de Roberto, pasaron sus vidas en Atocha. Allí formaron su familia y criaron a 11 hijos. Las calles cercanas a la plaza y la capilla conservan todavía las características de un lugar en el que todos los vecinos se conocen, los chicos juegan en las veredas y las tardes de fin de semana se comparten afuera.

De este pueblo partió Roberto hace 20 años para hacer su vida en la Marina. Fueron tres de los 11 hijos que tuvieron Andrés y Nicasia los que decidieron radicarse en Buenos Aires.

En el caso de Roberto, no partió solo. Por aquellas épocas, con 21 años, se fue junto a su mujer, con la que tuvo dos hijos que hoy deberán enfrentar la adolescencia sin la presencia de su padre.

Ayer su esposa, Adriana Gonza, junto a sus hijos recibieron la novedad del hallazgo del ARA San Juan en Mar del Plata.

"Llegó el momento de aceptar lo que ya sabíamos, pero eso no quita que tengamos que volver a vivir todo lo que pasamos hace un año", expresó Paola Medina, una de las hermanas de Roberto.

Paola expresó que el viernes desde el mediodía los familiares de los tripulantes ya comentaban que habría novedades relacionadas con la búsqueda del submarino. La confirmación la tuvieron a la 1 de la mañana de ayer y todo el peso del dolor de estos últimos 12 meses cayó sobre ellos.

"Este año fue muy difícil para su esposa y sus hijos. Toda la familia está lejos y no hemos podido ir a verlos y estar a su lado", expresó la joven, que advierte que sus padres también están atravesando una gran angustia.

"Mucha casualidad"

"Volvimos a sentir el miedo, el temor y la angustia. Ahora sabemos dónde están pero no sabemos qué fue lo que pasó", lamentó Paola.

Junto su madre, Rafael no la deja sola y la sostiene. Rafael Medina viste una remera blanca con un reclamo por los "44". Ayer, no dudó en cuestionar el accionar del Gobierno nacional y las autoridades de la Marina frente a lo ocurrido.

"Justo ahora que se cumple un año, lo encuentran. Es mucha casualidad. Es una zona donde se supo desde un principio que estaban. Ahora ya todo es tarde. Nos queda esperar y ver qué pasa, pero no vamos a parar de reclamar por justicia. Les pedimos a los salteños que nos apoyen porque somos muchas las familias afectadas por esto", sostuvo Rafael.

El hombre no dudó en afirmar que el hundimiento del ARA San Juan no tiene un responsable sino muchos.

Pese al dolor y la angustia, la familia recordó las bromas de Roberto y los mensajes que siempre les enviaba para darles fuerza. "Yo soy una de las más chicas. Tenía 13 cuando él se fue a Buenos Aires, pero siempre se mantuvo en contacto, preguntando cómo estábamos y dándonos consejos", relató Paola.

Impecable blanco

Entre los que se sumaron a la misa que se ofició en memoria de Roberto Medina estaba Javier Arias. Su impecable uniforme blanco denotaba su pertenencia a la Marina Argentina. En su pecho, del lado derecho, colgaban tres medallas. De lado izquierdo, se destacaba un prendedor en forma de submarino.

"Soy submarinista retirado. Soy salteño pero conocí a Roberto en la fuerza. Por eso estoy acá", expresó el hombre.

A las 18.45, la misa en la capilla de Atocha terminó y los presentes se acercaron a los padres. Don Andrés no pudo hablar y Nicasia solo lloró. En la puerta, Javier Arias la esperaba para darle el pésame. Nicasia no resistió la pena al ver un uniforme como el que usaba su hijo. Se estrechó con Javier en un abrazo y solo logró decir: "Lo perdí".

Atados a la profundidad

“El marino que elige ser submarinista nunca más vuelve al buque. Incluso no puede pasar muchos días en tierra. Siempre busca volver al mar”, expresó Javier Arias, suboficial mayor retirado. 

Este hombre se retiró hace un par de años y conoció a casi todos los tripulantes del ARA San Juan. 

Si bien ya no trabaja, sigue enamorado de la que fue su tarea. “No es fácil, el submarino no es un lugar donde se está cómodo. Es un lugar donde se está confinado y sin comodidades”, expresó. Sin embargo, insistió en que el marino que conoce lo que es estar debajo del agua “no lo deja más”. 

Arias recordó sus días en las profundidades y describió que bajo las olas “solo está el silencio, los sonidos del mar o las hélices de los barcos”. 

El suboficial mayor retirado expresó que, desde hace años, la labor de los submarinos es de adiestramiento, ya que se busca mejorar la calidad de oficiales. 

 

 

 

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