La pequeña localidad bordeña de El Sauce vivió un año más su fiesta patronal en honor a la Virgen del Valle, que convoca a cientos de personas que llegan desde distintos lugares del departamento General Gemes, para rendirle culto en la pequeña gruta que la resguarda durante todo el año.
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La pequeña localidad bordeña de El Sauce vivió un año más su fiesta patronal en honor a la Virgen del Valle, que convoca a cientos de personas que llegan desde distintos lugares del departamento General Gemes, para rendirle culto en la pequeña gruta que la resguarda durante todo el año.
Además de las familias locales, quienes ornamentan los frentes de sus casas para vestir de fiesta el poblado, una peregrinación de fieles fue convocada por el párroco Javier Romero en el atrio de la Parroquia Ntra. Señora de la Candelaria en Campo Santo, desde donde partieron a las 3 con dirección a El Bordo, donde otro nutrido grupo se les sumó en la parroquia San Miguel Arcángel. Juntos arribaron a El Sauce alrededor de las 8 tras unas 5 horas de caminata.
Este pintoresco lugar que encierra una gran historia además de sus curativas aguas termales, cuenta con solo 35 familias residentes, que disfrutan de una tranquila vida que solo se ve quebrantada cuando la imagen de la Virgen del Valle es sacada en procesión, por la presencia de fieles devotos que llegan desde muy temprano para participar de las actividades programadas por la Iglesia y el ejecutivo municipal.
Como en toda fiesta patronal, después de la misa oficiada por el cura local, una procesión recorrió las calles empedradas, donde se pudieron oír los rezos que casi como un susurro establecen una relación íntima entre el caminante y su santa patrona.
Culminada la procesión de penitencia, las instituciones que forman parte del círculo social, se muestran frente a los visitantes en un emotivo desfile, cuya finalidad, además de honrar a la Virgen del Valle, es mostrar orgullosamente lo que hacen como parte de su formación profesional, cultural o como actividad deportiva.
El desfile contó con la infaltable presencia de los gauchos.
"El año pasado me comprometí en dedicarle tiempo y dinero a El Sauce, esperaba poder hacer mucho más pero la situación económica por la que atravesamos solo me permitió hacer su pórtico de entrada y otros arreglos menores, pero esta es una zona que debemos explotar turísticamente, por lo tanto siempre la tenemos en cuenta", expresó el intendente Raúl Martínez.
Distinción para exalumnos
Este año un grupo de exalumnos egresados de la escuela Bernardino Rivadavia, quienes cumplían 40 años de aquel último día de clases en el nivel primario, incluyeron en el programa de actividades un momento emotivo al recordar a los compañeros ya fallecidos, a los docentes y personal de maestranza de la escuela.
Entre tantas anécdotas que quedaron guardadas en el recuerdo de aquella vieja casona que hizo de escuela hasta principios del presente siglo, se destaca la figura de doña Paulina Bermúdez, con 95 años de edad, quien también recibió un reconocimiento como ex alumna.
Doña Paulina llegó de niña a El Sauce, su padre la trajo desde Anta para poder criar ganado, nunca pudo ir a la escuela porque no había una cuando llegó con su familia, tampoco se había instalado la empresa cementera Minetti.
Cuando se casó le dedicó todo su tiempo a su familia llegando a criar 16 hijos, eso le impidió aprender a leer y escribir. "No necesito saber leer y escribir para hacer esto", les decía a sus hijos mientras confeccionaba sus prendas de vestir.
"Ella podía coser desde una camisa hasta un traje de gaucho, era increíble como mujer", recordó una de sus hijas. Cuando cumplió 50 años, un maestro de nombre Arturo Vega Ortíz llegó hasta El Sauce para impartir clases a personas mayores. Doña Paulina se inscribió y en un año aprendió mucho, pero lamentablemente hubo mucha deserción de los alumnos por razones laborales y al año el maestro no regresó.
Paulina cuenta con 60 nietos, 120 bisnietos y 40 tataranietos.
La escuela Rivadavia fue gestionada por Minetti para que allí puedan educarse los hijos de los trabajadores.
Funcionó en una vieja casona que se cree fue construida por los padres jesuitas antes de ser expulsados del Virreinato del Río de la Plata, que luego fue de la madre del general Martín Miguel de Gemes y allí pasó parte de su niñez el héroe.