Luego de una intensa jornada de debate la fiscalía solicitó una drástica condena para el exjuez federal de Orán, Juan Raúl Reynoso, en el marco del proceso iniciado el año pasado y que lo tiene como imputado de ser el jefe de una asociación que tenía como fin favorecer a narcotraficantes a cambio de dádivas y/o coimas. El Ministerio Público pidió que sea condenado a 25 años de cárcel y una multa de 20.000.000 de pesos. En tanto que para la abogada María Elena Esper solicitó 20 años de prisión como miembro activo de esa organización criminal.
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Luego de una intensa jornada de debate la fiscalía solicitó una drástica condena para el exjuez federal de Orán, Juan Raúl Reynoso, en el marco del proceso iniciado el año pasado y que lo tiene como imputado de ser el jefe de una asociación que tenía como fin favorecer a narcotraficantes a cambio de dádivas y/o coimas. El Ministerio Público pidió que sea condenado a 25 años de cárcel y una multa de 20.000.000 de pesos. En tanto que para la abogada María Elena Esper solicitó 20 años de prisión como miembro activo de esa organización criminal.
Con la enjundia que lo caracteriza, el fiscal general Carlos Martín Amad descargó toda la artillería para darle sustento a la batería de pruebas acumuladas a lo largo de un año y tres meses de debate. El funcionario reforzó con definiciones categóricas la dura acusación amparado en los testimonios de las personas que en las audiencias le dieron entidad a la investigación de su par, Eduardo Villalba, en la instrucción. En su encendido alegato, Amad manifestó no tener dudas que Reynoso lideró una organización con fines espurios. "Este grupo de corruptos se dedicaba a la concesión de resoluciones favorables a personas involucrados en el narcotráfico", sentenció
El funcionario le atribuyó al exjuez norteño haber formado parte de "una asociación de carácter estable, con soporte estructural, división de roles y capacidad para articular acciones de modo de sostener el desarrollo de la actividad ilícita". Apuntó que dicha organización funcionó en la ciudad de Orán desde el 19 de marzo de 2010 hasta diciembre de 2015 cuando Reynoso renunció al cargo. El exjuez, de 59 años, llegó al debate procesado como "jefe' de esta organización" integrada por los abogados María Elena Esper Durán (72), Ramón Antonio Valor (53), Arsenio Eladio Gaona (54) y René Alberto Gómez (78), el jefe de despacho del juzgado norteño, Miguel Ángel Saavedra (56), y el ordenanza César Aparicio (59) y la hermana de éste, Candelaria Aparicio.
El fiscal Amad sostuvo que el exmagistrado se valió del poder omnímodo que significaba ser el titular de uno de los juzgados federales más poderosos del país por la gran cantidad de causas relacionadas con el narcotráfico que se tramitaban por allí. "Reynoso tuvo el honor de ser el primer juez federal en la zona. Era el hijo y el abanderado del pueblo que lo vio nacer por haber alcanzado un cargo de esa magnitud", expresó el funcionario. Dijo que con ese poder convirtió al juzgado norte "en un ducado" donde no se aplicaba el Código Penal sino "el código Reynosiano".
A continuación Amad hizo un pormenorizado detalles de todas y cada una de las causas que le imputan a los miembros de lo que denominó como "una banda de corruptos". Puso especial énfasis en el caso "Sejas Rosales", el empresario boliviano al que le atribuyen haber ingresado al país voluminosos cargamentos de cocaína en sus flotas de camiones. En 2015 el narco fue detenido por el transporte de cocaína diluida en 600 litros de un líquido en un tanque combustibles y de 35 mil litros de precursores químicos para la fabricación de esa droga. Luego de permanecer detenido por unos días y pese a la gravedad de la causa, Reynoso imputó a Sejas Rosales como "participe secundario" del hecho y lo liberó mediante el pago de una caución de $200.000. A partir del testimonio del abogado David Leiva y de otras pruebas, Amad sostuvo que para obtener ese beneficio Sejas Rosales pagó una coima de 350 mil dólares a través del abogado Valor. También lo responsabilizó por la libertad otorgada a José Miguel Farfán, un narco prófugo que fue imputado en una causa por el transporte de una tonelada de cocaína. Dijo que por este beneficio recibió importantes sumas dinerarias a partir de la relación de amistad con el abogado Gómez.
En los mismo términos se refirió a Esper, a quien sindicó con la recaudadora de las coimas que esta pedía a sus clientes narcos para beneficiarse con la libertad.
Condena a 11 años de prisión al “Chato”
El Tribunal de Juicio dio por probado que el sujeto intentó asesinar a su pareja.
El “Chato” Rodríguez no pudo zafar.
Se conocieron siendo jóvenes, a los 16 años, en un barrio de Rosario de Lerma. Desde ese momento transitaron una relación intensa con días y noches de amor pero también jornadas sumamente violentas y agresivas. En ese turbulento y poco feliz andar, con tres hijos en el medio, el primero de julio de 2017 Roberto Daniel Rodríguez (32), alias “Chato”, acuchilló a su pareja, Nancy Elizabeth Manzaraz (32). Después de permanecer prófugo varios meses y ser uno de los hombres más buscados del país, Rodríguez fue juzgado y condenado ayer por el Tribunal de Juicio de la Sala VI a la pena de 11 años de prisión por los delitos de coacción, desobediencia judicial, lesiones agravadas por la relación de pareja, amenazas y homicidio doblemente calificado en grado de tentativa.
El fiscal Pablo Rivero solicitó la pena de 13 años de prisión efectiva para el “Chato” al dar por probado los hecho que le imputó. “La mayor cantidad de heridas fueron por la espalda, del lado derecho”, explicó Rivero. Respecto al testimonio de la víctima, quien en la audiencia de debate de la semana pasado dijo que ella se autolesionó, el fiscal no realizó ninguna imputación. A su juicio, la mujer aún se encuentra bajo un régimen de absoluta sumisión de su expareja. Rivero se refirió al modo patriarcal que Manzaraz vivió desde un primer momento al lado del Chato Rodríguez. “Versión que ratificó en una nota que hizo en el diario El Tribuno y que quedó como prueba en la causa”, expresó el fiscal. “Ella dice que inventó todo por celos. Que se autolesionó con una punta de una flecha que su hijo tenía que llevar a la escuela”.
En relación a ello, Rivero se encargó de refutar a través de pruebas testimoniales de los policías y los testigos presenciales de la agresión. Contó que Rodríguez tomó un taxi en una de las plazas y se dirigió hasta la casa de Manzaraz, que le pidió que lo esperara. “Este testigo dijo que escuchó gritos y vio cómo apuñalaban a la mujer”. Otros vecinos también señalaron haber observado a la mujer arrastrándose por el piso mientras era apuñalada. A esto se sumaron huellas y rastros levantados en la escena del violento hecho, además de una detallada descripción de la ropa que tenía puesta aquella noche la mujer y Rodríguez.