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Adiós padre Diego...el cielo no puede esperar

El Padre Diego Calvisi falleció ayer a los 97 años. Fue un sacerdote humanista cuya ejemplar trayectoria reconcilia con la fe católica. Casi cuatro décadas al servicio de la Diócesis de Orán mostraron todas las cualidades de su personalidad cristiana. Decretaron dos días de duelo municipal. 
Sabado, 10 de febrero de 2018 01:25

Diego Calvisi se durmió para siempre ayer con la certeza de haberlo dado todo. Su integridad, su bonhomía, su vehemencia en la solidaridad, su fe inquebrantable, hicieron de él un ícono del sacerdocio, un reivindicador del catolicismo. 97 años de edad y más de 70 años dedicados al servicio de la Iglesia le confirieron a este singular sacerdote la admiración, el respeto y el afecto de quienes lo conocieron. Tuvo siempre la mirada y el corazón en una única dirección: los más vulnerables. Y los rescató. Y los amó. Muchos lloran hoy a este santo que los rescató de la indiferencia. Aún con su avanzada edad y su frágil salud, hasta hace unos meses el padre Diego continuaba con su misión, confesando y acompañando a los oranenses en distintas celebraciones de la diócesis, de la que fue por muchos años vicario general.

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Diego Calvisi se durmió para siempre ayer con la certeza de haberlo dado todo. Su integridad, su bonhomía, su vehemencia en la solidaridad, su fe inquebrantable, hicieron de él un ícono del sacerdocio, un reivindicador del catolicismo. 97 años de edad y más de 70 años dedicados al servicio de la Iglesia le confirieron a este singular sacerdote la admiración, el respeto y el afecto de quienes lo conocieron. Tuvo siempre la mirada y el corazón en una única dirección: los más vulnerables. Y los rescató. Y los amó. Muchos lloran hoy a este santo que los rescató de la indiferencia. Aún con su avanzada edad y su frágil salud, hasta hace unos meses el padre Diego continuaba con su misión, confesando y acompañando a los oranenses en distintas celebraciones de la diócesis, de la que fue por muchos años vicario general.

El padre Diego llegó a la Argentina, desde Italia, en 1980. Trajo desde su Cerdeña natal a otro intrépido y formidable misionero, el padre Andrés Buttu, solo superado en su empeño por su mentor y maestro, el mismísimo padre Diego, quien supo poner la semilla de la fe en muchas comunidades que hoy son parroquias. Trabajó con entusiasmo sin dejarse vencer por la apatía, en Villa Saavedra de Tartagal, en el barrio Aeroparque de Orán, en Hipólito Yrigoyen y hasta en los cerros de San Andrés. Construyó templos en toda la extensión de la Diócesis de Orán y fue capellán del hospital San Vicente de Paúl, donde vivió largo tiempo. Fundó el Hogar de Niños de la congregación Santa Teresita; participó activamente en la resolución de muchos conflictos en la zona, como los reclamos de los pobladores de San Andrés, los piquetes de Mosconi, las negociaciones tensas en la Municipalidad de Orán por conflictos gremiales-laborales, entre otras participaciones sociales. Fue formador de sacerdotes, pues los recibía apenas ordenados en su parroquia y les enseñaba con el ejemplo. Al morir, el padre Diego era capellán de las Hermanas Concepcionistas Franciscanas de Orán, donde fundó el hogar para sacerdotes ancianos y, últimamente, un espacio de retiro y soledad para sacerdotes, al que llamó “Betania del Sagrado Corazón”.

Con casi cuatro décadas al servicio de la Diócesis de Orán como sacerdote misionero, en sus últimas charlas con El Tribuno aseguró: “Sin duda fueron los mejores años de mi vida. Amo a la Iglesia de Orán porque la veo verdaderamente misionera y entregada a los más pobres”. Y también sentenció: “Por el gran amor a mi misión y a la memoria del Siervo de Dios, el padre Juan Antonio Solinas (uno de los 20 mártires del Zenta, oriundo de Nuoro, Italia), he decidido morir en Orán. Será un honor y un verdadero privilegio. Que mis restos mortales, sepultados, sirvan a la Diócesis de Orán y de Nuoro para confirmar un verdadero intercambio de sacerdotes y ayuda material. Además, deseo que mis huesos sean un llamado permanente para suscitar vocaciones misioneras”, y rogó: “Que el obispo lleve adelante el delicado trabajo que requiere el proceso de beatificación de los 20 mártires del Zenta”. Tal vez su anhelo ferviente se cumpla algún día, él lo sabrá antes que nadie. 
Descanse en paz estimado padre Diego, el cielo no puede esperar.

El velatorio 

Las autoridades eclesiales de la Diócesis de San Ramón de la Nueva Orán informaron a la comunidad que seguramente querrá decirle adiós al padre Diego, que el velatorio se realiza desde ayer a las 19.30 en el Monasterio “Nuestra Señora del Valle de las Hermanas Concepcionistas”, ubicado en calle Emilia Bustamante 1450 . 

Sus restos serán trasladados hoy en horas de la mañana a la iglesia Santa Teresita del barrio Aeroparque donde serán velados hasta el domingo a las 10, momento en el que se oficiará una misa de cuerpo presente en la Iglesia Catedral para posteriormente depositar de manera provisoria sus restos en el Cementerio Municipal de la ciudad de Orán.

El duelo

Por la importancia en la comunidad que revestía la figura del padre Diego Calvisi, benefactor e inclaudicable luchador por los derechos de los más vulnerables, su muerte llena de tristeza a todos en Orán. 

Con este motivo, el intendente oranense, Marcelo Lara Gros, declaró duelo municipal por dos días (ayer y hoy sábado) por el luto que implica el fallecimiento de monseñor Diego Calvisi. En virtud de esta decisión informaron que quedaban suspendidos los corsos infantiles de ayer y también el desfile carnestolendo de esta noche.

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