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La “parda” María Remedio del Valle, Madre de la Patria

Combatió en las invasiones inglesas y al expedicionar al Alto Perú con el Ejército del Norte, perdió toda su familia.
Domingo, 02 de diciembre de 2018 00:52

El 14 de noviembre pasado se cumplieron 205 años de que el Ejército del Norte, al mando del general Manuel Belgrano, cayera vencido en Ayohuma, Alto Perú. Pero esta derrota que pasó a la historia como la de Huaqui, Vilcapugio, Sipe Sipe o Cancha Rayada, tiene una particularidad. Entre las balas, las bayonetas, los cañonazos, la sangre y el tierral, un grupo de mujeres curaban heridos, saciaban la sed de los soldados, y ayudaban y curaban como podían a los que se arrastraban de dolor. Pero no solo eso, además peleaban a brazo partido y con lo que tenían a mano. Una vez aplacado el furor del combate, ellas continuaron socorriendo a los soldados de Belgrano, en una acción que fue tan heroica como riesgosa. 

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El 14 de noviembre pasado se cumplieron 205 años de que el Ejército del Norte, al mando del general Manuel Belgrano, cayera vencido en Ayohuma, Alto Perú. Pero esta derrota que pasó a la historia como la de Huaqui, Vilcapugio, Sipe Sipe o Cancha Rayada, tiene una particularidad. Entre las balas, las bayonetas, los cañonazos, la sangre y el tierral, un grupo de mujeres curaban heridos, saciaban la sed de los soldados, y ayudaban y curaban como podían a los que se arrastraban de dolor. Pero no solo eso, además peleaban a brazo partido y con lo que tenían a mano. Una vez aplacado el furor del combate, ellas continuaron socorriendo a los soldados de Belgrano, en una acción que fue tan heroica como riesgosa. 

Y así fue que por esta acción, estas mujeres pasaron a la historia como “Las Niñas de Ayohuma”, grupo de patriotas que comandaba la “parda”, doña María Remedio del Valle.

¿Quien era María Remedio? 

Ella era una porteña nacida aproximadamente en 1766, y era “parda” según el sistema de castas de la colonia. En la segunda invasión inglesa, ya se había lucido ayudando a los milicianos que defendieron la ciudad. Y según un parte militar, en la campaña de Barracas, asistió y guardó las mochilas para aligerar el paso de los defensores que marchaban hacia los Corrales de Miserere”.

Al estallar la Revolución de Mayo de 1810 y, organizarse la primera expedición auxiliadora al Alto Perú, el 6 de julio de 1810, María Remedios se incorporó a la marcha junto a su marido y sus dos hijos (uno adoptivo), pereciendo todos ellos en la guerra.

Pero pese a semejante desgracia, María Remedios continuó sirviendo como auxiliar tanto en el avance hacia el Alto Perú, como también en la derrota de Huaqui y la posterior retirada a las provincias del sur. 

Luego que el general Belgrano se hiciera cargo del Ejército del Norte, en vísperas de la batalla de Tucumán, ella se le presentó para solicitar que se le permitiera atender a los heridos en las primeras líneas de combate. Pero Belgrano, alegando razones de disciplina, le negó el permiso. Pese a ello, al iniciarse la lucha, María Remedio apareció en el frente de batalla alentando y asistiendo a los soldados que a partir de entonces comenzaron a llamarla “Madre de la Patria”. Tras esa victoria, Belgrano la designó capitana del Ejército del Norte. 

Expedición al Al Alto Perú

Luego de la Batalla de Salta, donde también estuvo María Remedio, Belgrano expedicionó hacia el Alto Perú hasta que cayó derrotado por Pezuela en Vilcapugio, revés que lo obligó a replegarse. 

El 14 de noviembre de 1813, el Ejército del Norte nuevamente se enfrenta con los realistas en Ayohuma donde es derrotado por segunda vez. Fue en este campo de batalla donde María Remedios del Valle combate ferozmente hasta que cae herida por una bala, lo que permite ser tomada prisionera. 

Aún seriamente lesionada, no deja de ayudar a sus compatriotas, pues estando en el campo de prisioneros ayuda a huir a varios patriotas. En eso estaba cuando fue descubierta por los realistas. Entonces se tomó con ella una medida ejemplificadora: fue sometida a nueve días de azotes públicos que le dejaron cicatrices de por vida. Pero ella no era de arrear así nomás y, herida y todo, logró fugarse y a poco reintegrarse al ejército patriota.

La tradición cuenta que María Remedio del Valle se quedó en el norte hasta el final de la guerra por la Independencia. Acompañó a las fuerzas de Güemes y de Álvarez de Arenales. Siempre empuñando armas y ayudando a los soldados en los combates y en los precarios hospitales de campaña.

Al combatir en Ayohuma fue herida, encarcelada y azotada

En la batalla ayudó con sus hijas a los soldados del ejército patrio.

Concluida la guerra y ya anciana, María Remedio del Valle regresó a Buenos Aires, hasta terminar en la mendicidad. Justamente fue el historiador salteño Carlos Ibarguren, quien la rescató del olvido. Fue él quien contó que vivía en un rancho de las afueras de la ciudad, frecuentando los atrios de las iglesias de San Francisco, Santo Domingo y San Ignacio, y también la Plaza de la Victoria (Plaza de Mayo). Vendía pastelitos y tortas fritas, hasta que ya anciana, terminó mendigando. 

Se hacía llamar “La Capitana”, y mostraba las cicatrices en los brazos, contando que las había recibido en la Guerra de la Independencia, “logrando solo que quienes la oían pensaran que estaba loca o senil”.

Tiempo después, y alentada por un tal Manuel Rico, el 23 de octubre de 1826 solicitó una pensión de $6.000 “para acabar su vida cansada”. 

Aportó datos sobre sus servicios patrios y por la pérdida de esposo e hijos. El expediente, escrito y firmado por Rico, pues ella no sabía leer ni escribir, decía sintéticamente así:

“Doña María Remedios del Valle, capitana del Ejército, a V. S. debidamente expone: Que desde el primer grito de la Revolución tiene el honor de haber sostenido la justa causa de la Independencia. Sí Señor Inspector, aunque aparezca envanecida, ella no exagera a la Patria sus servicios, sino a que se refiere con su acostumbrado natural carácter lo que ha padecido por contribuir al logro de la independencia de su suelo. Los disputadores de nuestros derechos, quizá recordarán el nombre de la Capitana patriota María Remedios para admirar su firmeza de alma, su amor patrio y su obstinación en la salvación y libertad americana; pero no inventarían el olvido para hacerme expirar de hambre como lo ha hecho conmigo el Pueblo por quien tanto he padecido. Fue sentenciada por los enemigos, a ser azotada por nueve días; por ser correo e influir a tomar las armas contra los opresores, y batiéndose con ellos, ha estado siete veces en capilla; ha recibido seis heridas de bala; y ha perdido, su hijo propio, otro adoptivo y su esposo!!!; con quien logró estar enrolada en el Ejército Auxiliar del Perú como capitana, con sueldo.... Ya no es útil, está abandonada sin subsistencia, sin salud, sin amparo y mendigando. Ella tiene derecho a la gratitud, y es ahora que lo reclama por su infelicidad”. Fdo. María Remedios del Valle. 

Remedio, pensionada y con otro apellido 

El 24 de marzo de 1827, el entonces ministro de Guerra de la Nación, general Francisco Fernández de la Cruz, exjefe del Ejército del Norte (1820) rechazó el pedido argumentando que no estaba “en las facultades del Gobierno el conceder gracia alguna que importe erogación al Erario”.

En agosto de 1827, mientras María Remedio (60) mendigaba en la plaza de la Recova, el general Juan José Viamonte, entonces diputado de Buenos Aires la reconoció. Tras preguntarle el nombre, exclamó: “¡Usted es la Capitana, la que nos acompañó al Alto Perú, es una heroína!”. Entonces ella contó sus penas y Viamonte, el 11 de octubre siguiente presentó un proyecto para que se le otorgara una pensión por sus servicios a la Patria. Luego de un largo debate se le otorgó el beneficio con un “sueldo igual al de capitán de infantería, que se le abonará desde el 15 de marzo de 1827 cuando inició su pedido ante el Gobierno”.

El 21 de noviembre de 1829, fue ascendida a sargenta mayor de caballería y el 29 de enero de 1830 fue incluida en la Plana Mayor del Cuerpo de Inválidos con el sueldo íntegro de su clase. 

Finalmente, el 16 de abril de 1835, Juan Manuel de Rosas al ascenderla a sargento mayor, le aumentó la pensión. En la lista de pensionados de noviembre de 1836, Del Valle pasa a llamarse Remedios Rosas, quizá por gratitud al gobernador. Por fin, en la lista de noviembre de 1847, una nota dice: “el mayor de caballería Dña. Remedios Rosas falleció”.

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